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Para algunos, la ciudad podía considerarse como una nueva oportunidad en la vida, para otros era un paraíso lleno de todas aquellas vanidades y extravagancias que muy pocas personas podían tener el lujo de tener en la palma de su mano durante toda su maldita vida, para algunos era considerado una locura y debían estar lejos de sus calles, pero por supuesto, la tentación era enorme, como aquella manaza a la que Eva se atrevió a morder, nadie podía decir que no quiere ir a Las Vegas, porque sería una gran mentira. Y, aunque eso suceda, algunas personas preferían huir de ese lugar, sonrió con sorna, sintiendo como las palmas de sus manos comenzaban a sudar levemente, el picor en la punta de sus dedos no lo había dejado tranquilo en ni un solo minuto, pero eso era lo que más lo hacía sentir vivo en ese momento.

Sus lentes oscuros impedían que la poca luz que entraba en el vehículo le hiciera daño a la vista, mientras que mantenía sus piernas cruzadas y se disponía a mirar por una de las ventanillas del vehículo, prestando atención a la que se encontraba del lado derecho, las calles no estaban tan atiborradas de personas, no eran vacaciones, y eso era un buen momento para disfrutar, la temporada alta, solamente hacía que todo fuera bullicioso, y eso a veces causaba grandes dolores de cabeza, o era así como Jimin lo consideraba.

—¿Desde cuando esta maldita ciudad abre los casinos tan temprano? —pregunto Jimin al percatarse de que muchos de ellos estaban abriendo sus puertas, eran cerca de las siete de la mañana.

—Nevada es un lugar muy extraño, señor Park —menciono el conductor, de inmediato Jimin dejo de mirar por la ventanilla para pasar a ver a conductor—, las leyes por aquí parece que jamás aplican.

—No por algo es la ciudad del pecado, Nam —soltó un resoplido—, pero aún así, Jimin, tiene razón, abrir los vicios tan temprano es demasiado pronto hasta para este lugar.

Kim Namjoon y Jeon Jungkook, fieles amigos y manos derecha de Jimin, claro, uno más que el otro, Jimin ha conocido a Namjoon desde su niñez, el señor Kim siempre había sido el chofer y guardaespaldas de su padre, claro hasta el día del pequeño accidente, ahora Namjoon trabajaba para él, pero Jimin no consideraba que el hombre de cabellos oscuros como la noche fuera uno más de sus empleados, claro que no, se conocían desde pequeños, y eso hacía que los lazos de empleado-jefe, se fueran totalmente por la borda, considerar a uno de sus empleados como uno de sus más fieles cercanos, no estaba mal, Namjoon sabía muchas cosas sobre él, y viceversa, y eso lo hacía especial, un gran amigo, y por supuesto no había comparación. A Jungkook... el chico es intrépido, lleno de demasiada energía, apostador compulsivo y un total desastre en cuanto se trata de tomar el control de su propia persona, el tipo estaba demente, pero eso no le importa mucho a Jimin, porque es agradable tenerlo como uno de sus guardaespaldas y colegas cercanos, se habían conocido en la universidad, era increíble que Jungkook estuviera estudiando psicología, era como si el guasón quisiera estudiar sobre su estado mental, quizás Jungkook quisiera diagnosticarse a él mismo, o quizás creía que los demás eran los locos a su alrededor, su padre le diría que no debe involucrarse con esa clase de personas, pero ya era demasiado tarde además, no es como si Jimin obedeciera a un muerto.

—¡Hey! Mi casino favorito abrió temprano —la voz de Jungkook lo hizo mirarlo—, deberíamos ir a echar un vistazo, ¿no creen?

—Jamás has apostado en este lugar —comento Jimin, Jungkook le dio un pequeño vistazo por el espejo retrovisor—, además, sabes muy bien que no hemos venido a perder el tiempo en las tragaperras.

Jungkook soltó un bufido.

—Nuestros asuntos son más importantes que los juegos de azar —volvió a hablar Jimin.

—Sí, sí, lo sé —rodo los ojos—, pero después de arreglar esto, quiero dar un paseo.

—Más bien lo único que quieres es gastar el dinero en esos casinos —menciono Namjoon mientras detenía el vehículo—, Peché Mortel está cerrado.

En cuanto el nombre de aquel casino fue escuchado por Jimin, no tardo en que su semblante se endureciera, Namjoon se había estacionado justo del otro lado de la acera, alejado de aquel espantoso edificio, y Jimin no tardo en acercar su cuerpo hacia la ventanilla del lado izquierdo, llevo su mano más cercana hacia el pequeño botón que se encontraba cerca del seguro de la puerta del vehículo y no dudo en oprimirlo con cuidado, de ese modo, la ventanilla del vehículo fue bajando lentamente, sin prisa alguna, Jimin jamás llevaba prisa, y mucho menos ahora que todo debía ir al pie de la letra y perfecto, en cuanto la ventanilla fue bajada en su totalidad, la calidez total de la luz del sol logró dar con la piel de su rostro, haciéndolo sentir el golpe de la luz cálida, pero no le importo, lo que le importaba ahora mismo era ver ese lugar, ese maldito lugar.

Peché Mortel, o el casino de los capitales, como era casi siempre conocido por todos allí, ¿la razón? Según el dueño de ese lugar, era el único casino de todas Las Vegas en donde podías disfrutar de los siete pecados capitales sin que la culpa te remordiera la conciencia, patético, Jimin sonrió ladino, la edificación consistía en veintisiete pisos exactamente, diez de ellos se componen de todas las áreas de juegos de azar, en la planta baja estaba el restaurante, barra libre, donde podías comer todo lo que pudieras tener a tu alcance por un precio accesible —aunque nadie notaba que los precios eran inclusive más elevados que en otros lugares—, las prohibiciones de bebidas alcohólicas a menores no estaban dentro de ese lugar, cualquiera podía entrar, pero los más jóvenes debían de estar alejados de las apuestas, el resto de los pisos... se les consideraba la capital de los martirios, juegos sucios, prostitutas, Jimin estaba seguro que inclusive en ese lugar estarían las zonas especiales para la venta de estupefacientes, no lo dudaba, el dueño de ese lugar es un maldito degenerado.

—Peché Mortel —leyó Jungkook para después soltar un largo silbido de una sola nota alta—, ese lugar tiene mi nombre escrito.

—No sólo el tuyo, Jeon —comento Namjoon—, creo que hasta yo caería allí dentro sin dudarlo ni un minuto.

Jimin escuchaba a sus colegas, pero no les daba importancia, lo único que miraba era la entrada de ese lugar, y el recuerdo de su padre venía a su mente una y otra vez, apretó su mandíbula con fuerza, mordiendo su lengua dentro de su boca, y las puntas de los dedos de sus manos volvieron a picar en impaciencia, porque eso era lo que sentía, estaba impaciente por entrar a ese lugar y por fin darse un buen trago dulce de Cannes para calmar su ansiedad, sonrió nuevamente, sin mostrar sus dientes.

—Descuiden —menciono Jimin—, muy pronto nos daremos el gran lujo de estar dentro de las fauces de Lucifer y deseará no habernos tragado —Jimin dejo de mirar el casino—, pon en marcha el vehículo, iremos al hotel para prepararnos y —volvió a mirar al lugar y no tardo en sonreír en grande—, vendremos a divertirnos...

—Sí, señor —menciono Jungkook animado, mientras juntaba las palmas de sus manos y comenzaba a frotarlas con frenesí—, ya quiero entrar a ese lugar.

—Necesitas ir a tratarte con un especialista, Jeon —dijo Namjoon mientras encendía el vehículo.

—¿Tú diciéndome algo como eso? ¡Já! Quién lo necesita más aquí serías tú, mi fiel camarada.

—Sí hablásemos de locura, eres el rey...

—Sí, como no, de todas formas...

Jimin dejo de prestar atención a la conversación que estaban teniendo esos dos, y decidió mirar de nuevo ese lugar, el cual en pocos segundos fue alejándose gracias a la velocidad del vehículo, Peché Mortel, sonrió ladino, muy pronto aquel lugar recibiría a sus primeras visitas especiales, porque no importaba si Elvis Presley, Frank Sinatra o Jerry Lee Lewis pasaron primero por allí, ni siquiera si el mismísimo presidente se daba escapadas para ir a los casinos, no nadie importaba más que él, Park Jimin, y por supuesto sus queridos y más fieles amigos, nadie más importaba más que ellos mismos.

Paradise Street ||JimSu||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora