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Al día siguiente desperté por el sol entrando en mi ventana, miré el reloj y eran las 9:00 am. Me di una vuelta en la cama y note que Tom no estaba. Escuché como movían cosas desde la cocina y ladridos de Simba, sonreí mordiendo mi labio y tomé la cobija enrrollandola en mi cuerpo para salir de la habitación.

Y ahí los vi, me escondí detrás de un muro. Tom cocinaba entretenidamente mientras Simba lo miraba como si fuese un dios, con sus dos patitas apoyadas en las piernas de Tom para mantener equilibrio.

Mordí mi mejilla para evitar una sonrisa al verle dar un pedazo de hot cake.

—Vas a romper tu dieta, Simba. Y te pondrás gordo... ¿Sabes lo que significa eso? Que tendremos que salir a correr todas las mañanas y no me dará tiempo de cocinar y hacerle el amor a Emma.

Tape mi boca evitando una carcajada.

—Y no te importa —dijo dándole otro pedazo —Bueno, a mi tampoco me importara dejarte en el veterinario internado por obesidad.

Y en ese momento Simba ladró empezando a jalar con su boca la pijama de Tom.

—Era solo una broma, pesado.

Lo cargó y se alejo de la barra en donde había preparado dos platos con fruta picada y hot cakes en ambos. Simba parecía más interesado en devorarlo todo.

—Lecka, lecka, lecka, lecka —escuché a Tom decir con voz fingida y mi risa me delató haciendo que pegara un respingo mirándome —Ya despertaste.


—No habrá necesidad de internarlo porqué tendrá quienes jueguen con él de aquí para allá.

—Hanna y Chels apenas saben lo que es un perro y dudo mucho que Andy o Gustav quieran que las cuidemos.

Me acerqué a la barra y me llevé una uva a la boca. Al mirar a Tom entrecerraba sus ojos mientras dejaba a Simba en el piso.

—Porqué a veces siento que me ocultas cosas...

—No lo sé, ¿No es lo que querías? —le sonreí y él hizo una media sonrisa.

—¿Tú no? No quiero presionarte, podríamos esperar si quieres a que pase la boda y hasta más tiempo... solo quiero que estés segura.

—Lástima, entonces tendré que confirmar mi cita con el ginecólogo para la inyección —hice un puchero.

—No hablabas precisamente de Chels y Hanna.

Hubo un silencio y me llevé otra de las uvas a mi boca negando mientras le daba la espalda a Tom.
Vi que Simba se orinaba en la cobija y cerré mis ojos con fuerza.

—Simba, por dios...

Dije rendida, se había ido felizmente moviendo la cola hasta la sala.

—Me odia.

En ese momento miré a Tom el cual estaba muy silencioso comiendo nueces aunque su mente estaba perdida. Suspiré y me acerque a él tocando su mejilla.

—Yo lo quiero tanto como tú. Solo esperaba que fuese como lo tradicional... ya sabes, dejar de cuidarme sin que estuvieras enterado y darte una sorpresa con algunos calcetines pequeños y ropa igual de pequeña en una caja tiernamente adornada por mi.

𝗔𝗩𝗘𝗥𝗦𝗜𝗢𝗡 |Tom Kaulitz|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora