CAPITULO 16

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Un nuevo día. Una nueva semana.

Leí mi horóscopo, manifesté y ya puse en mis historias de Instagram una frase motivacional que encontré en Pinterest, con la canción de una banda indie. Cumplí religiosamente cada paso, y no entiendo por qué siento tanto nervios como si me estuviera encaminando a un sacrificio humano.

Estoy nerviosa, y llena de ansiedad. 

Saludó al portero, saludó a Channel y le doy una de las tazas de café que sostengo. No me distraigo mucho con ella, ya que aunque no voy tarde, no voy tampoco con un millón de tiempo libre.

- Buenos días - Murmura la voz profunda de Max.

- Buenos días, señor - Channel tiene una sonrisa de un millón de dólares en sus labios, mientras lo saluda.

Doy un leve cabezazo en su dirección y continuó mi camino hacia el ascensor. No tengo nada personal contra él, pero es un cabrón de primera, y ha tenido la osadía de amenazarme un par de veces. Nada grave, pero sí lo suficiente para incomodarme. Y hacer que me arrepienta de todos mis pecados hechos y pendientes por hacer.

- ¿Dormimos juntos? - Imbécil, no podría decir algo más casual como "No me vas a saludar" tenía que ser glorioso. Siento su mirada taladrar mi mejilla, tengo una sonrisa floja en los labios.

- ¿Disculpa? - Murmuro como si no fuera conmigo - Buenos días, señor - Imito la sonrisa de Channel - Te veo luego - Le comento a mi compañera mientras camino hacia el ascensor.

- Siempre tan amable, me encanta eso de ti.

- Siempre tan antipático, me fastidia eso de ti - Le devuelvo mientras esperamos juntos a que la caja metálica decida honrarnos con su presencia, aunque la idea poco asertiva de usar las escaleras baila perezosamente en mi cabeza, porque probablemente llegare agitada, sudada y mañana me dolerán horrores las piernas, son demasiados pisos.

La conversación gracias a Dios muere tan rápido como inicio, aunque no diría que fue una conversación, más bien diría, que los comentarios de odiosos terminan, ya que más personas se unen a nosotros, y es lo suficiente inteligente para no dirigirme ni siquiera una mirada.

Bajo rápidamente en mi piso, y me dirijo con las tazas de café que he cuidado en mi mano como si fueran lo más valioso del mundo porque una de ellas es el café caribeño que hace que el día de mi jefe sea más fácil. 

Auntuan ya llego, porque sus gritos me reciben desde el pasillo, no puede ser que este de tan mal humor, no son ni las nueve, carajo, suspiro y cuadro los hombros, porque por el señor será un largo día, ya he tenido la desafortunada suerte de presenciar uno de esos episodios del humor perpetuo. Tropiezo con la mirada de Mia que esta mordiendo su dedo pulgar entre sus labios, mientras espera fuera de la sala de juntas que hay en nuestro piso, camino hasta ella.

- ¿Qué esta pasando? - Le tiendo un taza de café - Buenos días - Saludo, que descortés de mi parte, pero al parecer ella no lo nota.

- Hola, gracias. No se muy bien pero Federic y Auntuan, están discutiendo sobre la nueva colección - No he reunido el coraje suficiente para entran en esa sala, aprecio mi vida ¿Sabes?

Podría decir con los ojos cerrados que Mia es mi alma gemela en este lugar, ella respira tan buenas vibras, y podría apostar toda mi quincena que su aura es rosa, es toda la descripción de su personalidad, sus ojos se abren de golpe, y yo sigo la corriente de su mirada, rara vez vemos alguno de los directores en nuestro piso, bueno, el viernes nos visitaron, pero ver a los tres caminando hacia nosotros, a las ocho de la mañana, un lunes y hablando entre ellos, debe ser un jodido récord o algo así.

- Que día tan horrible - Bufa Mia, mientras de un sorbo a su café, y hago lo propio, tomo mi propio café y le doy un trago, maldiciendo al cielo, porque el café de Auntuan se esta enfriando.

Por Siempre IncorrectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora