021 ;

232 26 0
                                    

A menos que tu cerebro esté frito por la electricidad, ¿cómo puedes atreverte a decir palabras tan sucias?

Por mucho que Edith no fuera la verdadera hija del Marqués, Edith Abina era realmente un miembro de la familia Abina, registrada como hija del marqués Abina.

—Después de investigarlo, descubrí que estos casos no son nada raros.

Cuando el cálido aliento del Marqués tocó mi cara, mi sangre se enfrió y luego hirvió. Sentí que mis oídos se fundían cuando entendí la sugerencia del Marqués, así que aparté al hombre que me agarró la barbilla y sostuvo un lado de mi cabeza con ambas de sus manos.

—¿De qué clase de casos estás hablando?

Le espeté al Marqués, que me hablaba de tonterías, esforzándose por razonarlas. El Marqués, que parecía un poco avergonzado por mi fría voz, tartamudeó antes de abrir la boca.

—Es un caso de tener una hija como esposa. Hace unas generaciones, estaba de moda entre los aristócratas...

—¿Estás loco?

Ni siquiera era la hija 'traída' de la marquesa. Es simplemente una hija ilegítima nacida de otro hombre mientras estaba casada con él. El Marqués miró mi cara de asombro y añadió tardíamente.

—Lo de concubina, eh, no tiene por qué significar tomarte como esposa.

¿Este bastardo no sabe lo que significa concubina? Cuanto más habla, más confuso se vuelve.

—En el pasado, hubo muchos casos de traer y criar a mujeres desde niñas.*

(Efectivamente, entendisteis bien, se refiere al acto de tener una niña contigo para criarla como esposa, que asqueroso.)

Lunático.

Estaba claro que en su cabeza había hielo en lugar de un cerebro.

Me sorprendieron incluso las palabras que se le ocurrieron al Marqués como excusa, pero no podía reírme por la situación. En cambio, una sonrisa grosera se desmorona en la comisura de mi boca.

—Marqués, debe estar delirando.

—Has estado hablando con dureza desde hace un tiempo. ¿No sabías que no eras mi hija desde que naciste?

Noté en el tono del Marqués que ya le había hecho una oferta similar a Edith. Ella ya debía de haberlo rechazado.

Fruncí el ceño, mirando el rostro repugnante del Marqués que ni siquiera parecía humano.

—¿Y qué?

—Entonces, no hay ningún problema entre tú y yo más que una formalidad inútil y miradas de la sociedad.

Alcé la voz, citando las escandalosas afirmaciones del Marqués.

—¿Por qué no hay ningún problema? Marqués, ¡tenga en cuenta su edad! ¡¿Cómo puedo ser su concubina aunque el Marqués y yo no tengamos ninguna relación?!

—¡Oh, estoy en mi mejor momento!

¿Este tipo está realmente loco?

Tan asqueada que ni siquiera quería hablar con el Marqués, me retiré con un plumero en la mano.

—¿A dónde vas en medio de una conversación conmigo?

El Marqués da un paso adelante como si intentara atraparme mientras doy un paso atrás. Me asqueé y le golpeé la mano con el plumero.

—¡Está sucio! Aléjese de mí.

¡Crack!

A medida que el nivel de criada* aumenta, mi fuerza física aumenta considerablemente, por lo que mis manos estaban bastante entumecidas, aún así el Marqués no soltó mi muñeca.

Una santa falsa en un juego de harén inverso (+19)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora