CAPITULO 22

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Mi turno

Sophie.

Gritos.

Aplausos.

Revuelo.

El partido ha dado por finalizado y hemos ganado. ¡Si! ¡hemos ganado!, las chicas saltan de alegría, el entrenador se abraza fuerte con el director y los chicos viven su victoria. Algunos de ellos agotados se dejan caer sobre el pasto y otros brincan. Me alegro porque es el último año que presenciaré la victoria.

El equipo contrario no hace mas que marcharse con cabeza baja, su público se levanta de las gradas y se retiran lanzando botellas al campo.

Todo un momento de gloria. Las porristas corremos hacia ellos, Madison se lanza en los brazos de Jacob, Emma me abraza de felicidad, saltamos junto a Patrick. Nos abrazamos y en un giro estoy frente a Jackson.

Sus ojos brillan en la oscuridad, le sonrío, siento como mis hoyuelos se marcan y mis mejillas arden.

―Lo siento ―grito, parece no escucharme con la bulla de alrededor ―la otra noche, no debí abofetearte.

Rueda los ojos de fastidio, con su brazo me lleva hacia su pecho, me dejo llevar. Siento como da un delicado beso en mi cabeza. Finalmente lo rodeo con mis brazos.

―Puedes hacerlo cuando quieras, ya me acostumbré y acepté que mi rostro es tuyo.

Mi sonrisa desaparece cuando mis ojos captan a una persona observándome entre tanta gente.

Mi padre.

Lleva puesto una gorra y tiene lentes transparentes, pero estoy más que segura que es él. Se da cuenta que lo observo y empieza caminar por el medio de las personas, él intenta salir del campo.

Con un movimiento brusco y apurado me separo de Jackson. Mi padre debió haberme visto junto a él. Mi corazón late al saber que estamos a poca distancia. Yo lo vi... vi a mi padre.

Corro por el campo dejando atrás a Jackson, escucho que grita mi nombre pero mis piernas no dejan de correr. Mi padre cada vez se acerca a la salida.

Mi corazón bombardea muy rápido, mis ojos están húmedos. Y no dejo de correr aferrándome a la esperanza de volver abrazarlo, tan solo escuchar su voz, o, saber si está bien sin mí, porque yo no lo estuve.

No puedo llamarlo por su nombre, solo me queda llegar hasta él. Soy un imán de emociones, mis ojos se nublan cuando mi padre cruza la salida, lo pierdo entre tanta gente.

¡No papá, no te vayas!, ¡Quédate conmigo, déjame verte!

Miro atrás, Jackson corre detrás de mí. Me limpio las lágrimas y no me doy por vencida, camino entre tanta multitud, me hago espacios entre pequeños agujeros. Ya visualizo la salida, miro atrás, Jackson deja de seguirme cuando el entrenador lo detiene y lo devuelve al campo junto a los demás.

Suspiro agitada, si llegara a encontrarme con mi padre no quisiera que él nos viera.

Al salir solo hay un montón de autos estacionados y gente fumando. Mis ojos lo buscan con desesperación, no puede estar lejos. Camino entre los vehículos, las personas me miran y dudo si preguntarles si por casualidad lo vieron, pero, eso traería sospechas y problemas.

Luego de unos minutos de búsqueda me doy por vencida. Quizá este no fue el momento de encontrarnos, de repente solo vino a verme, debe bastarme con que lo haya visto. Pero estuve tan cerca.

¡Maldición!

Pude haber corrido más. Me recuesto en la pared, dejo que mi ira y mi tristeza se vayan. Lloro unos minutos, golpeo la pared hasta que mis nudillos me ardan y cambien de color, las personas que pasan me miran extraño, deben pensar que un novio me ha terminado.

¿Ella sabrá que sangramos igual?©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora