Un mes después nos encontrábamos organizando todo para la boda.
Tom había salido de viaje a New York y se encargaba de tener todo listo para la boda, era un trabajo de negocios pero su intención parecía más la organización de nuestra boda.
Yo por mi parte me encontraba cuidando a la pequeña Hanna y Ana estaba recostada en el sofá de su habitación con 5 revistas de vestido para novia distintas.—¿Y qué te parece éste?
Me mostró uno de corte sirena, a decir verdad estaba lindo.
—Es lindo... pero recuerda que la siguiente semana tengo una sesión de fotos para Vogue y estaré en el apartado de lindas novias exitosas casadas con lindos hombres exitosos y millonarios —ironice haciéndola reír.
—Cierto, olvide que estaba frente a la misma Carrie Bradshaw.
Rodé los ojos y ella comenzó a reír.
Miré a Hanna y la separe un poco de mi al sentir que iba a estornudar, al hacerlo la tierna risa de Hanna me tomó por sorpresa.—¿Qué sucede Han? ¿Te da risa que pueda estar enferma?
Sus ojos brillaron y sonrió, fingi un estornudo y note como volvía a reír.
—¿Qué has pensado al respecto?
La pregunta de Ana me tomo por sorpresa.
—¿Estar enferma? No lo creo, solo fue polvo.
—No, sobre eso —apunto a Hanna con la revista.
—¿Qué pueda enfermarla?
Ana rodó los ojos y sonreí al sentirme realmente estúpida. Lo entendí.
—Yo... aún no es tiempo, y por mi esta bien esperar...
Agache mi mirada y le hice una pequeña sonrisa a Hanna.
—¿Tú quieres?
—¿Yo? Claro, solo quiero hacer feliz a Tom.
—No Emma... si tú lo quieres, es más decisión tuya que de él —note como Ana se ponía de pie y caminaba hacia mí. Tomó a Hanna en sus brazos para después dejarla en su cuna.
—¿Estuviste hablando con Tom?
—Yo... bueno...
—Sé que él piensa que no quiero, y verle triste me pone más triste a mí —dije cabizbaja.
—Él solo quiere lo que tu consideres mejor, no trata de presionarte —dijo tocando mi rodilla y mordí mi labio mirándole.
Hubo un silencio y solté un suspiro sintiendo mis ojos cristalizarse.
—Emma... ¿Qué sucede?
—Yo lo he intentado Ana... deje de cuidarme y las pruebas que me hago son negativas —sentí un nudo en mi garganta.
Ana me abrazo y sentí como las lágrimas caían por mis mejillas, me separe limpiandolas y note su mirada de tristeza.
—Hace un mes y medio que deje de inyectarme. Y todo es negativo, estoy harta de eso... quizá ni siquiera logre ser madre.
Ana negó y volví a sentir su mano en mi rodilla como consuelo —¿Cuantas pruebas te has hecho?