Recomendación para leer; escucha “Mar” de Esteman. . .
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- 20 de junio… - Dijo Keiji con los ojos apenas abiertos mientras miraba la pantalla encendida de su teléfono. – Finalmente es el día…
Con lentitud y sin nada de presura, levantó el torso solo para darse cuenta de lo imposible que le sería salir de aquella casita de cobijas, que ocultaba las luces delatando que ya era de mañana.
- Bokuto… san. – Llamó sin intenciones de despertarlo, observando como su pierna descansaba sobre las suyas y uno de sus brazos se mantenía abrazándolo a la altura de la cintura, con una plácida sonrisa que decía lo mucho que disfrutaba sus horas de sueño, y lo lindo que se veía. - ¿Qué haré con usted?
Inevitablemente, se dedicó unos segundos para analizar y admirar cada facción que lucía tan relajada en ese chico, todavía incrédulo de lo hermoso que era.
- ¿Cuántos días serán los que tendré este privilegio? – Suspiró felizmente embelesado por el joven. – Espero que toda la vida…
Después de 15 largos, difíciles, y exhaustivos minutos, Keiji logró escapar de ese búho adormilado que ni se había inmutado de su ausencia, de inmediato y aprovechando el tiempo que tendría libre, cambió su pijama por el uniforme de la academia. Ese blazer y camisa azuladas acompañadas de aquel emblemático pin que Akinori, Komi y Koutaro habían intentado robarle anteriormente.
En el baño, luego de lavarse el rostro, cepillarse los dientes y encontrarse con el conjunto de limpieza personal de Bokuto, personalizado de animales, se quedó unos minutos perdido en las vendas que le seguían rodeando el brazo.
Aún no había pensado sobre la recaída que había tenido el día anterior, pero confiaba con todo su corazón en que no volvería a suceder pronto, y que no tendría que preocupar a su madre por algunos días más, así asegurándose de ocultar cualquier rastro de la blanca tela con ayuda del uniforme.
En cuanto terminó de prepararse, se dirigió a la cocina en donde hace unas horas había ocurrido aquel accidente. Pensó unos cuántos segundos que sería bueno preparar, optando por fruta picada y aquellos “panqueques extra esponjositos” que Bokuto le había comentado alguna vez que le encanta comer.
Después de treinta minutos cuando el chico había terminado de preparar todo, se dispuso a ir a levantar a Bokuto, quien no había mostrado señales de vida en todo el rato que él ya tenía despierto.
- ¿Será así una mañana normal de dos personas? – Los ojos de Akaashi miraban curiosos al interior de la habitación al percatarse que su hiperactivo búho ya se había levantado. - ¿Bokuto… san?
Pero nadie respondió.
- ¿Salió sin que me diera cuenta? – Tomando aquella como la opción más probable, se dispuso a entrar al baño para lavar sus manos y volver a asegurarse que los vendajes no fueran visibles, ya que si alguno de sus amigos o su madre llegaban a verlos se armaría un completo revuelo.
Así sería la vida en pareja, ¿eh?
Repitió para sus adentros, puesto que si ponía a pensar en ello, él ni siquiera sabía cómo era la vida de un par de enamorados ya que sus padres no habían seguido tal patrón usual en las personas, de cualquier manera, eso no borraba que Keiji siempre hubiera amado todos los años viviendo en soledad con su madre.
- Hmph… - Pero antes de poder siquiera abrir la puerta a la que se dirigía, esta se le adelantó dejando ver a un alto joven con el cabello peinado hacia abajo por el agua y con el torso descubierto. - ¡B-Bokuto – san!
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Mi gran amor está en el cielo. | (Bokuaka)
RomanceLas historias que comienzan en primavera siempre terminan en invierno. [ 441 / 441 ]