13. Doble cita.

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La cita marchaba de la mejor manera, aunque a Iridian no se soportara en absoluto, hice todo lo posible de no matarla durante la noche.

En realidad parecía ser cita Karem de Luisfer. Se reía de sus chistes y escuchaba con atención, entablando una postura de diálogo, le contó mas de ella y de sus aficiones, relajada podía verle y me agradaban juntos.

Ya no estaba en ella la tensión y chica cohibida por las mañanas que tanto agobiaba a Luisfer.

Me sentía satisfecho con la doble cita, ignorando la hostigante atención de Iridian. Sólo recordaba y tomaba en cuenta a Luisfer cuando me miraba. Estuvo en el celular toda la noche.

En cambio Karem, fue la chica mas atenta y agradable que jamás había conocido y lo mejor. No idolatraba a Luisfer.

—Pediré la cuenta.—sonreí abiertamente mirando a todos. —Si. Por favor. —Metió la mano entre el brazo de Luisfer entrelazando sus dedos con los suyos. Karem bajo la mirada desilusionada. No tome importancia a la provocación de Iridian, simplemente vi como la rechazaba frente ella.

Habíamos escogido algo reservado y juvenil, podíamos sentirnos ricos por una noche y lo que restaba de ella. Acompañados de dos chicas.

Pero a pesar de eso, mi día había sido un asco. No me concentre en la practica del teatro, ni siquiera me relaje, Iridian todo el día se la paso con Luisfer, hablando de las miles y miles de virtudes suyas, discutiendo cosas tontas y teniendo leve contacto cuando me veía. Estaba cansado de ella.

Lo mas importante y divertido que pudimos hacer, lo canceló por un helado con Iridian. Me preocupaba, en serio lo hacia. Estaba descarrilando nuestras metas por una niña.

Y para rematar con mi mala suerte, la doble cita estaba a continuación por terminar. Iridian se volvió insoportable en minutos. Tal vez era muy atractiva y lúcida, deseaba sacarla del mapa y decirle todo a Luis, pero el código de amigos y ética me prohibía sabotearla.

—En un millon de años seriamos amigos, mucho menos pareja.—me dije de manera que le sonreía a Luisfer por motivo de la excelente noche que pasaba. Aún agotado de aquello fingí.

Todo el día Viviana en mi mente se quedo.Esa niña estaba presente a cada momento. Me estaba hartando también de eso. Amor a primera vista, o ¿amor a primera suspensión?

—Bien, vayamos a casa.— propuse levantándome de la extravagante mesa, ayudando a Karem como el caballero que debía comportame.

Aceptaron todos. El camino de regreso fue tenso, silencioso, incómodo.

—Bien, llegamos. —anunció Luisfer, animando a Iri, estaba esperando a que Luisfer le abriera la puerta del auto.
Ambos salieron del vehículo dejándola  hasta la puerta de su casa.

—Gracias por la cena. Y la excelente compañía.—Interrumpió entre risas Iridian al bajar del auto. Mi acompañante y yo nos quedamos en silencio, asintiendo sin emoción. Sabía que al darnos la espalda estaba haciendo alguna mueca de desagrado.

Suspire profundo y le sonríe a Karem. Ella se encogió de hombros con una bonita sonrisa, fresca.

—Karem, no quiero que mal interpretes yo.. —Lo sé, querías que Luis y yo compagináramos, pero no funcionó. —cortó mi explicación de un tiro. Sonrió con la luz del teléfono alumbrándola. Escribía a toda velocidad en él.

—¿Puedes llegar tarde?

El silencio reinaba de nuevo al encender el motor. Luis subió suspirando cansado, se incorporó con sorpresa al ver como copiloto a Karem.

—Próxima parada, casa de Karem.—ambos por cortesía se sonrieron al tiempo. El torso de Luis giró en mi dirección, asustado sin saber que hacer.

Alce la cejas con fingido desentendidomiento,  bostece y mire a ambos desde la parte trasera. No dude dos veces en asomarme en medio de ambos como retrovisor.

—Ok, me harán un favor. —sarcástico pase las manos sobre mi cabello, incorporandome al costado trasero de Luisfer.

Salí del auto enfundado de smoking.

—Buenas noches chicos, nos vemos mañana. —hice una señal con dos dedos sobre mi frente. Esas que hacen algunos militares al saludar, con el brazo izquierdo recargado le tome la mejilla a Luis. —Diviértanse. — sólo brillaba levemente un faro sobre ellos, la vista desde la ventana de Luis me desmentía tanto... Estaban silenciosos, nerviosos.

Sonrieron, Karem se retiró un mechón del rostro tímida, despidiéndose con la otra mano de mi. —Estas seguro que no quieres que... —Muy seguro.—intervine con voz firme. —Pediré un taxi.

El mini cooper negro se alejaba de mis pies. La cita apenas comenzaba para ellos.

—Soy el mejor.

Camine largas cuadras a casa, el ventanal de Iridian descansaba entre la oscuridad, entre tanto suspire deseando no llegar jamás a casa. Note una silueta femenina caminar con la misma lentitud de mis pies, le imite, entre la oscuridad seguía existiendo resistencia al avanzar, al igual que yo. Se acerco mas enfundada en jeans un un libro en manos. Tenía la cara distraída, perdida, entre la claridad de las lampara supe quien era. —Viviana.—me dije preocupado rascándome la nuca al echarme un vistazo. Lamente estar elegante, pensaría al verme que tuve una cita. Quede hechizado, solo la miraba acercarse, no lograba conjuntar movimientos, sólo conseguía contemplarla.

Me sonrió. —Adiós.—No pude ni conjugar una respuesta. Solo la miraba alejarse a un costado mío.

Patético, me sentía alejado de mi propio nombre, Carlos Colosio.

LUISFER
La noche parecía irse como agua entre mis dedos. Karem miraba la luna recostada en el pasto, brillando como su vestido voluminoso. Yo estudiaba las estrellas junto a ella, rozando sólo nuestros brazos con las manos reposando en nuestras barrigas, en completa calma tomando el control, entablando una conversación.

—Lamento tratarte estos últimos días cortante. O bueno, siempre.

Suspiro delicadamente.

Seguido de un silencio agradable, tome eso como un disculpa aceptada. La noche nos abrazo a los dos, por casi dos horas. Mirándonos con indecisión entrelazamos nuestros dedos por instantes, sus ojos brillaban como las estrellas, platicando lo que nos da y quita la vida, reímos, bromeamos, inconscientemente sentía ser ya algo mas para ella.

Y fue así como me di cuenta que Karem era quien tanto esperaba y necesitaba en mi vida. Sonaba demasiado apresurado decir eso, pero, llenaba mi existencia de interés y también de armonía. El balance estaba sin duda en ambos y me gustaba, me agrada sentirme así.

—Nunca pensé tener este momento contigo.—sonrió levemente escondiendo de nuevo un mecho de cabello, la estaba avergonzado.—Tú..

—Me pareces preciosa.

Bajo el rostro, mordiendo levemente los labios. Rasque mi nuca, imitando su acción. Jugábamos con el pasto, así como lo hacíamos con nuestras manos. 

—Y tú un mentiroso. Queda bien.

—Sigues pareciéndome preciosa. —golpeo levemente mi hombro, fingí quejarme. —Incluso después de esta agresión, me pareces más preciosa.

Mi diario se llama, LUCAH. (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora