PRÓLOGO

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LUCAS

Coloco un poco de papel celofán en el antebrazo de la chica a la que acabo de tatuar una muy esmerada y famosa Katrina. Ella retuerce un poco sus bonitos labios mientras paso una mano sobre su reciente adquisición, para asegurar un poco más el papel en su lugar.

- No olvides los cuidados, cariño - Le advierto, pero no se los recuerdo, ya que no es el primer tatuaje que le hago. De hecho, soy el dueño de un par más que marca su caliente cuerpo. Tetas pequeñas, cintura estrecha y unas piernas kilométricas.

- No te preocupes, Luc - Me guiña un ojo a la vez que sonríe.

Ella es realmente ardiente. Leyla definitivamente es una de mis clientas favoritas, independientemente del coqueteo contaste y de su sensual apariencia. Es una chica con cerebro, con la que se puede conversar y no solo tontear.

Ella no tarda en mostrarse bastante agradecida e invitarme una copa. La cual rechazo sin una pizca de emoción al ver a mi nuevo futuro cliente cruzar muy sonriente las puertas del local, el tipo es una bola de músculos hinchados y una estupidez igual de grande que su enorme pecho. Me ganó una mirada de advertencia de mi hermano mayor, Kenneth.

Diez mil morritos después, le prometo a Leyla ir por ese jodido trago que tanto insiste en invitarme en la próxima ocasión que se tatúe.

- Hey, hermano - Saluda emocionado Chip más conocido como el estúpido dueño de la tienda Geek, y lo más cerca a mi próximo cliente.

- Hola - Trato de no sonar tan seco, así que sonrío mostrando los dientes - Dame 10 minutos y termino de organizar todo.

Diseño, estiro y flexiono los dedos, murmuro alguna que otra mala palabra y sonrió a Chip con fingido interés, hacia una historia que está contado, a la cual no les estoy prestando ni cinco de atención.

Quince minutos después intento convencerlo de que mi cambio en su diseño original es mucho más armonioso y proporcionado. Él realmente se muestra reacio a aceptar el cambio, pero al final accede.

La puerta del local se abre dejando el silencio a su paso, y haciéndonos girar la cabeza a todos los que estábamos dentro.

Una jadeante y sonrojada bruja esta parada allí, con una lata de cerveza en su mano derecha y una sonrisa de dientes perfectos colgando de sus labios. Aprieto los labios e intento apartar la mirada, mientras la escucho saludar animada a Ken y al aprendiz que está al fondo del local. Obviamente, saluda a Chip, y este, como casi todos los hombres que conozco, se queda como idiota comiéndosela con los ojos.

Es un fastidio que allá venido.

- Estás ebria - Escucho como la reprende Ken.

- No, no lo estoy - Masculla con la típica voz de borracha. De verdad odio cuando está así, joder.

Pero en definitiva, ella ya no es mi problema... Es problema de su nuevo Aiden. La sensación de enojo, me hace apretar la máquina de tatuar entre mis dedos.

- Llévala a casa Ken, cerraremos con Blackie - Intervengo antes de Alessia haga alguno de sus dramas - Alessia, lárgate de una vez - Continuo con mi trabajo, y aunque es un tatuaje pequeño. Necesito terminarlo para controlar mis emociones. Y no levantarme y ahorcar su precioso cuello.

- Luc.. Te veré más tarde - La escucho decir - Vamos, Kenny.. Te invito un trago.

Ignoro el parloteo que se genera ante la última frase que escucho de parte de la bruja que me vuelve loco, y a los pocos minutos sale del local con mi hermano mayor. Me permito mirarla de reojo y puedo ver que aunque sigue hermosa, no es un secreto que se ve cansada y más delgada. Pero de nuevo me recuerdo, que ella ya no es mi problema.

- A veces pienso que Sia se esfuerza por volverse una alcohólica, y eso amigo, es preocupante - Murmura Blackie desde el fondo del local, en donde ha estado trabajando toda la tarde callado. Algo poco usual en él.

- Esa chica es hermosa - Comenta Chip.

- Lo es, y es la mujer del chico que tiene una aguja que puede ser aún más dolorosa tu piel.. Así que ten cuidado - aclara Black sin que nadie se lo pida, yo quiero gruñir y terminar lo más pronto posible.

Ella no es mía. Lo fue, lo fue por mucho tiempo, pero ya no lo es. Tomo su decisión, y esa fue darme una patada en el culo e irse con un imbécil. Aunque si hablamos de imbéciles yo fui el mayor, siempre creí que había algo entre ellos, ella siempre lo negó... Debí notarlo cuando cambiaba de tema, o me engatusaba con sexo.

Vaya mierda...

Por Siempre IncorrectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora