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|Capitulo 38| Que gane el mejor.

—Bien... aquí estamos— dije sentándome frente a él —, necesito saber todo Park.

—Y así será, pero antes...— giró su cuerpo levemente y se sirvió un poco de whisky —¿Quieres?— me ofreció señalando la botella, no estaba para perder mi tiempo así que me negué.

—¿Puedes dejar de darle tantas vueltas al asunto?

—Dios mío— suspiró —, Skyler te pegó su insistencia, eh.

Juro que si hacía otro puto chiste lo golpearía ahora mismo aunque eso implique que sus hombres entren a la oficina y también me golpeen, lo miré fastidiado otra vez, no sé cuántas veces había hecho lo mismo desde que nos habíamos encontrado pero definitivamente ya me estaba cansado, así que no le daría más miraditas sino una buena lección a pesar de las consecuencias, ya me debe unas cuantas, será mejor que no siga sumando nada más a la lista.

—Park...— dije entre dientes.

—Vale, vale— bebió todo el líquido de su vaso y acomodó su cuerpo para después mirarme —. Tengo más o menos una idea de quiénes pueden estar detrás de todo esto pero va a ser difícil corroborarlo porque son muy escurridizos así que esto llevará un poco de tiempo.

—O sea que son más de una persona...— suspiré negando.

—Exactamente.

—¿Pero por qué la buscan? ¿Tienes alguna idea?— él asintió.

—So-hee no es una persona del todo santa— habló.

—Nadie lo es.

—Me refiero a que tiene un pasado algo turbio— ¿Una persona como ella tener un pasado así? Se me hace imposible creer —. Debes estar pensando que es imposible y ésas cosas pero es cierto, a pesar de que su familia le dió todo, tampoco andaban en buenos pasos como la mía, ya te imaginarás porque se pelearon.

—Por poder y ambición— respondí uniendo algunos puntos, él afirmó.

—Después de que me separaran de ella pude darme cuenta que empezó a tomar un camino equivocado, sus padres no le prestaban atención así que se descarriló— suspiró sirviéndose más whisky —, en Corea hay una pandilla muy famosa, se identifican con tatuajes de dos espadas entrelazadas, son muy temidos y por supuesto son unos psicópatas, por ser de allá debiste haber escuchado sobre ellos.

Y si que lo había hecho, me sabía unas cuantas historias completamente asquerosas de esa pandilla, estaban en boca de todos, eran una de las peores cosas que le podría pasar al país. Pensando en los tatuajes, ahora que lo recuerdo, So-hee tiene dos espadas tatuadas en su espalda, llegué a preguntarle sobre ellas pero nunca me daba una explicación concreta a tal punto de simplemente ignorarlas, no conseguía nada preguntándole si me iba a contestar con respuestas vagas.

Esto tiene que ser una maldita pesadilla.

Suspiré pesadamente y recosté mi espalda en el espaldar del sofá, llevé mis manos a mi cara frustrado porque después de tanta luz en mi vida, la oscuridad volvía a aparecer. Tal vez dejarla a su suerte era una opción, alejarme de ella y dejarle todo el trabajo a Park, sin embargo, ella era como una hermana para mí a pesar de todo, la quiero y le tengo mucho aprecio, si, tuvimos nuestros encuentros pero no significaban absolutamente nada para mí, claro que ahora sabía que para ella si pero eso no cambiaría algo.

—¿Ahora entiendes?— me preguntó el ahora peligris, yo asentí.

—La están buscando.

—No necesariamente, si fuera eso... ya la hubiesen atrapado— dijo posando sus codos sobre sus rodillas e inclinándose hacía enfrente —. Ellos son temidos por su manera de resolver las cosas, persiguen a sus víctimas, las atormentan, abusan de ellas, las golpean, las acosan, te hacen creer por tiempo que ya no estarán detrás de ti pero luego aparecen en tu peor momento y buscan destruir hasta lo más mínimo de ti a tal grado de que te cansas y te suicidas. ¿Crees que se mancharían las manos con alguien tan insignificante?— preguntó negando con su cabeza —, ese es su lema.