James Potter era alguien obsesivo, estaba obsesionado con el quidditch, con molestar a Severus Snape y obsesionado por poseer a Regulus Black.
(Historia con contenido sensible y explícito)
Artby: Likeafunerall
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☆᤻⠀۪⠀ﾳ⠀ּ⠀Culpa⠀ׄ⠀۪⠀𐂂⠀ּ⠀◗
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La fuerza ejercida en su mano hacia que sus anillos rasgaran la suave piel debido a la fricción que se generaba entre ellos, mordía con tanta fuerza su lengua que el sabor metálico comenzó a saborearse y esparcirse manchando sus dientes, no tenía palabras no podía hablar, la saliva no pasaba por su garganta y tenía un lazo enredado que no permitía el paso a nada hacia el exterior.
Lo único que podía hacer Regulus era mirar los rayones en la mesa, contarlos y analizarlos, desde el largo o la profundidad con la que fueron hechos, imaginarse a los magos que los hicieron, todo eso para desconectarse un poco con la realidad que estaba pasando.
James al no tener respuesta soltó la mano del Black, con irritación se pasó sus palmas por la cara que comenzaba a enrojecerse, relamió sus labios y soltó un suspiro.
-¿Por qué me haces esto? -Preguntó James con una voz temblorosa y desesperada, parpadeando lentamente con fuerza.
La culpa puede ser un factor importante para lograr que alguien actué de una manera especifica, manipula a la víctima lavándola a una posición sumisa, ya que, siente que debe hacer lo que le piden para liberarse de esa culpa.
Regulus se estremeció ante las preguntas, la forma en la que James pareció debilitarse fue sorpresiva, algo nunca imaginado para él, quien, siempre lo vio cómo una persona fuerte y segura, por su culpa Potter estaba sintiéndose así. Pero, no había hecho nada de lo que se le acusaba, si, había tenido su primera vez con Eoin Nott, nada lindo de recordar ya que prácticamente fue en contra de su voluntad.
-J-james no yo... Lo siento.
Una disculpa inaudible y que se podría percibir cómo un suspiro, qué, se perdía en el aire del lugar, pero James la escuchó y se le llenó el pecho de prepotencia. Lo tenía justo donde lo quería.
-Me gustas, me gustas mucho, Regulus.- Confesó James.
El pánico que sentía se esfumó por la declaración, se atragantó con el nudo que no le permitía hablar y sus ojos se abrieron de par en par, levantó su vista para ver a James, su corazón sonaba y bombeaba con fuerza en su interior llegando a arder. En esos momentos el tiempo se detuvo en sus pies, estaba pasando todo lo que alguna vez había soñado, las fantasías que solía imaginar se realizaron en el momento menos esperado. Fue algo subitáneo, pero, emocionante a la vez, su felicidad quedaba retratada en el agua que comenzaba a acumularse en sus ojos.
