Capítulo 11

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Mi secreto olvidado.

- ¡Despierten, malditos! -gritó la voz chillona de Monokuma desde los altavoces, logrando sobresaltar a todo el cuerpo estudiantil por la poco amabilidad al levantarlos- Ya es de día. Aprovéchenlo.

La bailarina gruñó con desprecio al ser interrumpido su sueño. Sentándose de golpe al mismo tiempo que murmura maldiciones al pequeño personaje que la tenía cautiva.
Rantaro miraba divertido la escena que le proporcionaba su compañera. Desde abajo observaba con amor el desastre que era el cabello de ___ y los desordenados pliegues de su ropa.

- Detesto este despertador -concluyó la chica a los pocos segundos mientras observaba a la nada.

- A mi tampoco me gusta -comentó con gracia y voz ronca el otro joven.

La estudiante dio un pequeño salto al escucharlo pues la había asustado. Su mente estaba tan adormecida todavía que había olvidado por completo la presencia del de ojos verdes.
Él continuo en su mismo lugar, contemplándola. Tenía gran parte de su cara sumida en la almohada y sus brazos completamente abajo de esta, cubriendo gran parte de su cuerpo con las sabanas.

- Se me había olvidado que dormiste aquí... -murmuró ___ al recuperarse del pequeño espanto, llevando su mano a su pecho y desviando la mirada. Se quedaron callados ambos unos segundos más pero conforme pasaban los segundos la atmósfera se puso extrañamente incómoda y pesada, por lo que Amami se vio en la necesidad de tratar de volver a hablar.

- Voy a mi habitación a arreglarme... -informa, al mismo tiempo que se apoya sobre sus brazos para alzar su torso y le resulte más fácil bajar de la cama. La chica solo observó, apretando sus labios entre sí pues tenía la leve sensación que si no lo hacía diría algo estúpido o relacionado a lo que quiso hacer en la madrugada- Te veo en el comedor.

- Bien, -susurró con voz sorprendentemente dulce, jugando con las palmas de sus manos consecuencia de sus nervios- allá te espero.

En cuanto escucho el picaporte de la puerta al cerrarse y desapareciera la imagen de su enamorado de su habitación, suspiró, dejando ir todo su aire y sus inseguridades para darle paso al sentimiento de culpa: ¿Cómo podía estar pensando en cosas como el amor cuando lo importante era encontrar la forma de escapar antes de enfrentarse a otro Juicio de Clases?. La culpa la invadió y no la dejo por el resto de la mañana.

Sin percances se duchó, vistió y preparó. Poco antes de salir al pasillo vendo su mano, aún seguía abierta la herida y, en cuanto al espejo, ya había sido reemplazado por uno nuevo.
En silencio llegó a la cafetería pues no logró encontrar a su compañero en el camino.
Dentro del enorme comedor ya se encontraban casi todos los estudiantes, a excepción de tres de ellos, esparcidos en las mesas de las esquinas.

- Buenos días -saludo la estudiante recibiendo palabras similares a las dadas.

Siguió hasta el apartado junto al pequeño patio entre la ventana del comedor y la placa de metal que los encerraba, solo para sentarse al lado del varón de ojos turquesa. Él ya tenía enfrente dos platos, que ya había preparado ante la espera de su enamorada, que contenían un desayuno sencillo de cereal con leche.

Sin decir nada, el joven le empujo con amabilidad su plato con el torso de su mano y ella lo aceptó gustosa. ___ no perdió tiempo y empezó a comer con tranquilidad.
Un nuevo eco, el resonar de los tacones de unos zapatos, se escucho en el pasillo, haciéndose cada vez más próximos hasta que se dejo divisar las siluetas del prefecto y el motociclistas. Uno estaba junto al otro, abrazados por los hombros al mismo tiempo que reían con tanta fuerza, que daba la impresión que presenciaron el mejor espectáculo cómico que jamás se había creado. No tardo mucho para que la pareja recién llegada capturara la atención de todos por su forma tan extraña de actuar.

Esperanza y fe (Rantaro Amami y tú) DANGANRONPADonde viven las historias. Descúbrelo ahora