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El silencio era sepulcral, mientras que aquella sonrisa volvía a ensancharse frente a él, un par de chasquidos hicieron que uno de esos dos hombres se moviera para quitarle la bandeja en sus manos para después aquel hombre de cabellera rubia lo tomara con fuerza por su brazo derecho y lo jalará hacia su cuerpo.

—¡Disfruta de tu estadía! —menciono York con voz animada, la sonrisa en el jefe era cómplice—. Puedes usar cualquiera de las habitaciones del cuarto piso.

Al escuchar aquello Yoongi se alarmo, no, esto no podía estar pasándole, se supone que solamente trabajaba allí como uno de los meseros en el casino, no era un escort, jalo su brazo para que Jimin lo soltase pero no fue así, el agarre de hecho de hizo incluso más fuerte, intento una y otra vez, forcejeando para que de una vez por todas lo soltará, pero las intenciones de aquel pelirrubio no eran soltarlo.

—Quédate quieto, minino —murmuro por lo bajo, la leve raspera en su voz lo hizo detenerse, en sus ojos se podía ver claramente una advertencia—, vuelves a moverte de esa manera y terminaré con tu vida, ¿entendiste? —trago pesado ante sus palabras, claro que entendía y no es como si Yoongi quisiera morir en ese preciso momento, así que con miedo dio un pequeño asentimiento con la cabeza.

Jimin dejo de mirarlo y volvió su vista hacia York.

—¿Cualquier habitación?

—Cualquiera —afirmo York juntando sus palmas—, disfrútalo.

Dio un asentimiento y entonces las puertas se abrieron dándoles paso, primero salieron los dos acompañantes del pelirrubio y después Jimin se dispuso a jalar a Yoongi para que caminaran fuera de la oficina, Yoongi quería resistirse pero al sentir el fuerte apretón en su brazo decidió no hacer o intentar ninguna clase de movimiento que fuera brusco, porque si lo hacía terminaría por otorgarse su propia sentencia de muerte, así que era mejor mantener la guardia baja, no sabía exactamente quien era ese sujeto, pero por lo visto se trataba de un problemático, dio un pequeño vistazo hacia atrás, encontrándose con las puertas cerradas de la oficina de York, un sabor acido inundo su boca, ese hombre prácticamente lo había vendido a ese pelirrubio sin importarle nada, mordió levemente su labio inferior, se sentía impotente al no haber tenido oportunidad de escupirle en el rostro por lo que había hecho.

Llegaron al ascensor el cual abrió sus puertas, los dos hombres que estaban acompañando al pelirrubio entraron primero siendo seguidos por Jimin quien tomo por la cintura al pobre doncel apretándolo para acercarlo más a su cuerpo y así caminar juntos para que entrará por la fuerza al ascensor, en cuanto lo hizo las puertas se cerraron, de pronto un brazo cubierto por diversos tatuajes se aproximo al tablero oprimiendo el botón del tercer piso, el nerviosismo volvía a invadir por completo a Yoongi, ¿qué podía hacer? El hombre de cabellera rubia había sido muy especifico, un movimiento brusco y ya le podía decir adiós a su vida, Yoongi no quería morir.

—En cuanto lleguemos al tercer piso, ustedes volverán al casino —hablo Jimin sin mirar a los otros dos.

—¡Excelente! —exclamo el hombre de hebras oscuras mientras se relamía los labios—. Llego la hora de apostar —Jimin sonrió ladino al escucharlo.

—No creo que sea para apostar, Jungkook —dijo el otro hombre que aún portaba lentes oscuros—, supongo que tienes un plan, ¿no? —pregunto esta vez mirando a Jimin, quien de inmediato dio un asentimiento.

—Lo tengo —dijo el pelirrubio—, pero antes de seguir con esto, hay que divertirnos un poco —miro hacia el hombre de lentes oscuros—, procura divagar por el lugar, necesito que encuentres otro hotel para hospedarnos y que quede lo más lejos posible de esté lugar, no quiero que el imbécil de York mande a sus perros a vigilarnos.

Paradise Street ||JimSu||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora