20. Serenata

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Faltaba una hora para llegar a las doce de la mañana.  Nos encontrábamos ya en camino al lugar de encuentro y declaración, dos enamorados, doce de la mañana, una cancion, dos sílabas formando el, sí.

Me reía de todo lo que le decía Carlos, había cosas que ni siquiera tenían gracia, me causaba esta actitud adoptada por mi cierta vergüenza, que divertido y ridículo era el amor.

Las guitarras estaban aguardando ya en el mini cooper, mientras manejaba cantábamos para hacer menos la tensión causada por la emoción. No pude evitar pensar en una situación similar a Carlos, quise ponerme a reflexionar, pero a decir verdad iba a ser peor, creo que me comenzaría un ataque de nervios y pánico escénico, Vivíana lo alteraba y ponía mal.

¿Que sentirá en realidad Carlos por ella?

No me aguantaba las ganas de estar ya allí, bajo su balcón. Sentía cosquillas en el estómago, era como una revolución de sensaciones diferentes. La causa es mas que obvia, era mi primera vez declarándome a una niña oficialmente.

Mi primer acto de amor.

Bajamos del auto negro, el mismo de siempre. Inhale profundo, oxigenando mi cerebro, seguido de unos pasos con la guitarra en mi regazo le susurré bajito a Carlos, estaba afinando su guitarra en el cofre, quitado de la pena.

Como si fuera algo sencillo y sin importancia me alzó el rostro sin expresión. Estaba atacado en temor, las manos sudaban y mi corazón bombeaba sin parar, no funcionaban mis piernas y recordar tener voz para cantarle estaba en duda.

—Hey. —Carlos mascaba despreocupado goma de mascar mirando el balcón de Karem, lo ignore. Cerré los ojos y pensé en todo lo que me impulsaba a estar allí.

—Hey.— de nuevo me llamaba. —Venga Romeo, escuchame. —Gire sobre mi  propio eje para mirarle sin emoción.

—¿Todo bien? Por que yo estoy más que preparado.

Caminamos hasta el balcón de Karem, era una residencia muy moderna, los balcones sobresalían por los hermosos barandales color caoba, con el fondo beige y capuchino. Lleno de áreas verdes su fachada estaba inundada por una enredadera pegada a la pared, cerca de su balcón le daba vida y un aspecto muy natural, tenia dos niveles de colores, y un par de macetas con rosas.

Colocamos un amplificador para ponerle mas sabor al asunto. Idea de Carlos. Quería que todos en esa vacía y silenciosa calle se despertaran por nuestra ruidosa música, según su finalidad; Disfrutar del amor.

"Siempre intento olvidarte
Y te vuelvo a encontrar
Siempre en cada rincón y debajo del mar
Si me voy del planeta, eres la estrella fugaz
Si en las noches yo duermo
En mis sueños estás.

Eres sirena, oigo tu canto
Y me ahogo en tu cadera
Porque tu vuelvas yo daría lo que fuera
Por que me quites con tu piel esta condena
Que me mata y me envenena"

De par en par los vecinos encendían las luces de sus residencias, sus cabezas desde las ventanas adormiladas me invitaban a cantar más fuerte, en los balcones escuche vocecitas de niños suspirar, unos cuantos salieron a la calle enfundados de pijamas tenues y respiraciones apacibles. Pero Karem.. no salia, empece a sentir miedo..

" Mira morena, baila conmigo
y me sacas esta pena
Porque no hay cosa para mi que
sea tan buena
como tus labios en mis labios,
vuelve a casa te lo ruego."

Por fin, las luces de su habitación encendieron chispas y un ritmo cardíaco exagerado me invadió el cuerpo, la silueta fina se quedo inmóvil con las cortinas cerradas, las puertas de su balcón se abrieron poco a poco, una perfecta sonrisa se asomó aun obstruyendo cualquier tipo de defecto en su natural rostro, tomaba mechones de su cabello con pena y también con emoción, mi niña disfrutaba la canción.

Mi diario se llama, LUCAH. (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora