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—¿Oh?

—¿Puedo besarte?

—Uh, uh...

Me encogí de hombros ante la actitud inusualmente tímida de Baleares. No sé por qué un trapeador desgastado se ruboriza con los besos, pero no importaba porque era mono ver que no se le daba bien.

Me levanté sobre mis talones para compartir un profundo beso con él, pero apenas movía la lengua y sus labios solo se contraían.

"¿Qué pasa? Es como alguien que nunca ha besado antes."

Sin embargo, incluso sin ninguna técnica especial, la textura de los labios en sí era increíblemente suave y el tamaño del objeto duro que se clava en mi bajo vientre es inusual, así que el calor ya se estaba acumulando debajo.

A través de la tela, podía sentir como su parte inferior se agranda cada vez más. Babeaba ante el contorno del miembro. Aún no me lo ha metido, pero siento que mis piernas se están debilitando, así que puse mucha fuerza en mis muslos.

Bajé la mano que no estaba en su cuello y acaricié lentamente su miembro hinchado que asomaba bajo sus pantalones, tal vez mi acción fue brusca y su cuerpo tembló cuando lo toqué.

—Uh.

Sentí su desconcierto, pero no dejé de acariciar a Baleares. Su barbilla se levanta ante mi toque, que es cada vez más rápido. La garganta varonil tembló enormemente.

—Wow...

La línea que iba desde la mandíbula hasta la clavícula era tan sexy que pude admirarla. Aunque el trapero* era claramente un objetivo impopular, parecía saber por qué era querido por los usuarios.

(Por si lo habéis olvidado es como en español "chico puta" y trapero es por estar tan usado. Vamos un mujeriego.)

Chuwup.

Instintivamente, comencé a besarlo a lo largo de su mandíbula, pronto chupé ligeramente el labio inferior endurecido de Baleares.

—¡!

Sus ojos, vagaban sin rumbo por mi cara sin saber dónde mirar. En cuanto nuestros ojos se encontraron, las pupilas de Baleares se agrandaron por la sorpresa. Hasta ahora parecía todo un león, pero ahora parecía un herbívoro, así que solté una pequeña carcajada.

—¿Por qué se ríe, señorita?

—Porque su expresión es linda.

Endureció su expresión como si no le gustara mi respuesta.

—... Paremos aquí. Creo que ya he regañado bastante a la señorita.

Fruncí el ceño ante las asombrosas palabras de Baleares. ¿Quién ha regañado a quién?

—¿Qué?

—Muévete.

Su miembro se hinchó como si fuera a reventar, pero aun así Baleares me apartó. Su voz era tan silenciosa como si estuviera reprimiendo algo.

—¿Por qué?

Mirando mi cara interrogante, se giró como si fuera a levantarse de su asiento sin respuesta.

—¿No quieres acostarte conmigo?

Me llevó a la suite del hotel donde se alojaba y no quería hacerlo conmigo. No se puede obligar a alguien a acostarse si uno no quiere, pero era una pena.

—No tienes que quedarte conmigo hasta mañana. Además, ni siquiera preguntaré el nombre del joven maestro.

Pensé que no intentar averiguar su identidad era la mejor condición para seducir a Baleares. Por alguna razón ocultaba que era el hijo de un duque, y le molestaba mucho la gente que le cuestionaba por su identidad.

Una santa falsa en un juego de harén inverso (+19)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora