El lado oscuro de la luna

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―¡Porque no soy como tú! ―resonó en la mente de Aaron mientras veía una mariposa gigante frente a él.

La realidad cayó ante una nueva ilusión de su hermana. No solo era una ilusión; era un recuerdo mostrado encima de su entorno.

―No es necesario que me ayudes a entrenar ―le dijo Melissa.

―Te voy a ayudar. No vas a hacer que cambie de opinión, así que no seas testaruda.

―Pero tú huer...

―No te preocupes por eso. Ya lo solucionaré. Tu examen es en una semana, ¿cierto?

―Sí.

―Por eso mismo es la prioridad.

―Pero...

―No hay peros.

Era un recuerdo antes de la disputa que tuvieron debido a que siempre la ayudaba. ¿En verdad era molesto eso?, ¿no debería estar agradecida por tener un hermano tan amable y al que le preocupaba?

La ilusión se quebró y volvió la mariposa, cada vez más cerca. Aaron se alejó y trató de regresar al punto donde antes estaba, pues seguramente ahí debía estar su hacha con la que defenderse. La cuestión era cómo llegar. Había perdido la orientación.

"Me siento extrañamente cansado. Debe ser por los polvos que sueltan las alas de la mariposa. Es posible que dicha sustancia afecte al sistema nervioso generando ilusiones además de dañarlo y cansarlo. Seguramente, tras cierto tiempo de exposición sus presas se desmayan convirtiéndose en presas fáciles. De no encontrar mi hacha pronto, ese será mi destino".

Ahora estaba en medio de un pasillo iluminado por un foco parpadeante. Había diez puertas a cada lado. Todas se abrieron a la vez y de cada una de ellas salió Melissa como una imagen reiterada.

―¿Por qué me ayudaste tanto? Te dije que no lo hicieras.

Se esfumó el pasillo después de eso. Al regresar al bosque siguió buscando su hacha.

"¿Por qué eres quien se enoja de que te ayude? Deberías estar agradecida, ¿crees que yo lo hice porque en verdad quería? ¿Crees que es una elección que escogería cien veces? No, claro que no".

Cerca de una liana, la encontró, así que corrió para tomarla antes de que desapareciera en el desvarío, el cual comenzaba a vislumbrarse desde sus laterales. Había vuelto a su aldea. Las personas caminaban con normalidad, ignorando su presencia.

Más al fondo vio a su hermana entrenando como de costumbre. Se preguntaba cuánto tiempo habría pasado así. Se exigía demasiado, a diferencia suya. Detrás de él estaba un huerto, mejor dicho, lo que antes fue un huerto y ahora no era más que tierra inservible con algunas matas secas. Había sido el huerto de Aaron. Se pudrió por la falta de cuidado.

Las ramas y hojas marchitas reposaban en el suelo mientras esperaban a ser llevadas por el viento a otro lugar. Él simplemente miró recordando todas las veces que priorizó a su hermana en vez del huerto.

―Deberías cuidar tus plantas.

―Estarán bien, descuida ―no estuvieron bien.

"Podías haberme forzado a enfocarme en eso, ¿sabes? Solo debías insistir un poco más...".

Al volver a la realidad, Aaron creyó ver a la mariposa, así que atacó con vigor, pero no estaba ahí, entonces terminó golpeando un tronco, clavando la punta en la corteza. La fuerza fue tanta que ahora no podía sacar el hacha de ahí.

"¿Por qué dejaste de insistir? Tú sabías que me arrepentiría, estoy seguro. Debiste haberlo hecho... Yo no quería. Podías hacerlo sola, ¿no es así?".

Espora MoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora