CAPITULO 45 (último beso)

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Sophie

Ya pasó un día desde que dejé a mi amiga, y siento que todo ha cambiado, el clima, la gente y lo que siento ya no es lo mismo. Aun me cuesta creer como alguien como ella pudo terminar así, su cuerpo frio, las marcas que tenia en su cuello y brazos. El cuarto hecho un desastre y en ruina.

Mi abuela esta acostada a mi lado, y ahora ella es la única que tengo. Estoy sola...

Me levanto de la cama y salgo al jardín, el aire mueve la bata blanca que tengo puesto. No hay sol, lleva días desaparecido.

Mi abuela se pone a mi lado.

—La vida tiene que continuar —dice, tratando de animarme— tu vida sigue hija mía —me da un beso en el hombro.

Asiento despacio.

Sentada en el auto mirando los arboles solo pienso en que sentiré cuando pase por su habitación, cuando no la vea entrar al mío.

El chofer baja mi mochila y me acompaña hasta la entrada del internado, me lo entrega y desde la ventana mi abuela me hace un gesto de despedida.

Subo las escaleras sosteniendo la mochila, entro a mi habitación y al ver la cama caigo rendida.

Cuando abro los ojos escucho gente caminar en los pasillos continuamente. Salgo de la habitación y veo como están desocupando la habitación de Emma, sacan sus pertenencias en cajas selladas y su madre está dirigiendo a donde llevarlo.

Madison sale de la habitación sosteniendo un cuaderno en su mano.

—Buenos días —dice, me espanto al notar que he dormido todo el día de ayer.

—¿Qué están haciendo? —pregunto mirando como continúan sacando todo.

—Su madre así lo quiso, dice que presentará cargos legales contra el internado, no es posible como una estudiante pudo morir de esa manera —las últimas palabras le duelen, Madison llora y enseguida la abrazo.

—Tranquila —le acaricio la espalda— es lo mejor para todos.

La madre de Emma me mira, se quita las gafas oscuras y agacha la cabeza.

—¿Sabes algo del porque tenía todas esas marcas en su cuerpo?

—Solo que ella se defendió hasta el final, por eso tenia esas marcas y rasguños. —las lagrimas le vuelven a caer— Yo no entiendo quién de la escuela pudo hacerle eso.

Estoy segura que no fue alguien de acá. Emma ya sentía cierto miedo por una persona.

—Encontré esto entre sus pertenencias —me entrega el cuaderno— es para ti.

Miro la hoja pequeña pegada al libro.

«Para Sophie»

—¡Gracias!

Me alejo de Madison y entro a la habitación de Emma, esta vacío, hay unas cuantas cajas y polvo en la ventana, inhalo aire queriendo darle oxigeno a mi corazón. Cierro los ojos e imagino la habitación como unos meses antes, ambas en la cama mirando películas románticas mientras lloramos juntas y alcanzándonos pañuelos.

Una lagrima se resbala por mi mejilla. Siento un gran nudo en la garganta que no puedo liberarme. Busco entra las cajas algo de ella, encuentro sus perfumas y cremas. Cojo el perfume que siempre utilizaba, huele tanto a ella, lo presiono a mi pecho y salgo de la habitación.

Dejo el cuaderno sobre la mesa y rocío el perfume al aire queriendo atrapar el olor con mi nariz. Cierro los ojos y sonrío, solo así siento que está conmigo.

¿Ella sabrá que sangramos igual?©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora