IX

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Mis padres habían decidido quedar con los de Gavi para organizar una cena y claramente no rechazaron.

No sabía muy bien que ponerme, así que me senté sobre la cama y me quedé mirando el armario fijamente, pensando en alguna combinación en condiciones.

Me decanté por un top rojo y una falda negra.

Me recogí el pelo en una trenza algo despeinada y después me puse algo de rímel y pintalabios y después bajé para ver a mis padres terminar de arreglarse.

– ¿Has escuchado que Gavi está en algo con una chica?– murmuró mi madre mirándome.

La miré un poco sorprendida. Porque si que era cierto que llevábamos tiempo sin vernos a solas.

– ¿Novia?– dije.

Ella asintió mientras se corregía el sobresaliente del pintalabios.

– Se llama Ana y estudia medicina, es muy maja según Aurora.

Asentí y la miré intentando darle una de mis mejores sonrisas.

Me sentía un poco traicionada. Porque pensaba que nos lo contábamos todo. Aunque al parecer no era así.

– ¿Ana va a venir a la cena?– pregunté temiendo la respuesta.

– No lo sé cariño, lo sabremos cuando tu querido padre quiera bajar y podamos ir.

Asentí y entonces mi padre apareció bajando por las escaleras.

Nos montamos en el coche y miré por la ventana pensando en que iba a decirle.

Cuando llegamos vi a Gavi sentado y a una chica de pelo castaño clarito a su lado.

Llegué hasta allí y entonces me senté en frente suya. Desafiándole.

– Oh, hola Irina, ¿qué tal?

– Bien. Por lo que veo tú también.

Gavi me miró y después miró a Ana, la cual nos miraba a ambos un poco perdida.

– Ana, ella es Irina, mi mejor amiga.

La miré fijamente y entonces estrechamos las manos con una sonrisa. La suya era sincera, pero la mía no tanto.

Mis padres llegaron y entonces empezamos a pedir la cena.

Ana había agarrado la mano que tenía Gavi sobre la mesa y sonreí irónica mirando hacia otro lado.

– Irina.

Me giré y vi a mi madre mirarme fijamente.

– Llevo dos minutos diciéndote que que vas a beber.

– ¿Puedo tomar vino?

– Claro, pero no te excedas.

Asentí y tras traer la copa de vino me la llevé a los labios y levanté la cabeza para encontrarme a Gavi mirándome fijamente.

Estaba pensando en lo enfadada que estaba con él.

Y no sabía muy bien el por qué.

Trajeron la cena y creo que casi cometo un homicidio allí mismo. Ana no paraba de sonreír y de susurrarle cosas a Gavi, quien sonreía.

– Voy al baño.– escupí y me levanté de la mesa para irme por aquel pasillo.

Estaba a punto de entrar cuando alguien me giró.

– ¿Qué te pasa?– preguntó Gavi.

– ¿Que qué me pasa? Nada. Estoy de puta madre ¿sabes?

– Irina.

– ¿En serio Gavi? ¿Ni siquiera has podido contármelo?

– Joder Irina, todo ha surgido muy rápido. Llevamos dos semanas juntos.

– ¿La quieres?

– ¿Qué?

– Que si la quieres.– repetí.

– No puedes hacerme esa pregunta. Porque no tiene sentido.

– Ah ¿no tiene sentido? Te dejo solo dos semanas y te echas novia y encima no me lo cuentas.

– Iri-

– Déjalo Gavi.

– Parece que estás celosa.

– ¿Celosa? Por favor, eres mi amigo y prefiero que la cosa siga siendo así.– escupí furiosa.

– Sabes que lo que hemos estado haciendo semanas atrás no es muy de amigos.

– Muy bien. Eso ya se acabó. Tú a lo tuyo y yo a lo mío.

– Pero Irina, escúchame.

– He dicho que ya está, Pablo. No voy a montar un espectáculo ni aquí ni ahora.

Entré al baño y me fui directamente al lavabo para poder lavarme las manos.

Solté un suspiro y me miré al espejo.

Aquella chica era guapísima, simpática y estaba segura de que le hacía sentir mariposas.

Y yo debía estar contenta. Pero no podía.

No podía porque había cometido el peor error: enamorarme.

Enamorarme de quien no debía, por segunda vez.

Me arrepentía de haberle pedido ayuda en cuanto a lo de Jairo, porque ahora no era él quien me gustaba y había echado todo a perder para nada.

Salí del baño y volví a la mesa.

Ana y Gavi estaban mirando el móvil de ella con una sonrisa y haciendo algunas muecas. Suponía que estaban haciéndose fotos.

Me quedé embelesada mirando a la nada, pensando.

No supe cuanto estuve así, pero sentí a mi madre moverme un poco para después decirme que ya nos íbamos.

Lo agradecí eternamente y entonces me levanté para poder salir de aquel infierno cuanto antes.

Salí sintiendo el aire fresco golpear mi cara y entonces los vi montarse en su coche.

Gavi me miró a través del cristal y entonces arrancó para marcharse.

Sentí un nudo en la garganta increíble.

Cuando llegamos a casa me desnudé desganada y después me senté en mi escritorio para poder desmaquillarme y poder irme a dormir cuanto antes.

Me metí en el Instagram de Jairo y vi que había subido una foto. Había estado en la playa.

Tenía la piel algo tostada por el sol y llevaba una sonrisa en la cara que podía enamorar a cualquiera.

A cualquiera menos a mí.

Aunque después acabé dándole like y le comenté unos emojis para después dejarme caer sobre la cama y soltar el suspiro más profundo de toda mi corta vida.

Empecé a pensar en que igual debía empezar de cero con Jairo. Darle una pequeña oportunidad.

Quizás acababa demostrándome que podía quererme también.

Recargué Instagram y entonces vi que Gavi había subido una historia.

Cliqué y vi que era una historia resubida de Ana, jugando a los bolos.

Me metí en su perfil y solté un bufido.

"Ni siquiera sabía usar el Photoshop"

Era obvio que en persona cambiaba bastante a las redes sociales.

Solté el móvil y entonces me quedé durante un buen rato mirando el techo, sin saber muy bien que hacer.

Entonces pensé y sin darme cuenta acabé llamando.

Al principio estuve a punto de colgar porque igual era una cagada.

Hasta que al segundo tono sentí silencio en la otra línea.

– ¿Irina?

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Ea ea ea ea

𝐌𝐔𝐓𝐔𝐀𝐋 𝐇𝐄𝐋𝐏 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora