Salí luego de llamar a mamá y avisarle mis intenciones, pero en vez de ir al Dojo a ver a mi único amigo, decidí ir a visitar a doña Montserrat, ya que su hija no iba a estar en casa, apostando a verme a solas con ella y bajar la calentura que persistía desde el altercado con Ani, creía que podía involucrarme con ella, pues no me podían castigar dos veces por el mismo crimen, eso lo leí en alguna parte, ¡estoy seguro! Una vez en el lugar toqué el timbre y para mi asombro salió un hombre de unos 45 años y me dijo:
Padre de Montse: ¿Si que deseas?, me preguntó el padre de Montse y el marido de doña Montserrat.
Claudio: Ehh...vengo a ver a Montse dije como escusa.
Padre de Montse: No está, ¿quién eres para decirle cuando vuelva?
Doña Montserrat: Hola Claudio, ¿cómo estás?, pasa a servirte un refresco que hace mucho calor ahí afuera, dijo apareciendo detrás de su marido.
Padre de Montse: ¿Lo conoces?
Doña Montserrat: Sí querido, deja pasar al joven que es el hermano de Juan el novio de Montse.
Padre de Montse: Si entiendo... pasa.
Una vez adentro me hacen pasar a la cocina, donde doña Montserrat le dice a su marido:
Doña Montserrat: Querido termina de leer tú periódico en la sala que ya te llevo un refresco.
Padre de Montse: Gracias querida, eh tú ayuda a mi esposa, me dice sonriendo el esposo de doña Montserrat.
Claudio: Por supuesto señor.
Doña Montserrat: Ay hombre deja al chico tranquilo que es solo un amigo de tu hija.
Padre de Montse: Pero es el hermano de su novio....
Doña Montserrat: Ya sal de aquí, a la sala y no regreses.
Luego de salir su esposo, doña Montserrat, se vuelve y me encara diciéndome en voz baja:
Doña Montserrat: ¿Qué haces aquí?, no te dije que yo te llamaría cuando pudieses venir
Claudio: Es que como Montse salió con mis parientes, yo pensé que estarías sola y necesitando compañía.
Doña Montserrat: Pues ya puedes ver que está mi marido que regresó de su viaje.
Claudio: Perdone doña Montserrat, no lo haré más y me iré de inmediato.
Doña Montserrat: No, tómate el refresco antes.
Me acerqué y le di un beso el que sorprendió a doña Montserrat que intentó sin mucha fuerza resistir mi sorpresivo asedio, luego la miré a los ojos y ella me dijo:
Doña Montserrat: ¿Qué haces?, nos puede sorprender, dijo en voz baja, espera aquí, le iré a dejar el refresco a mi marido.
Claudio: Está bien.
Al cabo de un rato, volvió doña Montserrat y acercándose a mí me besa, fue un beso tórrido, introduciendo su lengua en mi boca sin ninguna timidez; al sentir su pasión, reaccioné tomándola por su delicioso culo apretándola contra mí, iniciando un intenso morreo, mi temperatura que ya era alta, se elevó aún más y le levanté el vestido para meter mis manos bajo sus bragas, quería tocarle la suave pie de los maravillosos cachetes de su mágico culo, ¡que curvas posee doña Montserrat!
Doña Montserrat: Para, para, para, que nos puede sorprender, me dice aún pegada a mí.
Claudio: ¿No está leyendo el diario en vez de hacerte el amor?
Doña Montserrat: Aún así, el está en el otro cuarto y puede sorprendernos.
Claudio: La volví a besar bajándole las bragas hasta las rodillas y le digo; sácatelas.