"¿Por qué su reacción es así?"
¿Tiene Edith no sólo mala relación con Curtis sino también con Baleares?
—¿Estás hablando de Edith del Marqués de Abina?
Negué con la cabeza ante la pregunta de Baleares.
—No. Soy una plebeya, así que no tengo apellido.
Solo entonces la expresión de Baleares se alivió con mi respuesta. Apenas exhalé el aliento que había estado conteniendo al ver su rostro, que parecía tan amable como un sol que podía calentarte.
"He bajado la guardia porque tenía buen aspecto, pero da mucho miedo cuando está serio."
Habría sido menos aterrador que Curtis me mirara con esos ojos fríos. Porque su cara, que seguía sonriendo, era fría cuando me miraba inexpresivamente, sentí escalofríos en la espalda.
—Lo siento. Es que tienes el mismo nombre que la mujer que odio. No es un nombre común.
Se disculpó fácilmente conmigo, una plebeya -aunque era mentira- y puso una copa de champán en su mano.
—Trae una botella a Brignac. He sido grosero con esta señorita.
Brignac era un champán muy caro. Era una bebida cara que ni siquiera podía mirar en la vida real, así que debía de ser muy valiosa en este mundo.
—¿Brignac? Sólo queda una botella en la casa, pero otro cliente ya ha hecho una reserva...
—¿Y qué?
Baleares comenzó a buscar en sus pertenencias ante la respuesta del avergonzado gerente, luego sacó una bolsita llena de monedas de oro y la arrojó sobre la mesa. Las piezas de ajedrez rodantes cayeron al suelo junto con algunas monedas de oro.
—Si no lo tienes, puedes buscar en toda la capital imperial, o cogerlo de ese bastardo que lo está bebiendo y traerlo de inmediato.
A diferencia de su cara sonriente, las palabras dirigidas al gerente fueron bastante brutales. El gerente, que comprende que Baleares no está de buen humor, se inclina a toda prisa.
—¡Sí, señor!
Baleares apoyó el brazo en el respaldo del sofá y se volvió hacia mí una vez que el gerente se había alejado del sofá en el que estábamos sentados. Sus brazos y piernas se estiraban con tanta frialdad que me le quedé mirando, pero de alguna manera no podía simplemente disfrutar de su belleza cómodamente.
—Entonces, ¿qué quiere la señorita?
Baleares, que me miraba fijamente, sigue hablando con una sonrisa en la boca.
—No me digas que me hablaste a mí, que estaba bebiendo solo sin ningún propósito. La regla no escrita de la Casa Roja es no molestarme en esos momentos.
Yo no lo sabía.
Si lo hubiera sabido, nunca habría hablado contigo.
Culpándome por ser impaciente, intenté esconder las temblorosas puntas de mis dedos en el extremo de mi manga.
—Lo siento. De verdad que no lo sabía.
—Sí, bueno.
Baleares, que apenas reaccionó a mis disculpas, arrebató con una mano el champán que había traído el encargado. Luego, se llevó la entrada de la botella a la boca y sin abridor.
¡Pong!
Pronto, con un sonido fresco, un líquido flagrante empapó su cuerpo.
"No puede ser, ¿este licor tan caro que te puede costar unas monedas de plata por gota...? ¿Está loco?"
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Una santa falsa en un juego de harén inverso (+19)
RomancePor y para fans. Sinopsis dentro. NO ES MTL.