CAPÍTULO XVII

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Me levanté de golpe de la cama, eran las 8:00 Am. Mi madre antes de irse me mandó a buscar pan y hacer algunas compras. Me quedé dormida, ya para esta hora Jonh y Harnold debían estar aquí.

–Mierda.

Me di una ducha rápida y salí hacer las compras lo más rápido que pude.

Mi celular estaba sonando y salía el nombre de Jonh en la pantalla, mis manos sudorosas por los nervios me impedían apenas y coger la llamada.

Ken:Aló.

Digo burlona a través de la línea, soltando una pequeña risa.

Jonh:Hola princess.

Ken:¿Ya están aquí?

Pregunto ansiosa.

Jonh:De eso quería hablarte.

Ken:No me digas que no vienen porque voy a sufrir un paro cardíaco.

Jonh:No, no es eso. Solo que se nos fue el primer bus, y tenemos que esperar el segundo. Era para que supieras porque nos íbamos a demorar un poco.

Solté un suspiro de alivio y sentí como mis hombros ya tensos se habían relajado.

Ken:Ah que bueno ya estaba pensando mil maneras de mi funeral.

Jonh ríe y yo junto con él, entonces lo escuché, escuché su risa y decir mi nombre.

Kendáll.

Ken:Cuando lleguen me llamas, voy a estar en mi casa.

Jonh:Vale mi niña. Nos vemos.

Ken:Nos vemos.

Corto la interacción telefónica, y sonrío como tonta.

Joder.

Voy a ver a Harnold.

Hace días que lo vi, no llega ni a la  semana, pero es como si pasara una eternidad.

Hice las compras con una sonrisa que no era la fingida de todas las mañanas, fingiendo estar feliz cuando realmente estaba muriendo de sueño. Hoy no, hoy estaba bien despierta y muy feliz.

–Buenos días doña Mari–ella me mira extrañada y de mala gana, mientras buscaba la bolsa de pan.

Tan amargada como siempre.

Ella me entrega la bolsa de pan y yo le entrego mi dinero, esperando el cambio.

–Muchas gracias doña Mari–digo despidiéndome con la mano y una vez más se queda callada y me mira mal.

Salgo emprendiendo mi camino dando saltitos bien feliz para ir a terminar de hacer las compras.

–Vieja amargada.

[...]

Una vez terminada todas las compras regresé a mi casa, organicé todo e iba a preparar mi desayuno mientras esperaba a que mi celular sonara.

Conecté mis auriculares y puse una canción movida, y mientras cortaba el pan bailaba al ritmo de la música y a cantar a todo volumen.

–Quédate otra vez, quédate toda la vida...

El concierto que me tenía montado para las cazuelas y los cubiertos de mi cocina fue interrumpido por mi tono de llamada. Corrí hacia arriba de la nevera y vi el nombre en la pantalla.

Jonhi.

¡Ya están aquí!

Ken:¿Dónde están?

Me Enamoré De La Persona Equivocada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora