Capítulo X

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—T/N, la mesa dos

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—T/N, la mesa dos... – Escuchaste, así que caminaste hasta allá, riendo porque eran Casey y Abril.

—Mirate, ya hasta trabajas. – Saludó Casey.

—¡Ja, ja! Qué chistoso... ¿Que hacen aquí? ¿Es una cita? – Casey se trapica con su propia saliva por lo que dijiste, avergonzado e intentado no verse más lamentable de lo que ya se veía.

—¡No, no! –Se aclaró la garganta. —No es eso... Solo quería venir a ver a mi media hermana en su nuevo trabajo. –

—No soy tu hermana, Cass. –

—Hermana de otra madre... Oh, por favor, T/N, sabes que es mi título desde que llegaste a Estados Unidos. –

Sonreíste por eso, si, era cierto. Él mismo se adjuntó ese título para protegerte y ayudarte en ese mundo estadounidense que era muy diferente al de tu país. Asi que, a pesar de estar molestándolo, lo sentías como tu familia.

—Bien, hermano mayor. ¿Que desean? – Ahora preguntaste mirándolos a los dos. Abril rió en silencio, pidiendo un café mocha con una porción de pastel y Casey pidió un café normal con una media luna. —De inmediato se los traigo. –

Así era tu día a día.

A veces te tocaba atender mesas, otras veces hacer los pedidos, que, sorprendentemente, te quedaban muy buenos según la gerenta, y otras veces en caja. La cuál, de las tres, era la que menos te gustaba.

Sinceramente, era un buen lugar de trabajo.

Te sentaste detrás del mostrador luego de que ya no hubiera casi nadie de gente. Ya era tarde, iban a dar las ocho así que ha debían cerrar para salir a las nueve como cada día.

Agotada suspiras. Viendo que ya el último cliente se fue junto a su pareja. Así que caminaste hasta la mesa y te llevaste los platos y tazas hasta la parte de atrás, en donde alguien más los lavaría.

Volviste a tu puesto, aunque ya debían cerrar, mirando hacia afuera.

—¿Ya te cansaste? – Preguntó una de tus compañera de trabajo. Que, como tú, trabajaba de medio tiempo.

—Un poco, es agotador a veces. –

—Ni que lo digas, en especial hoy, que es fin de mes. Hubo mucha gente, pero eso bueno, tuve mucha propina. – Sonreíste, hasta que viste con bastante rápidez una sombra que pasó por los techos de los edificios de alfrente. —¿Pasó algo? –

—¡¿Que?! No, no... Solo... ¿Crees que pueda mandar un mensaje rápido? – Preguntaste tomando tu teléfono.

Ella asintió.

Buscaste el número de Leonardo.

—Oye, Leo, ¿Aún no salen a patrullar, verdad? – Preguntaste a través del mensaje.

La Historia De Cuatro Chicos Enamorados TMNT -Bayverse- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora