Un golpe por la espalda (Lestappen)

Las alas de la vida

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Max estaba sumergido en un profundo sueño, después de su magnífico momento, abrazado a Charles, sintiendo cada latido de su corazón y el de su esposo en sincronía como una melodía de paz y seguridad. El aroma reconfortante de Charles envolvía su ser, haciéndolo sentir como si estuviera en el lugar correcto, en el momento perfecto, con el ser y alma indicada. Era como si finalmente hubiera encontrado su refugio seguro con el calor del monegasco, y sus hermosas palabras que le daba siempre, donde todas sus preocupaciones se disipaban y solo quedaba el cálido abrazo del amor.

En su mente, podía visualizar claramente un futuro junto a Charles, lleno de amor, risas y complicidad. Imaginaba con detalle cómo sería criar niños juntos, compartiendo cada momento, desde los pequeños logros hasta los desafíos más grandes, ser un padre como el que nunca tuvo de forma correcta. Se veía a sí mismo enseñándoles a andar en bicicleta, leyéndoles cuentos antes de dormir y celebrando juntos las pequeñas victorias de la vida. Y no podía faltar la imagen de unos adorables gatos revoloteando alrededor, siendo cuidados con amor por los pequeños y formando parte inseparable de su familia, y si Charles quisiera un lindo perro para que cuidara a los niños en cualquier momento.

La idea de tener una familia propia, con niños riendo y jugando, le llenaba el corazón de alegría y satisfacción. Era como si cada pensamiento de su futuro con Charles fuera un destello de luz en medio de la oscuridad, iluminando su vida con esperanza y felicidad, regresándole un sentimiento de consolación y seguridad que creyó perdido.

Sin embargo, mientras Max se sumergía cada vez más en los rincones de sus sueños, donde la felicidad era su compañera constante, su tranquilidad se vio abruptamente interrumpida por un estruendo de voces discordantes que resonaban en su mente, desgarrando la armonía que tanto había disfrutado. De repente, como un rayo que rompe la oscuridad, la imagen de Charles envuelto en un accidente apareció ante él, sacudiendo su ser con una intensidad inesperada. El corazón de Max pareció detenerse en seco, el miedo se aferró a él como un animal feroz, y una ola de desesperación lo inundó por completo, arrastrándolo a las profundidades de la angustia y la incertidumbre.

La idea de perder a Charles, su compañero y el amor de su vida, desató una tormenta de emociones en lo más profundo de su ser. La angustia lo envolvió como una sombra fría, estrechando su pecho con un dolor agudo y dejándolo sin aliento, como si el aire mismo se hubiera vuelto denso y pesado. Sentía que el mundo se desmoronaba a su alrededor, que cada pilar de seguridad se desvanecía en la oscuridad que amenazaba con engullirlo por completo.

La oscuridad de la pesadilla parecía devorarlo, envolviéndolo en una espiral de desesperación y temor. Max luchaba por despertar, por romper las cadenas de esta visión sombría y retornar a la seguridad reconfortante de los brazos de Charles. Cada intento por liberarse se convertía en un esfuerzo desesperado, como nadar contra una corriente imparable que amenazaba con arrastrarlo hacia lo desconocido. La certeza de que la realidad podría reflejar su pesadilla lo atormentaba, convirtiendo su lucha interna en una batalla interior solo intentando de alejarse de su pesadilla.

Pero cuando la mente de Max finalmente intentó despertar de forma insistente, se encontró atrapado en un limbo entre la vigilia y el sueño, luchando contra las cadenas de la pesadilla que se aferraban a él con tenacidad implacable. Con un esfuerzo titánico, logró abrir los ojos, pero la escena que se desplegó ante él no era la acogedora habitación en la que había ido a dormir con Charles. En cambio, se encontraba en un entorno desconocido y que no recordaba pero se le hacia conocido de cierta forma, una habitación estéril y blanca que se desvanecía en su visión borrosa.