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Baleares se puso nervioso y no respondió a mi llamada.

—...

Se quedó tieso y me miró mientras caía. Desde la cabeza cubierta de espuma hasta la camisa húmeda y pegajosa, pasando por el interior de los muslos al descubierto bajo la falda arremangada. De arriba a abajo y muy lentamente.

Si pudieras comer con los ojos a alguien, se vería así. Los ojos, que alguna vez fueron cálidos como si estuvieran absorbidos por la luz del sol de otoño, se volvieron oscuros y brillantes como una piedra caliente.

Ojos verdes que brillan un poco oscuros bajo la sombra de árboles gigantes. Un cierto deseo anidado en su interior que es tan negro y ardiente que uno no puede atreverse a mirarlos.

Era sofocante.

Aunque claramente era un oponente fácil, sentí como si me estuviera enfrentando a una bestia salvaje en el bosque sin siquiera un tipo de ayuda. Lo miré, que parecía especialmente grande hoy, y tragué saliva. Al mismo tiempo, su cuello temblaba mucho.

—... ¿Sir Ares?

El ambiente que parecía como si Baleares me fuese a tragar de un bocado se desordenó rápidamente.

—Oh, perdón.

Ante mi llamada, Ares dio un paso atrás, despejando las manos que habían estado en mis costados.

No, ¡no quería que te movieras!

Me mordí el labio ante su naturaleza gentil, alejándose obedientemente de la situación a pesar de que incluso ahora no podía quitar sus ojos de mí.

"Por favor, haz tu trabajo, ¿eh?"

¡Sé un mujeriego! ¡Si eres un mujeriego, actúa como un mujeriego!*

(Aquí decían ya saben trapeador pero lo dejaré algunas veces como mujeriego para no confundir.)

Esperaba que Baleares me recogiera ahora mismo y se dirigiera hacia el bosque apartado adyacente al área de lavandería. Sin embargo, no se podía esperar una actitud tan positiva de él, quien tenía palabras clave como virgen e inocente.

"¿Qué debo hacer?"

... Hay que idear un plan.

Si me hubiera apresurado a hacer algo ahora, este tímido herbívoro podría haberse asustado y huir.

"Cuanto más urgente eres, más retrocedes. ¡Cuanto más urgente eres, más retrocedes!"*

(Un cántico para no abalanzarse sobre Baleares.)

¡Oh, pero no quiero retroceder...!

(Yo tampoco querría retroceder en una situación así, te entiendo Edith.)

No puedo evitarlo. Cerré los ojos y soporté la sensación de calor allí abajo, como si fuera a derramar líquido en cualquier momento.

—Lo siento. Me caí por torpe.

Mientras apoyaba las manos en el suelo, abrí la boca alegremente, fingiendo no sentir su cambio físico.

—¿Te has hecho daño en algún sitio?

—N-no.

Baleares asintió levemente en respuesta a mi pregunta y presionó sus dedos en mi mejilla.

—Tenga cuidado al avanzar, señorita. Si no te hubiera atrapado, te habrías hecho daño.

Parecía relajado, como si hubiera recuperado la compostura, como si hubiera conservado la virginidad con aquella cara. No puedo creer que esté saludando a un monje* que con solo los ojos me caliente así el cuerpo. Es vergonzoso. Le fulminé con la mirada antes de darme cuenta.

Una santa falsa en un juego de harén inverso (+19)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora