Había estado varios días sin salir, lo único para lo que salía era para ir a clase y de vuelta a casa.
Jairo venía a verme todos los días, y a veces me traía algo de comer para asegurarse de que comía.
Nos sentábamos en mi cama y nos poníamos a estudiar y después nos quedábamos viendo alguna película que poníamos.
Después se iba a casa y yo me quedaba sola, pensando en si debía llamarle, escribirle...
Decir que le perdonaba.
No.
No iba a ceder. Según él me quería.
Pero quien te quiere no se rinde y deja de luchar por ti.
Se suponía que Ana iba a ser cosa del pasado y que a la que necesitaba era a mí, pero ahora sabía que había una gran diferencia entre no poder vivir sin alguien y amarle.
Gavi me había tenido en su vida y ni siquiera se había esforzado por ello, y ahora echaba de menos haberme tenido.
No podía decir que le había olvidado ni mucho menos, porque era imposible, pero sabía que tendría que aprender a convivir con ello.
Sinceramente esperaba que les fuera a bien a ambos.
Sin rencores.
La puerta de mi habitación se abrió y vi a Jairo venir hasta mí con gominolas en las manos.
– ¿Has empezado con el trabajo de literatura que me dijiste?– preguntó sentándose a mi lado.
– Sí, aunque no sé muy bien cómo va a quedar.
– Seguro que te sale estupendo.
Lo miré sonriendo.
Llevaba el pelo recién cortado y algo despeinado, tenía puesta una sudadera beige y unos pantalones vaqueros de color negro.
Me encantaba como vestía.
Aunque la verdad es que en su grupo todos vestían bastante bien.
– ¿Me dejas leerlo?– preguntó.
Asentí un poco sorprendida por su interés y entonces me levanté de la cama, abrí una de las libretas que había apiladas sobre el escritorio y saqué un folio algo pintarrajeado.
Se lo pasé y enseguida se puso a leer.
Estuvo un rato leyendo y después me lo devolvió.
– Me parece un trabajo fascinante, Irina.
– Gracias, aún no he acabado con él, aunque no creo que tarde mucho en hacerlo.
Él asintió y entonces me senté en la cama de nuevo.
Al final acabamos tumbándonos y me quedé mirando el techo.
– ¿Has vuelto a hablar con él?
Solté un suspiro y negué con la cabeza esperando que me hubiera visto hacerlo.
Le había contado a medias la historia con Gavi, obviamente no sabía nada de que habíamos estado haciendo cosas ni nada.
Lo único que le había dicho era que me prometió que iba a dejarla y que me había fallado.
No necesitaba saberlo todo porque no sabía si podía confiar 100% en él.
Aunque ahora mismo no podía confiar en nadie. Ni siquiera en mí misma.
Marina intentaba hacer que me abriese con ella, y que me desahogara, pero la verdad es que no pensaba en nada.
No quería pensar en nada y me negaba a hacerlo.
Después de un rato Jairo se despidió de mí y me fui a comer algo.
Cuando terminé tocaron al timbre y me levanté del sofá para abrir.
Miré por la mirilla y vi a Marina del otro lado.
Abrí y entonces entró para darme un abrazo enorme.
Correspondí y después la alejé de mí.
– ¿Qué tal el día?– preguntó sentándose en el sofá.
– Bien. Jairo ha venido y ha estado un rato por aquí.
– Creo que le gustas.– informó.
– Pues que lo hubiera hecho antes. Ahora no me vale.
– Irina, asúmelo, Gavi no va a volver a ti. Haz tu vida, y que le den. Eres preciosa y seguro que puedes tener a todos los que quieras en el bote. Solo necesitas creértelo y confiar en mí y sobretodo en ti.
– Marina...
– Es la verdad tía. Ya vale de mendigar amor. Te mereces que te den todo el que tú has dado a todo el mundo. No es justo dar sin pedir nada a cambio y que encima no sepan corresponderte como mereces. Deja a Gavi de lado, despídete de todo lo que habéis vivido, porque el que se va sin que lo boten, vuelve sin que le llamen. Y no lo merece.
Sentí varias lágrimas caer por mis mejillas y Marina se levantó para llegar hasta mí y envolverme en un abrazo cálido y reconfortante.
Como los que él me daba.
– Venga preciosa, sabes que me tienes aquí para todo lo que necesites y más. ¿Vale?
Asentí totalmente segura.
Marina era una de las pocas cosas estables que tenía desde que me mudé
Y me sentía muy feliz de saber que la tenía en mi vida y de que siempre iba a estar de mi lado.
Después nos tumbamos en mi cama y estuvimos riéndonos de un chico que le había escrito a mi amiga intentando algo con ella.
Al rato vi que Ana había subido una historia a Instagram y estuve a punto de meterme para ver que es lo que había subido, pero Marina me quitó el móvil impidiéndomelo.
Había estado varios días pensando en dejar de seguirles a ambos, y tras consultarlo con Marina, estuvo totalmente de acuerdo. Así que me devolvió el móvil y después dejé de seguirles.
No quería tenerles activos en mis redes sociales mientras intentaba curar lo que sentía, aunque sinceramente iba a costarme mucho tiempo hacerlo.
Marina no tuvo ningún problema con quedarse conmigo a dormir.
Así que acabamos zampándonos media nevera y después de hacernos peinados y de echarnos cremas nos tumbamos en mi cama de nuevo.
Marina se giró para mirarme y después sonrió.
– Buenas noches, tonta.
– ¿Tonta?– dije sonriendo.
– Eres mi tonta favorita.– respondió con una sonrisa.
Sonreí totalmente consciente de ello y coincidí con ella.
Mientras cerraba los ojos me vino a la cabeza las veces que había dormido con él.
Y lo echaba muchísimo de menos.
Su toque.
Su olor.
Su costumbre de abrazarme por detrás y darme calor.
Solté un suspiro y después me giré y entonces tras alejar todas esas ideas de mi mente, acabé quedándome dormida.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Aiaiaiaiaiaiaiaiai :)
ESTÁS LEYENDO
𝐌𝐔𝐓𝐔𝐀𝐋 𝐇𝐄𝐋𝐏 +18 | Pablo Gavi
Ficção AdolescenteIrina y Gavi se conocen desde hace años y siempre han sido como familia, hasta que ella acaba pidiéndole ayuda para conquistar a uno de los amigos de Gavi.