⁵Alicia y la Orden del Fénix [LRYEA]

20¬HARRY AS A TEACHER

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↻Harry como profesor

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━━━━━━━ERA CASI MEDIANOCHE CUANDO HARRY SALIÓ DEL DESPACHO DE LA PROFESORA UMBRIDGE. La mano le sangraba tanto que se le había manchado el pañuelo con que se la había envuelto. Se había imaginado que al regresar encontraría a Alicia medio dormida en el sofá, esperándolo, pero esta vez no fue así: también estaban Ron y Hermione estaban esperándolo. Se alegró de verlos a los tres, sobre todo porque Hermione no se mostró crítica con él, sino comprensiva.

Cuando estuvieron todos sentados en el sofá, Alicia se sentó en la mesita de enfrente para agarrar la mano de Harry con suavidad y meterla en un cubo lleno de líquido amarillo. Era una especie de pomada líquida que Alicia había estado preparando todas las noches de los castigos de Harry para que su mano no se infectara y la cicatriz se cerrara. Crookshanks se enroscó alrededor de las piernas maullando fuerte; luego saltó a su regazo y se quedó acurrucado.

—Gracias —dijo Harry reconfortado, acariciando a Crookshanks detrás de las orejas con la mano izquierda.

—No tienes que dármelas —respondió Ali con una sonrisa débil.

—Sigo pensando que deberías quejarte de esto —afirmó Ron en voz baja.

—No —contestó Harry cansinamente.

—La profesora McGonagall se pondría furiosa si supiera...

—Sí, lo más probable —admitió Harry—. Pero ¿cuánto crees que tardaría Umbridge en aprobar otro decreto diciendo que cualquier profesor que se queje de la Suma Inquisidora será inmediatamente despedido?

Ron despegó los labios para responder, pero no articuló ningún sonido, y al cabo de un momento volvió a cerrarlos, derrotado.

—Esa mujer es repugnante —afirmó Hermione con un susurro—. Repugnante. Cuando has entrado estaba diciéndoles a Ali y Ron... que tenemos que tomar cartas en el asunto.

—Yo propongo que la envenenemos —sugirió Ron con gravedad y Alicia sintió enérgicamente.

—No, en serio... Tendríamos que decir algo sobre lo mala profesora que es y sobre el hecho de que con ella no vamos a aprender nada de Defensa —propuso Hermione.

—Hermione, te amo más que nadie —comenzó Alicia—, pero prefiero el veneno.

—Y yo —corearon Harry y ron.

—Chicos, por favor —suspiró la castaña.

Harry suspiró cansado y Alicia se levantó de la mesita frente a ellos para sentarse en el sofá al lado de Harry. Rodeó su torso con ambos brazos y apoyó la cabeza en el pecho de su novio, sintiendo cómo él le rodeaba la espalda con su brazo izquierdo, manteniéndola pegada a él.

—Pero ¿qué quieres que hagamos? —le preguntó Ron con un bostezo—. Es demasiado tarde, ¿no? Ya le han dado el empleo, y ahora no se va a marchar. De eso se encargará Fudge.

—Bueno —aventuró Hermione—, se me ha ocurrido... —Miró con cierto nerviosismo a Harry y prosiguió—: Se me ha ocurrido que a lo mejor ha llegado el momento... de que actuemos por nuestra cuenta.