|Capitulo 44| Sex.

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Les juro que se veía hermosa con su pancita, era la octava maravilla del mundo, definitivamente lucía espectacular y cada vez que tenía la oportunidad de hacérselo saber, lo hacía.

—¿Te he dicho que te ves hermosa?— pregunté admirandola mientras tomaba algunas fotos para la nueva exposición en la galería, Skyler sonrió cubriendo su rostro con su cabello y negó repetidas veces.

—Detente— dijo entre risas.

—No estoy haciendo nada cherry— reí también.

—Sabes a lo que me refiero...

—¿Por qué te pones así, bonita?— dije colocándome de cuclillas junto a ella —. Sabes que te ves hermosa y también sabes que no me cansaré jamás de decírtelo, aunque, sonrojada también te ves hermosa.

—¡Ya! ¡Para por favor!— habló riéndose nerviosa, negué divertido y seguí diciéndole todo lo bonito que se merecía escuchar —. ¿Tomaste suficientes fotos?— preguntó tratando de cambiar de tema.

—Muchísimas, para ser más específico— sonreí —. Sólo me faltan tomarte unas a ti.

—¿A mí?— indagó confundida, yo asentí —¿Por qué?

—Porque amo hacerlo y porque eres mi musa— expliqué mirándola fijamente mientras sonreía de lado, segundos después recibí un leve manotazo de su parte —. Auch, ¿Y eso por qué fue?

—Porque me miras así— dijo señalando mi rostro.

—¿Así como?— lo sabía a la perfección.

—Ay, así— me señaló nuevamente —, con esos ojitos de corderito que brillan más que una galaxia, con ésa sonrisita de lado y llena de soberbia... Te odio.

—¿Me odias?— dije haciéndome el ofendido mientras llevaba una de mis manos a mi pecho para exagerar la situación —. Sabes muy bien que eso es una mentira, me amas demasiado, se te nota todo el tiempo.

—Es inevitable.

Solté una carcajada y me acerqué a dejar un pequeño beso en sus labios para luego ayudarla a levantarse del pasto, estábamos en el parque en un día de picnic familiar, nuestros hijos perrunos corrían por todas partes mientras jugaban entre ellos, yo tomaba algunas fotos y la pelirroja acariciaba su vientre abultado a punto de ser explotado como un globo, la bebé nacería días antes de mi cumpleaños (según la doctora) para el cual no faltaba mucho y en definitiva será el mejor regalo del mundo, no necesito nada más.

—¿Qué quieres que haga?— preguntó pidiéndome algunas opiniones para posar ante la cámara.

—Sólo déjate llevar cherry— dije tomando mi cámara —, puedes bailar, puedes mirar el paisaje e incluso puedes caminar, yo me encargo del resto, ya tú eres perfecta con tan sólo pararte ahí sin hacer nada.

—Hércules— habló entrecerrando sus ojos en forma de advertencia.

—¿Qué? Es la verdad— respondí encogiéndome de brazos para luego comenzar a hacer mi trabajo.

Unas cuantas fotitos por acá, otras por allá, unas cuantas miraditas cómplices, unas sonrisitas y un poco de sonrojo hacían que las fotos quedaran aún mejor, pero en definitiva, tenía mi favorita. El hecho de que se haya sujetado su pancita, mirara hacía abajo y sonriera un poco después de recibir unas pataditas de nuestra hija había hecho la foto perfecta, la enmarcaría y la colgaría en la sala de nuestra casa.

—¿Quedaron bien?— preguntó acercándose a mí.

—Perfectas— confesé.

—Me encantan— dijo mirando mientras pasaba algunas a una velocidad moderada para que las detallara.

MAGICKEY | JJK [+21] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora