CAPÍTULO 9

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- Bueno, te puedo decir tres reglas básicas para hacer feliz a Auntuan - Así se llama mi jefe - Se eficiente, no le preguntes las cosas dos veces y tráele su café caribeño todas las mañanas religiosamente... le harás el día más fácil, y ciertamente el tuyo también - Mía seguirá para mirarme y revisar en mi rostro si estoy en proceso de asimilación o si ya entendí todo lo que me ha dicho.

-¿Café caribeño? - Es lo único qué logro preguntar, ya que lo demás aún se encuentra en proceso de registro y almacenamiento en mi cerebro, Dios que patética soy.

Ella suelta una risita, y continúa caminando por el largo pasillo - Café con ron y vainilla, es su inspiración matutina, según lo que él dice. Personalmente, creo que es una manera de disimular, que necesita algo fuertecito para empezar su día, y mantener a raya su carácter de mierda... Pero no estamos aquí para decirte lo diva que es.

Mierda. ¿Es un maldito cabrón? No deje a Dom, para tener otro igual. Necesito como 5 minutos para escuchar mi podcast de autoayuda.

- Las siete primeras plantas del edificio, están distribuidas para el procesamiento de telas y la bodega textil. En la octava encuentras las áreas administrativas, recursos humanos y contabilidad, en el noveno, está el showroom y las oficinas de los diseñadores. Y en el décimo están las oficinas de los directivos - Mía habla demasiado, rápido, intento torpemente tomar nota en la maldita libreta que compre ayer, pero joder no soy un dictado de texto - Tú y yo, queridísima amiga, estaremos en el piso número nueve, donde están nuestros preciosos jefes.

- Okey... - Medio balbuceo, me siento súper insegura, y algo tonta. Mierda.

- Alessia, sé que es demasiada información. Pero siento que vas a hacer parte del paisaje, estás monísima, Auntuan cuando te vea, se va a morir contigo.

- ¿Debo suponer que todo lo que me acabas de decir es bueno?

Mía ríe de nuevo - Claro que si amiga, vas a estar increíble. Sé que estás nerviosa, pero no dejes que eso sea algo que te juegue en contra.

Continuamos con el recorrido, me explica donde queda cada cosa, y me presenta a cuanto rostro nos encontramos, unos más amigables que otros y siento un hormigueo en mi espalda cuando llegamos al décimo piso, no debo ser Sherlock para descubrir que aquí queda su oficina.

Finjo que nada pasa, y trazo una sonrisa en mis labios, mientras jalo el ruedo de mi falda de cuero, a diferencia del día de ayer, hoy me siento más segura, ya que me puse algo de mi armario, al darme cuenta de como estaban las chicas vestidas ayer, entendí que el código de vestimenta es flexible sin dejar ser elegante, algo moderno, y eso me dio algo de alivio.

- Bueno, aquí se encuentra la sala de juntas, y la oficina de Nathaniel que es director de ventas y mercadeo, Maximiliano director financiero y Aiden el director general de la sede de Londres. Cada uno está en su propia liga, y compiten por el puesto del más antipático, en general son buenos jefes y no molestan demasiado, o al menos las asistentes de los diseñadores, somos punto y aparte. Y como soy una chica súper cool, dato curioso ¡Están que se caen de buenos! - Sonríe ensoñadora y comparto la sonrisa con ella, los conozco a los tres más de lo que me gustaría hacerlo. Pero como soy turista y no conozco nada hago lo que cualquier turista haría... preguntar.

- ¿En serio? ¿De verdad están guapísimos, no es eso mucha distracción? - Mía ríe encantada por mi curiosidad - Tendré que verlos para juzgarlos.

- Guapos, sería una grosería para describirlos... una chica puede soñar, pero son inalcanzables. Las únicas privilegiadas son las modelitos, que vas a ir conociendo durante tu estadía, ya que parece que su segundo hogar en nuestro piso - Frunce el ceño, como si eso de veras le molestara. Y tal vez si lo haga, pero como estoy en modo cero dramas, no indago demasiado.

- Bueno, pues ellos se lo pierden, te has visto en un espejo últimamente... estás hermosísima - Ella me mira y sonríe, y yo lo devuelvo el gesto, engancha su brazo con el mío.

- Dios, eres una dulzura.

Me presenta a las secretarias de esta área y parecen sacadas de un catálogo, todas divinas... y frías, a diferencias de las sonrisas y rostros amigables de los otros pisos, estas chicas son odiosas, y son las únicas que están vestidas de una manera cuidadosamente elegante, porque se ven preciosas. Cuando tomamos el ascensor Mía me dice que les dicen las Mean Girls, rio con complicidad, porque el apodo les cae de perlas.

Los días han pasado, uno tras otro y me siento como si fuera otra versión de mi vida. Me siento diferente, me veo diferente, y amo trabajan con Auntuan, él me dice "mi niña preciosa" tenemos química, yo hago todo lo que me pide, coordino cada una de sus reuniones, y cada uno de sus mínimos deseos, desde llevarle su café a las 8 AM en punto. La vida está sonando como Rich Girl de Gwen Stefani me siento preciosa, y mi autoestima, claramente ha escalado un par de peldaños, en mi pirámide de amor propio. La depresión ha ido abandonando mi cuerpo, y he hecho muchos amigos nuevos en las últimas dos semanas.

Este es el momento en el que las actrices de comedias románticas, tienen su catarsis. Y me siento así, solo que sin el romance. Y eso está bien para mí, el amor no está en mi lista de prioridades. Voy tan perdida, divagando en mis pensamientos, que no me detengo a mirar hacia al frente mientras cruzo la recepción, saludo a Carl, el portero y cuando levanto la mirada, me encuentro con el demonio que fue hecho a mi medida.

Aiden, no me ha visto, está de espaldas, esperando el ascensor, mientras mira su teléfono. Okay, okay aún puedo pasar desapercibida. Estoy viendo mi ruta de escape, más próxima Channel ya me vio y me mira con confusión.

Pero como es normal, mi vida no puede ser genial. Diablos, me olvidé que no soy una comedia romántica, sino un drama turco.

- Sia - Maldición, siento correr el arcoíris de felicidad que transmite Mía mientras se para a mi lado. Cierro los ojos, y cuando los abro, Aiden ya se ha girado, y son anfitriona de toda su atención. Ella detiene su parloteo antes de iniciar cuando ve a nuestro jefe parado a unos centímetros de nosotras - Hola, señor Woods - Saluda Mía con cortesía, Aiden ni siquiera la mira, mientras hace un gesto con la mirada, sigue con sus ojos clavados en los míos, y esos ojos que alguna vez me miraron con sentimientos y emociones, son la cosa más fría y lejana que algunas a atravesado mi alma.

Diablos siento como me estoy sonrojando. 




Por Siempre IncorrectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora