Un dulce cuidado

309 23 60
                                    

A la mañana siguiente Max despertó algo adolorido y confundido porque no recordaba que había pasado la noche anterior después de hablar con Daniel, pero al sentir un escalofrío se dio cuenta que solo estaba en calzoncillos y se asusto por lo que pudo haber echo pero después se percato que quien lo abrazaba y estaba pegado a el era Charles por lo que solo se recostó mejor de como estaba y solo acaricio el cabello de Charles mientras admiraba la cada de tranquilidad del otro, al ver el reloj logro notar que apenas era de madrugada y eran las tres de la madrugada. Mientras que hacia eso se dio cuenta de que sus nudillos estaban lastimados y ahí fue cuando recordó que la noche anterior se había peleado con cierto francés que no soltaba a Charles y solo sonrió, sabiendo que el monegasco solo era suyo.

Y solo se quedo admirando la paz con la que Charles dormía mientras le acariciaba la mejilla con su otra mano, agradeciendo poder tener esa paz en esos momentos hasta que por un momento había logrado escuchar a su padre en el eco de su mente y la presencia dominante de Jos. "No eres mas que un tonto, si fueras mi hijo de verdad no hubieras cometido tal error." para después  no escuchar y ver todo negro hasta escuchar como a lo lejos se escuchaban unos gritos, cosa que le recordó a su niñez cuando su padre le pegaba a su madre por protegerlo del castigo de cada error que hacia en los karts o en cualquier cosa para llegar a la perfección, y sentía como su respiración se volvía errática al recordar la vez en la que se tubo que esconder en el armario y vio como su madre sufría solo por cuidarlo, aunque tampoco es que se salvara por completo ya que el también recibía los golpes cuando no tenia salvación  pero no era tan doloroso a como ver a su madre sufrir solo por que el fuera un inútil en ese tiempo. Aunque sabia que no era su culpa que su padre nunca lograra comprender que nunca iba a lograr vivir su carrera fallida a través de su hijo....

Mientras que Charles estaba dormido tranquilamente, disfrutando de que la habitación estaba sumida en la oscuridad, solo iluminada por la tenue luz de la luna que se colaba por las cortinas entreabiertas, dibujando sombras suaves en las paredes. Los muebles, apenas visibles en la penumbra, daban a la estancia un aire acogedor. El ambiente estaba cargado de quietud, roto solo por la pesada respiración agitada de Max, cosa que preocupo al Monegasco y se despertó  para revisar a su novio.

Max despertó de repente, dándose cuenta que había caído dormido otra vez, el sudor perlaba su frente y sus sábanas. Parecía estar luchando contra algo invisible en su sueño. Jadeó y abrió los ojos, encontrándose con la preocupada mirada de Charles, quien estaba sentado encima de él. Su cabello desordenado daba señal de que acababa de despertar. Las cortinas danzaban sutilmente al compás de la brisa, proyectando sombras danzarinas sobre el rostro angustiado de Max.

Max continuaba respirando con dificultad, su pecho se elevaba y descendía en un intento de normalizar su respiración, aunque le resultaba difícil. Los latidos acelerados de su corazón resonaban en sus oídos, y el aire parecía no ser suficiente para llenar sus pulmones.

-¿Charles? ¿Estás bien?- Murmuro algo confundido, con la voz temblorosa, incapaz de diferenciar su pesadilla de la realidad en esos momentos. La tenue luz de la luna delineaba los rasgos preocupados de Charles, quien se encontraba sentado encima de el, solo para observar mejor a max ya que desde su lado de la cama era algo complicado. La habitación estaba impregnada de una atmósfera de misterio, con sombras que danzaban en las esquinas, creando una sensación etérea.

Charles, al notar que Max había abierto los ojos, colocó su mano con suavidad en la mejilla de Max, acariciándola con gestos reconfortantes. Habló con voz suave pero llena de preocupación: -Sí, cariño, estoy bien. Pero tú... tenías una pesadilla horrible. Estabas sudando, temblando y parecía que querías gritar o llorar.- La caricia de Charles y sus palabras calmadoras crearon un remanso de paz en medio de la turbulencia emocional de Max.

Un golpe por la espalda   (Lestappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora