IV

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Gavi se acercó a mí quedándose solo a unos centímetros.

– Acércate a mí, Irina.

Me pegué a él y entonces pegó sus labios a los míos.

Correspondí y entonces empezó a besarme lento.

Aunque ya me había cansado de que me trataran tan frágilmente así que agarré su nuca y lo pegué más a mí.

Le escuché soltar un gruñido y sentí un burbujeo en el estómago.

Su lengua y la mía se encontraban y sentí una de las manos de Gavi bajar hasta mi espalda baja.

Hasta que se apartó y me miró fijamente.

– ¿Estás bien?– preguntó.

Asentí y le di una sonrisa.

– ¿Por qué te apartas?– pregunté.

– ¿Quieres seguir?

Asentí y entonces me acerqué a él pegando mis labios a los suyos.

Volvió a gruñir y entonces por instinto me apoyé en sus hombros y Gavi me agarró sentándome sobre él.

Le sentí morder mis labios y solté un quejido.

Entonces sus manos bajaron hasta mi culo y lo apretó.

Me aparté y entonces lo miré.

– Cuando beses a un chico así, haz lo que acabo de hacerte, Irina.– murmuró mirándome.– Va a gustarle. Créeme.

Asentí y entonces le sentí apartar el pelo de mi cara.

– Irina, eres preciosa, usa tus encantos.

Lo miré fijamente y entonces levanté mis brazos para abrazarle.

Me envolvió con sus brazos y entonces cerré los ojos y apoyé mi cara en su hombro desnudo.

Tras varios minutos acabé quedándome dormida.

Al día siguiente me desperté y me encontré sola en la cama.

Me levanté y bajé a la cocina para ver a Gavi bebiendo de una taza.

– Buenos días, Irina.– murmuró.

– Hola, Gavi.– dije sonriéndole.

Abrí la nevera y saqué la caja de leche y después de coger un vaso me eché.

Me acerqué hasta él y entonces agarró mi mandíbula y me besó.

– Voy a ir a casa de Balde, ¿quieres venir?

Asentí.

– Después te vienes conmigo directamente para el entrenamiento.

Cuando terminamos de desayunar fuimos a vestirnos y entonces nos montamos en su coche.

– ¿Cuándo vas a sacarte el carnet?– preguntó con la vista fija en la carretera.

– No tengo ni idea, la verdad.

Me miró sonriendo y cuando llegamos a casa de Balde nos sentamos en el sofá.

Ambos se pusieron a jugar al FIFA y yo me senté entre medio de ambos.

Se chillaban y se insultaban mutuamente.

– ¡PERO NO SEAS GUARRO!– gritó Balde indignado.

– ¿Guarro? Pero si me has llevado por delante tú.– murmuró Gavi.

– Es un contacto mínimo bro.

– No es un contacto mínimo.

– Sí, sí.

𝐌𝐔𝐓𝐔𝐀𝐋 𝐇𝐄𝐋𝐏 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora