III

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Gavi y yo llevábamos varios días quedando.

Habíamos ido a casa de Balde y habíamos ido a PortAventura.

Aquella tarde yo había quedado con Marina.

– ¿Me estás diciendo que todavía no os habéis liado?– preguntó Marina.

– Marina, hemos dicho que íbamos a ir poco a poco.

– Joder Irina, y tan despacio. Plántate en su casa y bésalo tú.

– ¿Estás loca?

– Cariño, te falta mucho por aprender.

– Hemos quedado para quedarme a dormir a su casa.

– Pues ya sabes.

Puse los ojos en blanco y entonces la miré.

– Ayúdame a preparar lo que llevarme.

La vi coger un pijama que me había comprado el otro día y sonreí.

– ¿Quieres un consejo? No le quites la mirada.

– Sabes que soy pésima con el contacto visual.– murmuré.

– ¿Y? Está ayudándote para que te hagas una puta diosa ¿no? Pues practica.

Marina se fue y un rato después Gavi vino a buscarme.

Al montarme en el coche me dio un beso en la mejilla y entonces arrancó.

– ¿Qué tal con Marina?– preguntó.

– Bien. Un poco pesada, pero bueno, ya la conoces.– dije sonriendo.

Asintió con la mirada fija en la carretera.

– ¿Quieres ver una película?– preguntó.

– Obviamente.– dije sonriendo.

Me miró un segundo y sonrió.

Cuando llegamos a su casa nos pusimos a preparar mi plato favorito: lasaña.

Después mientras esperábamos a que se hiciera, fui hasta el salón para buscar una película decente.

– Ya me encargo yo, ve a ponerte el pijama anda.– murmuró.

Me encogí de hombros y entonces subí a su habitación a cambiarme.

Bajé y lo vi cerrar la puerta del horno.

Entonces levantó la cabeza y me miró fijamente.

– Ya casi está.

– Oleee.– dije riendo.

Fui de nuevo al salón y vi que había dejado para poner una película de miedo.

– ¿En serio? No me gustan, lo paso muy mal.

Gavi llegó hasta mí y me dio una sonrisa.

– Para algo estoy aquí. Si tienes miedo pues te tapo y ya.

Me reí.

Cuando la cena terminó de hacerse, nos sentamos a cenar.

– ¿Cuando vuelven tus padres?– pregunté.

– No sé, han ido a ver cómo están las cosas por Sevilla, pero supongo que no vendrán hasta la semana que viene.

Asentí.

Sus padres vivían aquí con él pero a veces se iban a la casa que tienen en Sevilla para pasar allí unos días.

– ¿Y Aurora?– pregunté.

𝐌𝐔𝐓𝐔𝐀𝐋 𝐇𝐄𝐋𝐏 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora