XXVIII

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Gavi estaba que no daba a basto con todo. Debía ir a los entrenamientos del equipo, ir a ver a Ana porque lo llamaba por cualquier cosa, pasar tiempo conmigo y sabía que estaba agotado, porque nada más ducharse, se tumbaba en el sofá y se quedaba dormido al instante, obligándome a tener que despertarle con todo el dolor de mi corazón.

Cuando abría los ojos me entraban ganas de llorar y poder ayudarle en todo, aunque por desgracia era imposible.

– Gavi, te has vuelto a dormir, ¿por qué no te vas a la cama?– pregunté.

– No. Es pronto.– respondió.

– Son las doce y media y mañana a las nueve tienes que estar en pie de nuevo.– Venga a la cama.

Refunfuñó negando con la cabeza y sonreí. Era como un niño pequeño.

– ¿Quieres que te haga un masaje?

Levantó la cabeza y me miró con una sonrisa.

– Pues sube conmigo y te hago todos los masajes que quieras.– dije sonriendo.

Él sonrió y tras levantarse subió a la habitación mientras yo le seguía.

Nada más llegar a la habitación se despojó de la camiseta tirándola por ahí y se tumbó boca abajo en la cama.

Me subí a la cama y luego me senté en su culo para masajear todos los músculos de la espalda.

Le sentí ronronear y gruñir mientras masajeaba su espalda.

Era consciente de todo lo que llevaba encima durante estas semanas, y todo eso le tensaba más de lo que quería admitir.

Se hacía el fuerte aún sabiendo que yo le conocía a la perfección y que no me tragaba sus mentiras.

Soltó un quejido cuando me deshice de un nudo y soltó un bufido.

– ¿Por qué te empeñas en hacerme creer que estás bien?– murmuré.

– Porque lo estoy.

Le quité otro nudo y se quejó de nuevo.

– Deja de mentirme.– murmuré.

No dijo nada más durante un buen rato y entonces creí que se había dormido.

Aunque supe que no.

– Irina, ¿puedo preguntarte algo?– preguntó.

– Dispara.

– Si esa niña es mía, pienso intentar quedarme con la custodia completa de ella, ¿te gustaría criarla conmigo?– preguntó.

Cogí aire pensando en su pregunta.

Era joven para ser madre, eso lo tenía claro, pero ya le dije que no iba a abandonarle en esto, y si él quiere luchar por su hija, voy a defenderle y apoyarle en todo lo que me necesite.

A pesar de que esa niña no es mía, estoy saliendo con el supuesto padre de la criatura, y no puedo odiarla solo por quien es su madre. Ella no tiene la culpa.

– Voy a estar contigo en todo Gavi.

– Irina, gracias, esta situación no es favorable para ti tampoco, y estás teniendo la paciencia que me da energías a mí.

Sonreí y besé su hombro.

Se levantó y entonces agarró mi cara para besarme.

Fue un beso lento y cargado de sentimientos. Todo eso que nunca nos decíamos con palabras, lo expresábamos en la cama y con los besos.

Después quiso hacerme él un masaje, aunque acabó en cosquillas y en una guerra de cojines y cosquillas.

Agarró el móvil y entonces puso música mientras se dedicaba a pasear sus dedos por mis piernas.

"Viendo el Techo" de Jay Wheeler sonó a todo volumen y me concentré en la letra.

"Primero
Quiero decirte que te amé cada segundo
Nunca te falle
Con decirte esto mami ya yo cumplo
Pero terceros
Que quisieron dañar tu relación conmigo
Pero el cuarto se siente frío
Y yo ando viendo el techo, recordándote
Y a Dios pidiendo que esté cuidándote
No soy bueno fingiendo que ya te olvidé
Bebé tú me haces falta
Sin ti las noches son largas

Todavía tengo tu foto en mi cartera
Es que pa' mí tú nunca serás pasajera
Y no te miento
Esta soledad me está matando lento
Sigo esperándote en el mismo asiento
No me preparé para el final del cuento"

¿Cómo descubriste esta canción?– pregunté.

– Me la enseñó Pedri hace tiempo y supe que era para ti.– susurró con la vista puesta en mis piernas.

– Gracias por pensar en mí.– murmuré sonriendo.

"Wonderwall" empezó a sonar y casi me echo a llorar al escucharle tararear aquella canción.

"Because maybe
You're gonna be the one that saves me
And after all
You're my wonderwall"

– Te he hecho caso siempre que me has puesto estas canciones en el coche al recogerte de fiesta o cuando las has puesto en mi habitación mientras yo jugaba a la consola.

Lo miré sonriendo y lo besé.

A veces pensaba que no me había hecho caso cuando le hablaba, pero me equivocaba.

Gavi siempre me ha escuchado, aunque yo misma creyera que no.

Es normal sentir que aburres a veces. Sientes que la gente se cansa de ti por escucharte tener que hablar de lo mismo una, y otra y otra vez, hasta que te das cuenta de que hay gente que lo hace porque la ilusión que te hace sentirte escuchada no tiene precio.

Gavi era ese tipo de personas. Su felicidad se basaba en lo feliz que son las personas de su entorno, y sentir que me ha escuchado siempre ha hecho que las mariposas de mi estómago revoloteen como locas.

Desde que le conocí, se ha encargado de limpiar mis lágrimas, de hacerme sonreír, de hacerme sentir más apoyada y querida y nunca pidió nada a cambio.

No le merezco.

Pero estoy enamorada y ya no hay vuelta atrás.

Estuvo hablando de lo que le había pasado en el entrenamiento mientras yo peinaba las hebras de su pelo.

Hasta que se calló y tras aquello miré el techo.

Esperaba que siguiera hablando, pero cuando me di cuenta su respiración se había relajado y supe que se había quedado dormido.

Me acomodé sin moverme demasiado y entonces nos arropé a ambos con las mantas.

Después empecé a recordar la primera vez que le vi y todo lo que nos ha ido sucediendo desde entonces.

Y al cerrar los ojos, acabé quedándome dormida al instante.

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Vaya temazos mami 🛐

𝐌𝐔𝐓𝐔𝐀𝐋 𝐇𝐄𝐋𝐏 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora