Un golpe por la espalda (Lestappen)

Cena

Unos meses después, la relación entre Charles y Max mostraba grietas evidentes. Charles notaba la extraña actitud de Max, especialmente en las mañanas donde los gritos repentinos escapaban de la habitación de su pareja. Sin embargo, optó por no indagar, confiando en que Max eventualmente compartiría sus preocupaciones. Un gesto de confianza que no fue correspondido.

A pesar de la preocupante situación, Charles intentó no darle demasiada importancia. Max, por su parte, continuaba sorprendiéndolo con regalos matutinos. Sin embargo, en momentos de distracción, Charles percibía cómo Max parecía perderse en sus pensamientos. Charles atribuyó esto a que ambos atravesaban momentos de reflexión, aunque sus propias inquietudes no dejaban de crecer. Aun así, decidió disfrutar de cada gesto y ayudar a Max a hablar sobre sus preocupaciones, logrando avances, aunque sabía que no había alcanzado el 100% de la confianza.

La sonrisa de Charles a Max se volvía un gesto forzado, ya que a pesar de querer ayudar, reconocía sus limitaciones. La felicidad de Max era prioridad, y ambos se apoyaban mutuamente en la medida de lo posible.

Sin embargo, la preocupación de Charles creció cuando notó el distanciamiento creciente de Max en las últimas semanas. Aunque compartían el mismo espacio en casa, el tiempo juntos se volvía cada vez más escaso. En un intento de acercarse, Charles organizó una cena para ambos tras regresar de una pequeña reunión, pero las cosas no salieron como esperaba.

Esa noche, Max, absorto en sus pensamientos en la habitación, mientras revisaba y escribía cosas en su computadora, escuchó un estruendo proveniente de la cocina. Rápidamente abandonó su computadora y se dirigió hacia el origen del ruido preocupado de lo que pudo pasar. Al llegar a la cocina, se sumó a Charles para ayudar a recoger los restos de lo que parecía ser su cena arruinada. Charles evitó su mirada, sumido en su propio mundo de desilusión.

-¿Charlie, estás bien?- preguntó Max, preocupado, mientras ayudaba a recoger los utensilios y tenía precaución de no pisar el agua caliente. Charles no le respondió, pero Max notó el leve quejido cuando tomó la mano de Charles. Max se dio cuenta el monegasco se había quemado por lo que llevo a Charles al lavamanos para echarle agua, y al llevarlo al lavamanos y ver la quemadura, Max se percató de que también se había lastimado la otra mano. Por lo que se puso a echarle agua fría delicadamente y con su mano libre agarro la barbilla de Charles viendo como el otro estaba tratando de contener su llanto.

-¿Te lastimaste algo más, mijn ster?- preguntó Max, preocupado, inspeccionando con la mirada si había alguna otra herida. -Lo siento solo soy un tonto..- Dijo Charles, en un murmullo, se quejo y Max se colocó detrás de él, rodeándolo con sus brazos, ayudándolo mientras sentía por la respiración del otro como se esforzaba por contener el dolor.

-No digas eso amor tu eres lo mejor que me a pasado, y eres demasiado inteligente.. yo debería ser el tonto que no te merece después  de lo que paso hace tiempo pero aquí  estamos los dos juntos, así  que solo tomémonos  el tiempo para que baje la temperatura de tus quemaduras y después  me vas a contar como se te cayo todo ¿si?- Dijo Max, dejando un pequeño beso en el cuello de Charles. Este último se pegó un poco más al pecho de Max, sintiendo el consuelo mientras el agua fría caía en sus muñecas.

Charles suspiró adolorido y cerró los ojos durante los 10 minutos con el agua fría. Max apagó el grifo, alejándose, y cuando Charles se volteo, vio a Max sacando una crema. Indicándole que se sentara en la silla del comedor, Max aplicó la crema a Charles, quien intentaba contener cualquier quejido. Max, al ver la expresión de dolor en el rostro de Charles, le dio un beso y, al terminar de aplicar la crema, se alejó para limpiar el suelo mientras Charles lo observaba con lástima y pena.

-Max, ¿ya no me amas?- murmuró Charles, rompiendo el silencio. Max lo miró sorprendido, se acercó y se arrodilló frente a él, tomando su barbilla.