42) Estoy cansado jefe

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Me desperté desorientado.
Estaba tumbado en los asientos traseros de un coche, tenía las manos delante mío esposadas y por el olor podía deducir que me habían dormido con Cloroformo.

Mi cabeza quedaba detrás del asiento del conductor así que no podía verle pero tenía que ir con cuidado, si me veía conciente mi posibilidad de escapar se iría a la mierda.

Pude notar que todavía tenía mi movil en el bolsillo trasero, eso me iría bien.
Al ser de noche no lograba averiguar donde estaba y si me levantaba para ver por la ventanilla me descubriría.

Cerré los ojos y me concentré en los olores, nesesitava algún olor familiar, algo que me dijiera donde estaba...

Y cómo si la suerte me acompañase a mi nariz empezó a llegar un olor a Gasolina, aceite, pintura...
¡Mecánico! Estabamos en la calle del mecánico, el Garaje central estaba al lado pero me atrapará si no corro lo suficiente y encuentro a Horacio.
Tengo que rezar para que mis amigos aún no hayan cerrado el lugar y se encuentren allí.

Antes de que fuese demasiado tarde le dí una fuerte patada a la puerta y esta se abrió un poco. La acabé de empujar y salí corriendo del auto.

El aire frío me golpeó en la cara y se me dificultó correr con las esposas.
Detrás mío ya me seguía el hombre de pasamontañas rojo pero así que aceleré el ritmo.

El helado aire hacía que me dolieran los pulmones al correr, podía jurar que si seguía así me desmallaría.
Cuando llegué a donde el mecánico vi la gran puerta metálica abierta.

Pude jurar que se me escapó una lágrima de la alegría, avancé asta el interior y mis amigos que al parecer ya estaban a punto de cerrar me miraron sorprendidos.

A: ¿que narices?- fue el primero en hablar pero Emilio se le adelantó y me agarró antes de que me tropezará.
E: ¿¡Joto que narices a pasado!?- aún me faltaba el aire de la carrera anterior pero llegué a decirle.
G: m-me han intentado s- secuestrar-

Repentinamente todos alzaron la mirada hacia el hombre que me seguía el cual no se lo pensó dos veces antes de echarse a correr dirección contraria.
A: ¡Yun quédate con Gustabo!- gritó para junto a Emilio salir detrás del secuestrador dejándome solo con mi Chino favorito.

Y: ¿que ha pasado?- me preguntó mientras buscaba algo para romper las esposas.
G: ese hombre lleva siguiéndome días y hoy me ha intentado secuestrar, Fin- aclaré sencillamente.

Y: voy a llamal al Confleis, dame tu móvil- y así me lo quitó del bolsillo.
G: ¡No, no! Si lo llamas puede sospechar de que seáis de The Union, mejor no llames a nadie- le indiqué antes de que llamase a mi pareja

Yun me miró unos segundos cuando volvió a guardar mi movil en el bolsillo.
G: solo llego 10 minutos tarde a la quedada con Horacio, si llego ahora no sospechara nada ¡quítame las malditas esposas!- insistí impaciente.

Y: ¡voy, voy! No me palece bien que nadie sepa esto, es peligloso pala ti Gus- suspiré mientras veía como buscaba algo para quitarme las esposas que aún no había logrado sacarme y ya me empezaban a doler las muñecas de la fricción.

G: lo sé, mas tarde ya se lo contaré a Jack. Solo quiero poder quedar con mi hermano y ponernos al día de todo, solo quiero una noche normal...- suspiré, todo esto de las mafias, secuestros, incendios, ser policía y CNI me superaban. No estaba preparado para nada de esto y ahora me pasa factura.

El agotamiento físico y sobretodo mental me está matando. Realmente estoy agotado y muchas veces siento que me caería al suelo mientras atiendo denuncias.
Por el día trabajo de policía que eso ya es agotador de por si, por la tarde trabajo con The Union ya que hay que seguir vendiendo droga y atracando, por la noche me quedo hasta muy tarde investigando sobre la mafia de los rojos haciendo que apenas duerma 4 horas.

Esfume todos mis pensamientos cuando porfin mis muñecas fueron liberadas.
Yun las había cortado con unas cizallas.
G: me voy ya, si Emilio y Armando atrapan al hombre, retenerlo hasta mañana ¡adiós!- me marché corriendo dejando a Yun con la palabra en la boca.

G: me voy ya, si Emilio y Armando atrapan al hombre, retenerlo hasta mañana ¡adiós!- me marché corriendo dejando a Yun con la palabra en la boca

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~ HORACIO ~

Estaba esperando a Gus, sabía que llegaría tarde, últimamente está muy liado con el tema mafias por eso le había dicho de quedar, para que se despejase un poco.

Cuándo llegó me lancé a abrazarlo.
H: ¡Perla cuanto tiempo mi niño!- lo espachurré bien fuerte.
G: me dejas sin oxígeno- susurró Gustabo pero pese a que estaba riendo noté cierto amargor en su aroma.

Supuse que sería por el estrés así que simplemente me separé de el y nos dirijimos a un bar a tomar algo.

(...)

~CONWAY ~

Era la una de la madrugada.
Gustabo hacía varias horas que había llegado pero aún estaba en mi despacho con el ordenador y una libreta abiertos.

Hacía días que apenas dormía y eso me empezaba a preocupar.
Su aroma cada día era mas amargo, tenía mas ojeras y un color mas pálido de lo normal en la piel.

Caminé hasta él y lo abracé por la espalda.
J: Gustabo, es hora de dormir- le quité el bolígrafo con el que escribía y cerré la libreta.
G: todavía no tengo sueño, puedo aguantar un poco mas despierto- susurró sin despegar la vista de la pantalla.

Por la cercanía pude notar a su lobo el cual pedía a gruñidos estar con el mío. Últimamente apenas nos daba tiempo de abrazarnos o darnos mimos y mi lobo ya empezaba a exigirlos.

J: no, se acabó, tienes que descansar, es malo para ti todo esto, voy a hacerte un Colacao caliente así te relajas- finalicé la fase para proceder apagar el ordenador seguido de una queja de Gus.

Estaba acabando de mezclar la leche con el cacao cuando escuché los pasos de mi pareja.
Me dí la vuelta y vi su cara de agotamiento así que me hacerqué y lo abrazé. No fue un abrazo común, nuestros lobos se unieron en el proceso y nuestros aromas se mezclaron.

Gustabo se escondió en mi cuello y unió mucho mas nuestros cuerpos.
El lo necesitaba, yo lo necesitaba.
Lo subí en brazos y con la otra mano agarré el baso de leche, subimos a la habitación y nos acurrucamos en la cama.
Gustabo bebía su Colacao mientras yo le daba mimos, caricias y besos en la cabeza

Cuando se acabó la leche dejé la taza a un lado y seguí mimando a mi omega.
Después de un rato su respiración era calmada, su aroma era algodón de azúcar dulce con toques a limón fresco y su piel era cálida.

Estaba acariciando la espalda de Gus cuando me fijé en sus muñecas.
Tenía unas marcas rojas, como de forcejeo o de haber estado atado...
¿Que había hecho Gustabo esa hora y media fuera de casa?

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