Él único ángel en mi cielo.

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- ¿Seguro que está bien? – Preguntó Akaashi por enésima vez al ver como Bokuto guardaba algunas cosas en una mochila, entre ellas, un curioso peluche de lechuza que conservaba desde que era niño. – No quisiera causarle un infortunio…

- ¿De qué estás hablando, Akaashe? – Replicó el chico terminando de cerrar el bolso. – Dijiste que no te gusta estar solo en casa y tu mamá regresará hasta mañana en el festival, ¿cómo podría dejarte solo?

Keiji permaneció en silencio, pensando sobre si había sido buena idea contarle del viaje que tuvo su madre hace dos días. Y es que la última vez que tuvo visitas así, había sido hace años cuando Konoha no se le despegaba a causa de su delicado estado de aquellos tiempos.

- ¿Seguro?

Tampoco podía negar que después de la plática que habían tenido hace una hora o menos, su corazón se sentía mucho más cálido al ver la respuesta de Bokuto ante sus sentimientos.

- ¡Vamos! – Contestó lleno de ánimos. – Se ve que lloverá, ¿podremos hacer una casita de cobijas?

El brillo en su sonrisa era imposible de apagar. – Por supuesto, Bokuto – san.

Uno resignado y el otro feliz de la vida, salieron de la casa del último luego de despedirse de su mamá quien lucía su amable semblante tan característico de ella. El camino ya era cotidiano siendo que se había vuelto una rutina el volver juntos de la escuela, pero seguía siendo más ameno con el pasar de los días.

- Y… ¿Tooru siente algo por ti, Akaashe?

La repentina pregunta generó un sobresalto en el pelinegro, que pronto se convirtió en una risa que Bokuto estaba feliz de escuchar.

- ¿Tooru? – Repitió Keiji en cuanto pudo recuperar el aliento.

- E-Es que… parecía tan molesto cuando dije que era tu novio… - Dijo mientras que en su cabeza, unos gritos de bruja eran los que se reproducían al recordar todo lo que ese chico dijo. – Y como hablaban con tanta confianza, parece que…

- Tooru es un amigo de la infancia, al igual que Akinori. – Respondió antes de que más conjeturas se formularan dentro de la cabeza de su pobre búho. – Nuestras madres solían ser amigas desde que éramos muy pequeños así que, fue inevitable que creciéramos juntos.

Ahora todo comenzaba a tomar más sentido, decía Koutaro para sí. - ¿Y por qué es tan amargado?

Otra carcajada no logró ser contenida por Keiji, quien solo podía compartir la imagen mental en donde Oikawa aparecía como una bruja malévola.

- Tooru es un talento inigualable, podría decir que de los mejores que la academia ha visto pero, suele hacer alarde de ellos de la manera equivocada… - Explicó. – Es un buen chico, aunque a veces es espeluznante la manera en la que él y Akinori están pendientes de mi vida.

Bokuto sonrió. – Me alegra que tengas tan buenos amigos, Akaashe.

Pero Keiji notó una pizca de nostalgia en su voz.
- ¿Qué hay de los suyos, Bokuto – san? Deben ser tan afortunados.

Koutaro retrasó su respuesta un poco nervioso, sabiendo que ya nada podía ser oculto en la relación que habían formado desde el primer día que se conocieron.

- Parece que eres el único afortunado, eh… - Intentó bromear, pero la preocupación en la mirada pendiente de Keiji denotaba otra cosa. – Desde que mi trayectoria como bailarín mejoró, de alguna manera… todos parecieron alejarse de mí.

La verdad es que Koutaro había estado rodeado de muchas sonrisas desde que era pequeño, su magnética energía era imposible de ignorar, pero para este mundo había demasiada bondad en su corazón. Y lamentablemente, la amargura lo había perseguido por aquellos que solo lo buscaban por fama y cualquier otra intención contraría a lo que el ofrecía.

Mi gran amor está en el cielo. | (Bokuaka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora