CAPITULO 37

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Emma.

Meses antes.

Salía de compras, envié mensaje a mis padres avisando que ya podían pasar por mí. Sin embargo no respondieron, y en sus perfiles ya habían publicado una foto de ambos en un avión.

Le escribí enfada, me pidieron disculpas y como siempre, al final terminé aceptando. Atrás mío había un bar de lujo. Entré y me senté frente a la barra.

Pedí un trago, saque el móvil esperando el mensaje de Patrick. Ese chico me ponía nerviosa. Es lindo, tiene un hermoso cabello y diría que es bueno para mí.

Doy un sorbo y sigo viendo el móvil. Le envío un mensaje a Sophie. Miro a mi alrededor, es temprano así que hay poca gente. Pero hay mucha diversión, también funciona como un Karaoke. Me río cuando escucho a esa pareja cantar.

Vuelvo a dar un sorbo cuando siento que alguien toma asiento a mi lado. Miro de reojo, lo primero en ver son sus manos grandes.

Tiene una chaqueta puesta y una camisa negra.

—¿No te interrumpo? —cuestiona, con una voz tan agradable por no decir malditamente sexy.

—No.

Contesto simple enfocándome en mi móvil.

—Entonces, ¿Te puedo hacer compañía? —pregunta— bueno, estoy solo y supongo que tú también.

—Supones bien —lo miro detalladamente— ¿Qué edad tienes?

Soy muy directa al preguntar, él se ríe mientras bebe.

—Podría ser tu padre, pero eso no es algo que importe cuando sientes la juventud en tus venas.

—Mi nombre es Emma —le doy la mano, él la recibe.

—Soy Derek, y es un gran placer platicar contigo, Emma.

Le sonrió por amabilidad.

—¿Tienes hijos?

Él me mira sonriendo, tiene una atractiva sonrisa.

—Tenía una hija, y una esposa pero ellas murieron en un accidente.

Mi corazón se parte en pedazos.

Debe ser horrible.

—Lo lamento demasiado —pongo mi mano sobre su hombro.

—Descuida —toca mi mano— fue hace mucho. Ya no duele tanto como antes.

Quito mi mano.

—Yo tampoco tengo padres —hablo rápido para pasar el amargo momento— es decir, si los tengo, pero es como si no existieran.

—¿Por qué dices eso?

—Es que ellos no estan pendientes de mí, siento que les estorbara en su vida. Nunca recibo el amor que quiero y es devastador cuando mi madre solo me llama para gritarme —fijo mi mirada en frente— No se porque me tuvieron si no les nace quererme.

—Que triste, si yo tuviera una hija como tú, así de bonita. La cuidaría demasiado y no dejaría que nadie se le acerque.

¿Por qué se sintió bonito escuchar eso?

—De seguro que tú hija también era linda.

Asienta.

—Una belleza pura —sonríe al recordar— lástima que no la tengo conmigo.

Sophie me envía un mensaje.

—¿Es tu novio? —pregunta con cierto interés.

—No, es mi mejor amiga, mi hermana.

—Debe ser alguien importante en tu vida, se te iluminan los ojos al hablar de ella, ¿Cómo se llama?

—Sophie. Y si, es una persona muy importante. Sabes que cuando ella llegó al internado, no hablaba con nadie, se encerraba mucho y lloraba.

—¿Internado?

—Soy estudiante del Internado Webster, ¿Lo conoces?

—Por supuesto — sonríe— es el internado que soñaba que mi hija ingrese.

—Si, bueno, tiene mucha popularidad. Y es muy bueno como lo pintan.

—¿Y hace cuánto tiempo estás?

—Hace seis años aproximadamente.

—Interesante. Llevas casi toda una vida dentro.

—Ya me acostumbré.

Derek pide otro dos tragos, me pone uno en la mesa.

—¿Y en que trabajas? —le pregunté, por su apariencia era obvio que tenía dinero.

—Soy empresario, el dueño —contestó— estoy haciendo unos negocios acá y bueno, salí a divertirme —me mira— la vida es bella, ¿no crees?

—¿Por qué lo dices?

—Porque permitió que te conociera.

Sonreí con sus palabras.

Él miró mis piernas y me percaté que el vestido rojo se había subido. De inmediato lo bajé.

—Creo que tengo que irme —me levanto y me ayuda hacerlo.

—Dame tu número —Me entrega su móvil.

Lo tomé y me guardé en contactos.

Él me acompañó a la salida y me esperó hasta que coja un taxi.
Al pasar el tiempo hablábamos seguido por mensajes, él había mostrado un interés único en mí, una atención que no podía encontrar en mis padres. Y también se preocupaba por la gente de mi alrededor. Era maravilloso que un hombre mayor te escuchara y aconsejara. Había coquetería y por las noches fantaseaba con él.

Lo que al principio era raro, por la diferencia de edad pero yo lo veía como el hombre que era y lo educado y caballeroso que se mostraba, ¿Para que querer a un inmaduro cuando podía tener un hombre?

No le dije a nadie, no quería que mi amiga me juzgará por tener gustos diferentes al de ella. Y una parte, sabía que era malo tener algún tipo de relación con un hombre que podría ser mi padre. Nos volvimos a ver a las dos semanas, está vez en una discoteca, algo más movido y con mucha adrenalina.

Bailamos toda la noche, él sabía cómo hacer que una señorita lo pasara bien. Reí demasiado y me sentí feliz.

Él sabía todo de mí, sabía de Sophie, de Jacob, Patrick, Madison y hasta de Jackson. Claro, él empezó preguntarme más sobre mi vida y tuve que contarle sobre la vida de mis amigos.

Compartíamos una misma opinión, Jackson no era buen chico para Sophie.

—Mi amiga, se besó con Jackson en la habitación de Madison.

Le conté emocionada saltando sobre su cama.

Él tensó su mandíbula y dio un golpe sobre la mesa. Me asusté y al darse cuenta se disculpó de mil maneras.

Me pidió ser su novia, no lo pensé mucho, acepté de inmediato. Y en una noche tuvimos relaciones. Él era un hombre con experiencia, sabía como tocarme, besarme y hacerme sentir segura.

—Le contaré a mi amiga sobre lo nuestro.

Me tapé con las sábanas.

Él se giró, tenía la toalla puesta en la cadera.

—No —contestó de inmediato, se acercó y me tocó los cachetes— si alguien se entera de lo nuestro no permitirán que estemos juntos —me besó— tus padres no estarían de acuerdo que salgas con un hombre mayor y tus amigos te juzgarían, te podrían dejar de hablar por eso.

Lo miré en silencio, no quería esto. Ocultarle cosas a mis amigos se sentía feo.

—Sophie no me juzgará. Ella me quiere y quiere mi felicidad —le respondí convencida, él se alejó molesto.

—Emma, mi vida. Si quieres que términos entonces ve y cuéntales todo. Pero acá se acaba lo nuestro.

Aclaró fuerte y seguro.

Se encerró en su pequeño cuarto, su oficina personal, un lugar que no quería que entre.

Me quedé en la cama, pensado que hacer.

Al rato volvió a salir más tranquilo.

—Perdóname por no saber comprenderte, sabes que te amo demasiado y hace mucho que no sentía amor hacía una mujer —confesó—  No quiero que te alejes de mí, te necesito conmigo, entiéndeme que tengo miedo de perderte.

Me acerqué a él y le tomé el rostro.

—No le diré a nadie —confesé, antes de besarlo.

Él me tomó de la cintura y me deje caer en la cama.

Los meses pasaron y había acordado con él que al finalizar el año le contaría a todos. Él aceptó.
Cuando gané el reinado, fue el primero en saberlo. Quedamos en encontrarnos en un lugar, cuando fui lo vi sentado tomando una cerveza.

Me acerqué y me entregó una caja de cigarrillos. Saqué detrás de mi espalda la corona. Él no se alegró, al contrario se molestó y tiró la botella sobre el piso.

Me tomó del brazo apretando mi delicado y piel y fue la primera vez que mostré temor en mis ojos.

—¿Qué te pasa? —lo miré a los ojos, esperando que reaccione.

—¡Que te sucede a ti! —me gritó enfrente de todos— ¡te dije que no quería que participarás!

—¿Por qué? Si era mi sueño desde que entré al internado.

—Mentirosa. Tu lo único que querías es estar ceca de Patrick.

Le pedí que me soltara el brazo, todos estaban observando. Me cogió del mentón apretando fuerte, solté un quejido de dolor.

Unos hombres se metieron y lo alejaron de mí.

Voté una lágrima, no lo reconocía para nada. Había cambiado estas últimas semanas.
Los chicos lo tranquilizaron y él cogió un cigarrillo y me ordenó que no me moviera.

Se fue, dejándome sola en la mesa, rodeada de borrachos y una caja llena de cigarrillos, así que pedí que alguien me ayude a encenderlo. Lleve uno a mi boca y pude controlar mis nervios. Tomé demasiado que llamé a Patrick. Quería que alguien estuviera conmigo pero a la vez solo quería que Derek me abrazara.

Al siguiente día no dejaba de llamarme por teléfono, me enviaba flores y presentes. Me hice la difícil, en verdad lo hice. Su justificación fue que estaba estresado, tenía muchos problemas y que se enceló cuando se imaginó que bailaba con otro hombre que no fuera él.

Me pidió vernos y acepté.

—Si, mi amiga perdió a sus padres en un accidente —le cuento, tratando de que sepa que Sophie se parece a él y puedan llevarse bien— Siento que ambos podrían llevarse de lo mejor, ya que perdieron a sus seres queridos.

Ok, eso había sonado inoportuno.

Él se regresó a mi con su bebida en mano.

Movió el vaso y se escuchó el hielo chocándose entre sí.

—Sophie, —repitió lento— pobrecita, sufrió mucho.

Llevó el vaso a su boca.

—Si, —recordé las veces que la encontraba llorando en su habitación— sufre mucho por sus padres, ella en verdad los necesita.

Lo vi centrar su mirada en la ventana.

—Yo también extraño a mi hija. Cada día que pasa quiero abrazarla y besar sus rosadas mejillas.

—¿Tienes alguna fotografía de tu hija?

Él se giró y negó.

—No quiero recordar. Dejémoslo así.

—Solo quiero ver una —me levanté y caminé hacía la habitación que estaba con llave— seguro que en esa habitación tienes fotos de ella.

Antes de entrar él me tomó del brazo e intentó que retrocede, no midió su fuerza y caí sobre el piso. Mis codos se rasparon y me quejé de dolor.

—¡Te he dicho muy bien que no entres a esa habitación! —me habló fuerte, yo lo miré desde el suelo— ¿Por qué no obedeces?

—Lo siento. No volveré a intentarlo.
Mi corazón latía demasiado, él tenía actitudes fuertes pero sabía que era porque estaba estresado y yo solo le daba problemas.

Me ayudó a levantarme y curó mis heridas. Besó mi mano y se arrodilló pidiéndome perdón.

—No fue tu intención, yo fui la que se tropezó.

Le respondí y él sonrió.

Eran actitudes que aún no me acostumbraba, él me hacía sentir especial. Amada e importante para los demás, pero cuando miraba mis heridas frente el espejo sentía un vacío.

Yo le importaba, lo hacía notar. Y yo quería pasar todo el tiempo en su apartamento, acostada en su cama.
Pero cuando miraba a Sophie, quería contarle todo. Gritar y confesar que estaba enamorada de un hombre mayor.

Un hombre que podría ser el padre de mi amiga.

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Nota:

Emma...

No se olviden de votar y comentar en el capítulo.

Sin más que decir.

Me despido.

A.L




¿Ella sabrá que sangramos igual?©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora