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—Wendy, quiero romper contigo.

Le repitió por segunda vez, porque parecía no haberlo oído. La nombrada se había quedado callada de la impresión, y no se escuchaba más que su respiración. Debía de ser acelerada como para que pudiera escucharla por la bocina del celular.

Sintió el impulso de decirle que era broma, o que se arrepentía y que no había pensado bien las cosas antes de decírselo. Pero sí que había pensado en ello, y sí, ya había tenido suficiente.

Recordaba estar tan enamorado de ella que incluso le vomitaba encima cada vez que interactuaban, ahuyentándola. Pero siempre volvían a hablar como normalmente lo hacían, porque eran buenos amigos. Eso fue antes de hacerse pareja y que cada roce y cumplido que se dedicaban, que al inicio solía ser tan íntimo y especial, fuera considerado como algo normal.

Lo peor es que esa noche ella lo llamó a él, buscando saber cómo estaba. Y lo había encontrado en un mal momento, en uno de esos momentos reflexivos, por lo que, sí, por eso estaba terminando con ella.

Le dio otra calada al cigarro que sostenía con la otra mano, esperando pacientemente una respuesta de su parte. Seguía relajado a pesar de la conversación que mantenía con la chica que incluso cerró los ojos, sintiendo el tabaco entrar en su sistema.

La sudadera gris que traía puesta ya estaba repleta de las cenizas de cigarro, parecían copos de nieve. Tendría que lavarla para que sus padres no percibieran el olor a tabaco, sería un desastre si se enteraran de su adicción.

—¿Por qué? Si estamos bien, y...

Finalmente dejó ir el humo, que también era su aliento. South Park era tan frío que el vaho de su respiración siempre era muy visible. Interrumpió con una voz ronca, que le picaba la garganta. — No, no estamos bien. Peleamos casi todo el tiempo, y es claro que ya no nos sentimos igual.

—¡Eso no es cierto!

—¿No? — rió secamente. — No te hagas la santa, si el otro día estabas pegada al imbécil de Tolkien Black, ¿no me dijiste que ya no te gustaba?

—¡No hables así de él, es tu amigo!

Que tratara de defenderlo lo enfureció más.

—Para mí dejó de serlo desde que se hizo tu novio hace años. — escupió con odio. Finalmente, llegó a la conclusión de que no quería hablar de él, sino de ellos, de su relación. Suspiró tratando de calmarse. — No quiero hablar de él.

—¿Y de qué quieres hablar? — la voz de ella ya estaba rota, era claro como lloraba, como sufría.

Qué bien que no la tenía de frente. También estaría sufriendo demasiado, pero no por la ruptura, sino por verla con sus ojos inundados en lágrimas, suplicando con voz temblorosa. Se habría lanzado a abrazarla y pedirle perdón mil y una veces por su idiotez.

—De nosotros.

—¿Qué con nosotros? ¡Sé claro, Stan!

—¡No quiero volver contigo nunca más! — explotó, alzando considerablemente la voz. — ¡Nos estamos haciendo daño mutuamente, esta relación se mantiene más por costumbre que por amor! Es lo mejor.

Se quedó callada. Bien. Si hubiera protestado diciendo que no era verdad o que podrían esforzarse por mejorar, estaría mintiendo terriblemente. Sabía que él tenía razón.

—Me lo hubieras dicho en persona, al menos. — murmuró.

¡Punto a favor!

—Pude, pero no. — concordó. — Adiós, Wendy. Lo siento.

Terminó la llamada con un movimiento del dedo en la pantalla. Gruñó apretando ambos objetos en sus manos, producto de la frustración. Observó poniendo atención a lo que mostraba la pantalla: la última conversación con su ya ex novia Wendy, la cual se basaba en mensajes de amor y afecto. Apretó los labios.

Empezó a dolerle todo. La cabeza, la garganta, el corazón.

Su relación de verdad acababa de terminar.

—¡Mierda!

Gritó, desgarrándose la garganta. Golpeó el barandal con los puños, enojándose más por las punzadas de dolor que la acción efectuó. Dejó caer el cigarro, el cual posteriormente pisoteó con fuerza, apagándolo a la vez que descargaba su ira.

Se arrepintió estrepitosamente de lo que había hecho. Puede que la chica no hubiera luchado por su relación, pero era ella. Estaba seguro.

¿lba a dejar que se marchara creyendo que él era todas esas cosas? ¿Cómo podía permitirlo? Tenía el puto pecho lleno de emociones y movidas que quería compartir con ella. Quería casarse con ella, darle hijos, adoptar un perro, una oveja, quince gatos. ¡Lo que sea!

No. Estaba seguro de que aún podía hacer algo por su relación. Él no quería echar un polvo por diversión, ya tenía a quien le quitara el dolor. Él ya sabía en quién quería centrar su atención. Tenía clarísimo quién merecía sus esfuerzos.

No iba a hundirse. Claro que no. Aquella ruptura no iba a desmotivarlo. Todo lo contrario. Serviría de algo. Lo haría mejor. Un hombre.

Si creen que lo que pensó en aquel momento fue que él era la persona indicada para quitarse su propio dolor, en que debía centrarse en sus estudios, están rotundamente equivocados.

Este dolor y aquella acérrima determinación pasarían pronto, probablemente.

—Al carajo.

Guardó el teléfono en su bolsillo y entró a la casa de nuevo. Estaba ansioso desde hace un rato por entrar al calor. No podía esperar para embriagarse hasta perder el conocimiento.

✓ WE ARE NEVER GETTING BACK TOGETHER, stan marsh.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora