Capítulo XXII

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Te sentaste en el sillón de la sala, tomaste un cojín y lo apoyaste en tus piernas, mientras limpiabas tu nariz y tus lágrimas que hace poco habían dejado de caer

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Te sentaste en el sillón de la sala, tomaste un cojín y lo apoyaste en tus piernas, mientras limpiabas tu nariz y tus lágrimas que hace poco habían dejado de caer.

Raphael te miraba desde lejos. Sin saber cómo acercarse. Sintiéndose conflictuado, avergonzado por lo que pensó de ti como si en realidad no te conociera.

Por dios... Él sabía cómo eras y aún así dudó de ti. En su propia defensa, Raphael había tenido miedo de que te dieras cuenta de que ellos no parecían ser buenas opciones como para futura pareja o algo así. Raphael estaba consciente que de elegirlos, jamás podrían tener algo normal. Y eso lo hacía llenarse de miedo y de inseguridad.

Miguel Ángel llegó a tu lado con una taza con té, una taza con forma de gatito que siempre solías usar cua do estabas con ellos. Era tu taza preferida y la dejaste allí porque era como tú hogar. Miguel Ángel también sabe que amas esa taza y por ello siempre te hace bebidas calientes allí.

Suspiraste cuando tomaste un sorbo. Sintiendo también el sabor dulzón y el de la canela en el té.

Miguel Ángel sonrió cuando ve una tenue sonrisa en tus labios. La sonrisa era mejor para ti que lágrimas, según él. Te hacía ver más radiante.

—¿Cómo te sientes ahora, preciosa? – Preguntó Miguel Ángel, asentiste antes de tomar otro sorbo y mirarlo a los ojos.

—Ahora estoy mejor... Gracias, Mikey. –

—Mmh... Me gustaría que me dieras también un apodo cariñoso. – Su mano tocó tu cabello, jugando con él mientras te decía aquellas palabras.

—¿Es así? – Miguel Ángel asintió. —Mmh... Es vergonzoso... Tal vez... Ca-cariño... – Miguel Ángel sonrió en grande, sus mejillas se tornaron rojas y sus ojos brillaron.

Sus manos buscaron tus mejillas y comenzó a besarlas con entusiasmo.

—¡Dios mío! Creo que me va a dar algo si me dices siempre así. –

—¡Mikey! – Reiste.

Leonardo y Donatello te miraron expectantes, en silencio mientras su hermano menor besaba tus mejillas rojas por la vergüenza.

—¿Ustedes también? – Preguntas riendo. Ellos asintieron avergonzados. —B-Bueno... Leo... Podría ser... ¿Príncipe? – Leonardo levantó su vista con ojos brillantes. Le gustaba ese apodo. —Donnie... Tal vez... ¿Cielo? ¡Diablos! No sé poner apodos cariñosos... Además siempre les digo de otra manera... –

—Pero no como pareja. – Respondió en un tono algo coqueto Miguel Ángel.

Mierda... Te sentiste como en el cielo al oírlo.

—¿P-p-pareja? –

Miguel Ángel asintió emocionado.

—Bueno... Dijiste que nos amas, nosotros también te amamos, así que es normal querer ser pareja ¿No? –

La Historia De Cuatro Chicos Enamorados TMNT -Bayverse- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora