Capítulo 4 Conociendo a Tía Dani

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Los siguientes días hasta la llegada de los “Militares”, no aconteció nada extraordinario, tal vez porque Isa y Ani, evitaron quedarse a solas conmigo y eso pese a mi deseo de repetir lo alcanzado con mis “parientas”, por lo que me tuve que resignar a contemplarlas y pajearme de lo lindo, vivía excitado.

El sábado en que llegaron Juan y Francisco, la casa era toda felicidad, pues no viajaban muy seguido a casa, llegaron con toneladas de maletas llenas con ropa sin lavar, ganas de comer y dormir.

Tal como sucedió a la llegada de nosotros, las presentaciones se sucedieron, los abrazos y besos se intercambiaron con cariño, pero a mí no me pareció para nada bien los efusivos saludos de las chicas a sus respectivos primos, de hecho sentí celos, pero nada podía decir, lo único que lo tranquilizó fue que ese mismo día, Juan invitó a la piscina a su novia Montserrat o Montse como todos le decían, una adorable muchacha de 18 años, algo tímida pero simpática; muy delgada, estatura media de 1,67 metros, pelo oscuro, ojos café; su atributo más destacable, era sin duda sus tetas, las que eran asombrosamente grandes comparado con lo delgada que era, yo le atribuía una copa 34DD, lo que finalmente resultó cierto, en cambio su culito, era menudo, pero se le veía firme y respingado.

No tuve muchas ocasiones para hablar con ella o las chicas, ya que todos los primos estábamos en la piscina y conversábamos animadamente a diestra y siniestra, dentro de toda esta algarabía incluso planearon ir a bailar en grupo al día siguiente, jugamos y disfrutamos de la tarde, hasta que Montse se marchó a su casa.

La cena también fue placentera pero no pasó nada en especial hasta la noche, cuando todos nos fuimos a dormir según lo acordado.

Claudio puedes ponerte tu pijama mientras voy al baño, me dijo tía Dani.

Bueno tía, perdón ¿de qué lado duermes?, le pregunté.

En realidad no lo había pensado, creo que al medio con cierta tendencia hacia la izquierda,…sí eso creo.

Okey yo dormiré a la derecha para no molestarte.

Luego de un buen rato en que estaba intentando conciliar el sueño, “me pasé todo tipo de películas”, especialmente eróticas, mi “amiguito”, comenzó a despertar, me di cuenta que tenía que controlarme, pues mi tía saldría del baño en cualquier momento y podría percatarse de mi estado de excitación.

Cuando ya estaba un poco más calmado, salió mi tía vistiendo un coqueto pijama consistente en un ajustado peto rosa y unos calzones en el tono, nada demasiado provocativo pero a mi edad y lo recientemente vivido, mi expresión de calma, cambió radicalmente, tano que mi tía me dijo:
Veo que mi pijama te impresionó, pero es que hace tanto calor que usaré este pijama de verano, es el único decente todos los que tengo, pero ya me voy a tapar con las sábanas, por lo que te puedes ir a lavar los dientes mientras, dijo con una risita de complacencia por el efecto causado en mí.

Bueno tía voy de inmediato, dije intentando ocultar mi erección totalmente notoria en el pijama.

En el baño intenté pensar en cosas feas, rememorando mis clases de historia con el peor profesor que me había tocado en toda mi vida, mi odiado señor Ramirez; me lavé los dientes, la cara y las manos, todo para sentir la fría agua y calmar mi pasión, luego de unos minutos logré apaciguar mis deseos y me fui a la cama, una vez acostado, a su lado, mi tía se gira y se me acerca para decirle:
Eres el primer hombre que va a dormir en mi cama desde mi divorcio, por lo que espero que te portes bien.

Si tía seré todo un caballero, le respondí.

Que buen niño eres, me dijo dándome un beso en la frente, acción que me permitió ver el canalillo de sus tetas, luego se acomodó sobre su costado derecho y tomó mi mano izquierda con ambas manos, quedando sus tetas encerradas por sus brazos y proyectadas contra mi brazo izquierdo.

Como cambio mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora