Viviendo en la tormenta

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"Te enseñaré el pasado de mis heridas"

Tenía sujeta a Seyran de su cintura con ambas manos y mi frente pegada a la suya, nuestros alientos chocaban mientras ella tenía los ojos cerrados y cualquier indicio de posible ira que quedara en mi cuerpo desapareció cuando me volvió a besar.

Sabía que ella lo estaba intentando pero mi miedo al abandono, al rechazo, me hacía desconfiar incluso de momentos como este, porque no quería apegarme a Seyran mas de lo que ya lo estaba haciendo y si permitía que avanzara sólo me iba a doler mas su partida.

Pero sus labios tocando los míos, sus delicadas manos acariciando mi rostro, un rostro que había sido golpeado durante tantas veces, ella estaba tocando una triste oscuridad con la belleza de su luz y me estaba volviendo tan adicto a esa sensación que tenía miedo de lo que haría en caso de que ella se marchara.

Besé sus labios con más fuerza intentando callar cualquier pensamiento que me alejara de su boca y ella me correspondió con devoción, mis manos viajaron a su cuello para acariciarlo con delicadeza mientras nuestros labios seguían buscando refugio con necesidad.

Mordí su labio inferior gentilmente y ella soltó un ligero gemido que me regresó a la realidad de la situación y la separé de mí.

Ella comenzó a respirar rápidamente para recuperar el aire y yo alejé unos cuantos cabellos que se habían pegado a su boca para que mi mano pudiera acariciar su mejilla.

Me sentí indigno de la forma en la que me estaba mirando en ese momento, sus grandes orbes jade me observaban con alegría, había una pequeña sonrisa en sus labios que se dibujaba cada vez que me veía, yo sabía que apartaba la mirada rápidamente para que no me diera cuenta de aquel gesto pero lo sabía, sabía que algo en el fondo de Seyran me quería sólo que no a la misma intensidad que yo la amaba a ella.

Y eso me estaba matando, porque ella ni siquiera me decía si era real ese sentimiento o un producto de mi trastornada cabeza.

"¿Alguna vez te dicho que eres preciosa?" ella me sonrío con mas intensidad y yo sólo seguí acariciando su mejilla sin perder seriedad.

"No, mi esposo nunca me lo dice" respondió con burla mientras hacia pucheros pero yo no me reí, sólo seguí admirando su belleza mientras intentaba analizarla.

"Tu esposo no te merece" mencioné lentamente observándola con rigor, ella sólo sonrío negando, me acerqué a su oído y susurré "cualquier hombre en esta tierra que sea bendecido con tu belleza debería alabarte cada día al despertar"

Ella no se apartó y se acercó a mi oído con confianza "Yo lo sé, tal vez debería dejarlo" ahora ella me coqueteaba a mí e intente no reírme para dejar que se sintiera cómoda.

"Tal vez es lo mejor" susurre en su rostro y ella sólo negó.

"No puedo dejarlo" y a pesar de que su respuesta se escuchaba sincera yo quería escuchar que ella no quería dejarme, no que no podía.

"Que maldito bastardo con suerte" ella sonrío ante la broma y yo tenía muchas ganas de volverla a besar.

"¿Qué hubieras hecho si en lugar de casarte conmigo me hubieras conocido casada con otra persona?" su pregunta me sorprendió e inmediatamente la besé para recordarme que ella era mía.

"Hubiera maldecido su nombre cada día de mi existencia, no me importaría desafiar a las leyes del destino y te hubiera robado de su compañía porque estoy completamente seguro que aquel maldito no te hubiera llegado a querer ni una milésima parte de lo que yo te deseo, porque desde que te vi supe que nunca iba a llegar a querer a alguien con la misma intensidad que tenerte a ti, tenías que ser mía, eso es tan cierto como la sangre que corre por mis venas"

Quiero que te rindasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora