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- Now it's been long enough to talk about it. - Cantaba Akaashi mientras encendía el auto aun dentro del patio de su casa. - I've started not to doubt it, just wrap my head around it...
Apenas había transcurrido un día desde que su obra por fin fue presentada en la escuela. La simple memoria de la actuación le provocaba escalofríos, y a boca de muchos no había sido para menos.
- I remember when you told me it's an everyday decision. - Las memorias ultimamente habían estado negándose a desaparecer de su cabeza. - But with my double visión, how was I supposed to see the way?
Aplausos, incluso lágrimas, ese último abrazo que Bokuto le había regalado para confirmar que él aún estaba ahí con él.
Nunca terminaría de agradecer por el tiempo a su lado, pensaba Keiji cada vez que recordaba más y más sobre los pocos momentos que apenas comenzaban a compartir.
Al término del festival, su equipo y algunos otros amigos como Kuroo y Kenma, se les unieron para una pequeña cena de celebración en un restaurante elegido por Konoha, Bokuto y Atsumu, que al parecer les fascinaba.
La tarde había transcurrido entre risas que todavía le resonaban a Keiji, entre un par de manos entrelazadas que estuvieron sosteniéndose todo el camino, y entre horas que él siempre había apreciado tanto.
Porque cuando las cosas habían dejado de ser tan fáciles como solían serlo, eran todas esas personas especiales las que lo habían obligado a mirar adelante para ver que aún había pequeños rayos de luz que valdría la pena luchar por sentir.
Todas y cada una de esas personas especiales, eran el hermoso prado de flores que Akaashi miraba cuando necesitaba encontrar razones para mantenerse de pie.
Eran sus preciadas rosas de primavera.
Akinori y Tooru en cada una de las terapias que le resultaban psicológicamente insoportables al chico.
Yukie, Kaori, Komi, Kita, y todos los amigos que le habían extendido una mano en la academia, para no dejarlo caer cuando su voluntad y su cuerpo volvía con inestabilidad.
Y sobre todo, Bokuto, con ese brillo en los ojos que lo había salvado de las tormentas más frías que habitaban en sus pensamientos.
Él había sido ese precioso girasol que le regaló la esperanza que pensó nunca volvería a verle la cara.
Y jamás encontraría las palabras correctas para agradecer a cada uno de ellos.
- But haven't I given enough? - Seguía tarareando mientras comtemplaba las luces que iluminaban Tokio por la noche. - Always the fool with the slowest heart.
Pero, sobre todo, de su mente no salía aquella charla que había tenido con su madre al volver a casa.
Entre vagos comentarios sobre la actuación de cada arte, ella seguía tan sorprendida por la química que compartían su hijo y Bokuto Koutaro en el escenario, como aquellas mitades que en algún punto de sus vidas estaban destinadas a coincidir y causar un gran estrago a cada una.
También mencionó algo que causó mucha curiosidad.
- ¿Recuerdas la primera vez que conociste a Bokuto, Kei? - Preguntó con una sonrisa emocionada en su rostro. - Y pensar que te volverías a encontrar con él en la academia...
- ¿De que hablas?... - Su memoria hacía grandes esfuerzos por recordar algún momento en el que quizá ella le habría hablado sobre él antes de ser transferido, pero nada venía a su mente. - Lo conocí apenas semanas de llegar a Fukurodani.
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Mi gran amor está en el cielo. | (Bokuaka)
RomanceLas historias que comienzan en primavera siempre terminan en invierno. [ 441 / 441 ]