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Al día siguiente por la mañana me encontraba sentada en la tumba de mi madre.

Coloque las flores a un costado y simplemente me sentía vacía

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Coloque las flores a un costado y simplemente me sentía vacía.

—¿Quieres ir a casa?

La voz de Andy detrás de mi me hizo dar un respingo. Le mire y nuevamente, como si no hubiese sido suficiente llorar toda la noche, tape mi boca dejando que las lágrimas invadieran mi rostro otra vez.

No había avisado a nadie, lo último que quería era recibir falsos perdones y lamentaciones, se que mi madre lo agradecía. Me encontraba enrollada en los brazos de Andy mientras acariciaba mi cabello cuando empezó a llover haciéndome sentir aún más deprimida.

—Vamos a casa, sino vas a enfermar.

Miré la tumba y pasé mi mano por el mármol.

—No quiero dejarle... no puedo Andy.

—Sé lo difícil que es —dijo como si en su mente pasara un flashback —Pero tu sabes que ella estaría molesta si estas bajo la lluvia.

Y con eso me convenció de ir a su auto. Al abrir la puerta me encontré con un lindo abrigo color menta, el cual sin mucha importancia hice a un lado. Andy entró a su auto y lo echo a la parte trasera con cuidado.

—Es de Rousse —dijo tratando de animar el ambiente pero yo solo iba con la mirada pérdida.

No volvió a decir otra cosa.

Y lo peor no había sido enterrar a mi madre. Lo peor fue llegar ese día a casa y notar su ausencia, darme cuenta de lo grande y vacía que era. De lo gris que se había vuelto, tenía a Andy a mis espaldas y solo escuchaba su dura respiración. Yo en cambio volví a caer de rodillas.

—Lo lamento tanto preciosa —me abrazo otra vez.

—Ella estaba enferma desde hace dos años... y yo... yo jamas lo note.

—No es tu culpa. Tu le ofreciste muchas veces ir al médico. Deja de culparte.

—Soy una mala hija y ahora... ni siquiera pude decirle cuanto la quería.

—Ella lo sabe, siempre lo supo.

Entonces a su celular entro una llamada. El nombre de Rousse apareció en toda su pantalla, me miró y yo asentí.

—Deberías devolverle la llamada, toda la tarde te ha marcado —dije limpiando mis lágrimas, algo muy inútil ya que parecía fuente —Ve con ella, yo estaré bien.

𝗔𝗩𝗘𝗥𝗦𝗜𝗢𝗡 |Tom Kaulitz|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora