Dos meses después.
—Sí dejarás de moverte, lo haría más rápido.
—Bill, carajo. Sólo hazlo, no es tan difícil.
—Es difícil cuando estás gritandome como un idiota. Sólo deja de moverte.
Nos encontrábamos acomodando los últimos detalles de mi vestuario. Mis manos sudaban y Bill tiraba del cuello de mi camisa.
—Listo, eres un pesado Tom.
—Me importa un carajo —salí corriendo de la habitación y escuché como gritaba algo que no entendí. Al llegar al jardín sonreí al ver todos los arreglos listos.
—Pero mírate, pareces un crío en Navidad esperando sus juguetes nuevos.
Sonreí al escuchar a Georg.
—Voy a casarme hoy.
Mordí mi labio y seguido de esto Georg me abrazo.
La boda seria en nuestra casa, el jardín tenía el tamaño perfecto para la ceremonia, habría querido que fuese en New York como Emma lo había planeado pero temía tomar el vuelo debido a que... había estado muy cuidadosa ya que esperamos un bebé.
Después de semanas intentándolo, un día sin esperarlo comencé a tener nauseas y pasarlo fatal.
Flashback
—¿Estás son las pastillas?
—Carajo, solo dame —sentí mi estómago revolver nuevamente y apenas podía sacar la cabeza del inodoro.
—Te dije que no comieras tantas palomitas, rompiste tu dieta —dijo malhumorada.
—Al carajo la dieta, tenía antojos y... mierda —otra vez vomite.
—Sí tan solo me escucharás, no estarías llorando ahí sentado —me entregó la pastilla y un vaso de agua.
—Deja de ser tan dura conmigo —la miré y ella contenía una sonrisa.
La fulmine con la mirada, era una burlona. Sentía mi estómago vacío, al bajar la cadena del baño volví a mirarla y ella estaba con un semblante serio.
—Sé que no viene al tema... pero fuiste de compras sin mi ¿Verdad? —la acuse.
—¿De compras? —frunció el ceño.
Me puse de pie y pasé por su lado hasta el lavamanos.
—Tus tampones están intactos, vas a decirme que no fuiste. Sabes que me encanta hacer el súper.
—Kaulitz, eres el único hombre que se fija en cosas como esas —rodó sus ojos.
—¿Fuiste sin mí?
