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Sus brazos cálidos rodeaban mi cuerpo. Por primera vez desde que salí del hospital me sentí en casa... todos esos sueños, todas esas noches que me despertaba en la madrugada a escribirlos ahora sabía que eran realidad.
Hubo un momento en el cual lo miré, sus ojos estaban cristalizados y de un momento a otro me beso.

Sus labios... eran carnosos y suaves, el piercing en el no me molestaba en lo absoluto, haciendo del beso un poco más único.
Al terminar de besarle limpie una lagrima que caía de su mejilla ¿Era así de importante para él como él para mí?

Me giré un poco y note que Andy seguía parado ahí, mirándonos con una expresión de nostalgia en su rostro.

—¡Hey Andy! —dijo Tom.

—Kaulitz...

—Gracias, en verdad gracias.

Y él solo asintió para dirigirse a su auto, subir y comenzar a alejarse de nuestra vista.

—Eres tú...

—Por si lo olvidas —sonrió nostálgico como si un flashback pasará por su mente y quizá así lo era.

—Creí que todo había sido un sueño... yo, es decir...

—No tienes que decir nada, lo siento tanto, fui un idiota.

—Creí que solo existías en sueños —fui sincera y el tomo mi mentón.

—Me alegro de que no.

—¿Y mamá?

—Esperando por ti.

Volvimos a besarnos sintiendo el aire golpeando nuestros cuerpos. Físicamente era más alto y sus facciones completamente marcadas. De camino a casa no pude evitar preguntarle como se habían puesto deacuerdo en traerme ¿Eran mejores amigos?

—Cuando llegue al aeropuerto tú te habías ido, me rechazaron el pasaporte e incluso unos papeles que metí de intercambio a Francia en el instituto. Bill, me recordó que Andy estaba allá e... hice mi orgullo a un lado por ti, aunque tenía miedo.

—¿Miedo?

—De que no regresaras nunca y se aprovechará de ti.

Alce mis cejas algo sorprendida y confundida. ¿Andy? Pero fue muy amable conmigo todo este tiempo. Preferí no decir nada al ver que su cuerpo se tensaba.
Decidí simplemente mirar a la ventana, quería ver a mi madre, pedirle disculpas... simplemente sentir su amor.

—Ay por dios, Emma. Estas aquí.

Mi madre me abrazo mientras llorabamos juntas una vez que llegue a casa, Tom solo nos miraba desde la puerta sin decir nada. Después de un rato de largas platicas y el como mi padre había hecho eso solo para hacerla sufrir nos encontrábamos en los escalones de la entrada de mi casa.

—¿Así que dejaste tu orgullo?

Él me miró y después me hizo una media sonrisa.

—Estaba volviéndome loco. Jamás creí que lo haría, pero ahora estamos juntos.

—¿Andy es cercano a nosotros?

𝗔𝗩𝗘𝗥𝗦𝗜𝗢𝗡 |Tom Kaulitz|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora