Capítulo 15

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Engaños.

Mantiene el pincel entre los dedos, jugando con el mango mientras contempla el blanco lienzo.
Había salido de su habitación cuando vio que no podía dormir y, aprovechando el insomnio y el área de artes abierto, decidió practicar un poco su habilidad en la pintura.
Pensó que distrayéndose en el lienzo se acabarían los pensamientos sobre todo lo que giraba alrededor y dentro de la escuela, pero aún allí, de pie en la fría habitación, no quedaba en paz.
Estaba harta de su falta de medicina y somníferos así que buscaba formas de dormir o relajarse, y ese era uno de sus últimos intentos para dejar ir todo.

Se mantuvo allí, quieta, frustrada por no conseguir ninguna imagen mental que quisiera plasmar. Había entusiasmo e inspiración, pero no sabía qué hacer exactamente con ella.
Mientras acariciaba con el pulgar la paleta recordó una clase de un profesor, él les había pedido que no pensaran en absolutamente nada y que dejaran fluir todo, como un río, todas sus emociones, sus miedos, sus sueños, su personalidad para que ellos tomaran el control de sus manos y dirigieran todo.

Le toma un poco de tiempo, después de suspirar pausadamente y dejar de pensar siente un burbujeo en el pecho que se esparce hasta la mano donde sostiene el pincel y lo acerca a la tela. Su primer trazo es temeroso y torpe, formando una línea irregular.
Con más seguridad, y tratando de no sentirse estúpida, da un segundo brochazo más recto, que da inicio a otros.

Comienza con la parte superior donde toma tres diferentes tonos del mismo color para dar pinceladas inclinadas que logran difuminarse entre ellas. Mientras se seca esa parte se dirige a la inferior donde allí juega con cuatro tonos, utilizando un pincel más suave y basto, hace trazos ovalados que forman manchones al combinarse entre ellos.
Cuando regresa a la primera zona con otra herramienta igual a la anterior, pero más firme, hace círculos blancos que son delineados por morados y grises.
Y lo que queda de su tiempo se enfoca en lo de abajo. Con brochazos largos y rápidos utiliza el café en un costado, sombreándolo solo un poco y adornandolo con manchones. Al ver que está muy vacío tomó con un pincel más fino, hace cinco esferas y sobre ellos, rayones, utilizando dos de los colores ocupados en los otros círculos. Finalmente pinta algo abajo que les da cuerpo.

Con el ceño fruncido retrocede un poco para contemplar el trabajo, pero choca con la mesa de pinturas, derramando una de ellas. Preocupada, deja sus objetos a un lado y levanta el recipiente, ensuciandose en el proceso. Se acerca al trapo para limpiarse pero se detiene al contemplar sus palmas manchadas y toma esa área de oportunidad al creer que es el último color que le hace falta.
Posiciona sobre el lienzo sus dedos y hace garabatos sobre este, utilizando solo las huellas, la palma o toda la mano. No se detiene hasta cubrir gran parte de los trazos de este color, dejando un margen, también.

Satisfecha, siente como la adrenalina del momento de inspiración se baja, al igual que su concentración y esa postura tensa que había mantenido para sostener con fuerza el pincel.
Lo primero que nota es que no tuvo una técnica específica, se dejó guiar por lo sencillo, llegando incluso al trazo infantil. Se mantuvo en lo muy básico, solo queriendo dejar fluir sus pensamientos y estos eran tan rápidos que solo de esta manera podía tener el tiempo suficiente para plasmarlos.

Lo segundo que percibe son las formas, que ninguna escapó del color final, además del uso que tenían en ella, las siluetas que le inquietaban. Y lo ultimo, la pintura que había sobre todo, el significado que generalmente se le daba.

 Y lo ultimo, la pintura que había sobre todo, el significado que generalmente se le daba

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Esperanza y fe (Rantaro Amami y tú) DANGANRONPADonde viven las historias. Descúbrelo ahora