— ¿Qué haces aquí Iri?, ¿Que no sabes que esto son conductos de ventilación?—espeté dramático, trataba de fingir y actuar para que no sospechara, pero no funcionaba, ya sabía más de lo que debía.
—Me importa un comino que sea esto, necesito que me expliques, ¿que están tramando, Carlos? —fruncí el ceño, Luisfer quedo inmóvil detrás de ella. Se notaba cansado por el tiempo subiendo escaleras hasta este lugar.
El reto estaba sobre la mesa y tajante eche un vistazo a la puerta de nuevo, en busca de otro entrometido o chico merodeando a Iridian. Pero no, sólo estábamos nosotros. —Veté de aquí.
—Tienes que salir de aquí cuanto antes.—tomó Luisfer sus hombros con tacto guiándola afuera del cuarto lleno de cajas y herramientas.
—¡Que no me voy! Exijo que me expliques.—Cruzada de brazos, paró en seco sus forcejeos, era inútil moverme, no antes de escuchar un grito para delatarnos, usaríamos la cabeza. —Está bien, te explicaré todo. — carraspeó Luisfer desairado.
—Genial. —enganchó sus brazos a las caderas con fuerza, sus ojos me clavaron algo de intriga y desconfianza. La ignore.
—Pero...—expuso espontáneamente Luisfer. —Si me dejas invitarte a salir.
—Le mire sorprendido, trague saliva deseando que ella mirará para otra parte y no a mi con satisfacción.—Acepto. —respondió sin tardanza. —Pero... —sus ojos penetraron los míos, con seguridad, Luisfer con des entendimiento me sonrió. —Siempre y cuando sea doble cita. —delibero entre suspiros y sonrisa pavorosa. Luis con la sonrisa helada giro hasta mi con horror, sin quitar en su sonrisa su confusa distinta a la emoción, ¿A quién le importaba que fuese doble cita?
Sin esperar respuesta con fuerza abrazo a Luisfer, susurrándole al odio alguna cosa que le causo tanto cosquilleo. Desapareciendo por donde llego con ese contoneo de caderas tan sutil y sexy en ella, me miro con frialdad.
Había Luisfer olvidado la razón del plan, e incluso exponerle a Iridian la versión de nuestro comportamiento extraño. Sólo brincaba de un lado a otro celebrando su muerte(porque eso era en realidad, un suicidio), bailo la macarena, el mechón, payaso de rodeo y todas esas ridículas canciones. Gritó con frenesí. — ¡ESTE ES EL MEJOR DÍA DE MI JODIDA Y SENSUAL VIDA! —puse los ojos en blanco antes de ser visto. Con los puños cerrados y cuerpo rígido, pateé su trasero.
— ¿Carlos? — lastimaba mi timbal su suave voz.
—¿Sí?—contuve mi irritación al responderle, me estaba cansando ya de arrastrar las palabras y esperar a Fernanda. —Deberíamos marcharnos, ya.—ordeno con mucho más seriedad Luisfer. —Por fin.—pensé.
Arrastrándome por el conducto de ventilación escurrí los músculos hasta llegar al espacio del gimnasio. Encendí un fósforo sin pensarlo dos veces, recorriéndolo por las regaderas situadas en el techo de los vestidores que se activan apenas con espíritus de humo escapando les chorros de agua helada.
Luisfer sonrió con maldad.—Eso los mantendrá distraídos—no solo se trataba del profesor y su tutor. Si no de toda esa rasquiña que teníamos ya de los límites. Siempre era el mismo cantar.
Jamás podíamos proponer algo descabellado, por que nos bajaban a pedradas y prejuicios. Y si, estábamos hartos. Esto era la guerra.
La puerta zumbó algunos sonidos, previa a una hojaldre recién barnizada de caramelo tratamos de hacer sonar. —Cállate, Luisfer.—cuchicheaba semi agachado. Se suponía que cuidaba mi espalda, pero no paraba de canturrear.
Nadie abría y la música de la dirección aun retumbaba el instituto.
—Así que desde Oaxaca, trajiste este chocolate. —dije en voz alta.
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Mi diario se llama, LUCAH. (Editando)
Fiksi PenggemarDos amigos, casi hermanos. Empapados de talento y pasión. El camino lleno de intrigas dificultara sus metas, secretos y problemas serán obstáculos para cumplir este sueño. Juntos o nada, son un equipo. El amor frustara sus vidas y la música...