—¡Te, tengo una enfermedad infecciosa!
El esclavista se detuvo ante mi grito urgente. No pasé por alto su desconcierto y mis ojos brillaron venenosamente.
—Así que si no quieres morir, será mejor que quites tus manos de encima.
—¡Vaya, una enfermedad infecciosa! ¿Crees que no sé que intentas intimidarme sin motivo?
El esclavista resopló y sacudió mi cabello de un lado a otro, pero noté que su voz temblaba levemente.
—Mayor. Es una enfermedad conocida en el Imperio ¿no ha oído hablar de ella?
Aunque el 'Trabajo Extremo' en el que estoy atrapada actualmente es un juego diferente del de '¡Experiencia! Escenas de la vida' que jugué en mi vida normal, todavía compartía la misma visión del mundo.
—Es una enfermedad que causa erupciones en todo el cuerpo y luego se propaga rápidamente al cerebro y causa la muerte. No hay cura y solo puedes calmarlo, por eso los imperialistas llaman a la enfermedad 'Mama'.
Pensando en un episodio de '¡Experiencia! Escenas de la vida' en el que me amaba la gente que trataba que tenian la enfermedad infecciosa con el poder de una santa, asusté al esclavista mencionándole síntomas concretos.
—Oh, ¿señora?
El esclavo, que se estremeció ante mis palabras, distorsionó el rostro y acabó por relajar su agarre de mi pelo.
—Mentira. ¿Crees que no he oído hablar de Mayor? Sé que es una enfermedad en la que el cerebro se funde con fiebre alta y se disuelve horriblemente.
Tras vacilar y echarse atrás, frunció el ceño con dureza, diciendo que había oído hablar de una enfermedad llamada Mayor.
—Ni siquiera tienes sarpullido, y mucho menos ampollas, ¿verdad?
Aflojé el corsé que sujetaba mi vestido mientras la mirada del esclavista exploraba mi piel perfecta.
—Es un periodo de incubación. No hay ampollas, pero las manchas ya han salido.
Cuando el esclavista me quitó el abrigo y mostró mis costados y vientre, que se habían teñido de morado debido a las caricias como pellizcos aquí y allá, las pupilas del comerciante comenzaron a temblar significativamente.
—Si sigues tocándolo, te contagiaras, así que si quieres reducir tu vida, puedes tocarlo.
Si la luz en el sótano hubiera sido un poco más brillante, habría notado que las marcas moteadas no eran signos de enfermedad, pero afortunadamente, la única fuente de luz que iluminaba el espacio era una única linterna traída por un traficante de esclavos.
—¡No tengo suerte! Tiene que estar bien escondido. Si lo vendo sin recibir el precio total, tendrás que pagar la diferencia.
El traficante de esclavos tartamudeó y continuó hablando con una mueca en el rostro.
—De todos modos, es más de medianoche de lo que prometiste. Te venderé en cuanto haya luz, así que piénsalo.
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Fue el momento en que me quedé dormida después de ahuyentar al traficante y miraba fijamente el respiradero del tamaño de la palma de mi mano.
—Es casi la hora de que empecieces a sentirte mejor, ¿no es extraño?
Cuando escuché una voz desconocida proveniente de la entrada, me levanté de mi asiento, superando la somnolencia en mis párpados.
—¿Quién es?
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Una santa falsa en un juego de harén inverso (+19)
RomancePor y para fans. Sinopsis dentro. NO ES MTL.