23. Heridos

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Dio un portazo quedando fuera del peligro. Carlos corrió hasta el vidrio del auto que los separaba.

Vivi, déjame explicarte por favor. Viviana no me dejes así, sin ti. Te necesito, sal un momento. —suplicaba tan cerca del vidrio polarizado, golpeándolo como si le faltara el aire, desesperado y con llanto verdaderamente imperdonable. Sus sollozos me herían tanto como a él, pero Viví tenía razón. No podía verle la cara, me mantenía petrificado con las manos sobre mis rodillas.

—Vivi tal vez deberí...

—¡Arranca el puto auto Karem! —En un altanero grito Viviana, estallando en completo berrinche. Esto era demasiado y Karem seguía en shock.

Karem arrancó el auto con violencia, apartando a Carlos del auto. Karem decidió manejar, para poder charlar con ella mientras íbamos a casa. No podía siquiera mirar a Vivi, me sentía tan culpable como Carlos, y al mismo tiempo traicionado como ella.

Lo creía sincero y verdadero su amor por Viviana.

—Llegamos nena. —En medio de un suspiro Karem la invito a salir del automóvil. —Vivi. —los largos dedos tibios de mi chica se posaron sobre su hombro.

—Cuentas conmigo para lo que sea, somos tus amigos y lo que hizo Carlos. Yo. No lo sabía. Perdón. —asintió indiferente. No confiaba en nadie y era muy válido.

—No pasa nada muchachos, estoy bien. Lo estaré. ¿Ok? — beso nuestras mejillas, apartándose fuera del auto. Esperamos a que llegará a la puerta de su casa.

Marchándonos a gran velocidad de allí, quedo a su suerte. Pudo decir adiós, sin llorar. Era muy fuerte.

Estaba seguro de que en casa se encerraría a llorar y desear no haber confiado en Carlos, pero es que no entendía que pasaba con Carlos, estaba escarbando demasiado en la tierra del pasado. Podía imaginar a Vivi con la espalda pegada a su pared, miserable y con malas palabras resonando sin permiso alguno, le habían fallado.

A oscuras y sin compañía lloraría, maldiciendo todo lo relacionado con Carlos y no la culpo, hasta yo me sentía burlado.

—Le llamaré. —asentí mientras conducía.

—¿Vivi? —un sonido lejano delataba sus lloriqueos dolientes. Una risa amarga soltó al decir que sí, no se escuchaba nada, solo su voz y el dolor

—¡¡Estúpido Hermosillo, estúpido regreso a "casa"!! ¡¡Maldito sea el día en que ingrese a ese estúpido instituto de creídos, estúpido Carlos!! —Karem me miro con tristeza, escuchábamos en alta voz a una chica recién humillada. No sabíamos que decir. —Tengo que irme— en tono seco "corto" la llamada. Un golpe nos hizo imaginar que solo se deshizo del telefono.

"¿Que no te das cuenta? ¿¡No te das cuenta del daño que me hace!?"

El celular arrumbado seguía con la llamada conectada, se entendía que trataba de deshacerse del entre objetos y frazadas, un golpe sonó cerca de la bocina de su celular. Karem me miro aterrorizada.

"—Que hiciste Carlos Colosio, ¿Qué hicisteeee? —El fiel acompañante de la noche, madrugada y parte del amanecer es el café con música. Evidentemente de Lucah para torturarme. —estaba hablando sola, el despecho de Vivi la tenía perdida en su momento a solas. No teníamos el valor para colgar."

Minutos más tarde.
Perdió la razón, o eso deducimos, estaba dormida, después de una larga noche deshidratando su cuerpo, esperábamos que sus terribles motivos y también su sufrimiento bajara por la mañana. Me prometí jamás dañar a Karem así ni a ninguna chica que cruzara en mi camino.

***


Viviana huía sin mirarme ni compadecer, se marchaba con el alma en pedazos. La había lastimado. Y yo, aquí con un hueco mucho más infinito y profundo que el anterior. Ahora estaba aquí, derrumbado sin motivos para vivir. Arrastrándome por el piso como la basura que soy, ahogue palabras indirectas. Lastime a la única y hermosa razón de mi vida.

Mi diario se llama, LUCAH. (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora