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La habían castigado.

¡Y ella no había hecho nada! Literalmente nada.

Un día llegaron sus padres, la vieron sin hacer nada, solamente dedicándose a ver la televisión en la sala y decidieron castigarla, dejándola sin teléfono y sin salir una semana.

No podía hacer más que quejarse así que se dispuso a leer el libro que Stan le había regalado mientras trajinaba por toda su habitación, no había tenido tiempo de continuarlo últimamente. Posiblemente fue el mejor regalo que él le pudo dar, más que cualquier joya costosa o algo parecido.

Mientras leía, no pudo dejar de pensar en el peli-negro, por lo que dejó el libro a un lado cuando se percató de que solamente estaba leyendo con los ojos y no procesándolo realmente, mirando el techo con derrota.

Recordó cuando se coló en su habitación y empezaron con aquel acuerdo que dictaba que tendrían una relación exclusivamente sexual, sin sentimientos de por medio. Cuando salieron en una cita —que se suponía que no era una.—, cuando le regaló el libro que tenía entre sus manos en ese momento. Cuando la besaba y sentía de todo tipo de emociones desconocidas. Cuando hacían el amor y se sentía suya solamente, sintiendo también que Stan era suyo.

Era extraño que la razón por la que estaba lastimándose a sí misma la hiciera tan feliz.

Pasó el día entero leyendo, hasta que cayó dormida a eso de las 4:00pm. Al despertar, desorientada y con la garganta seca, vio en su reloj digital que ya eran pasadas de las 8:00pm. Su hora de dormir. Maldijo por lo bajo, su horario de sueño se había arruinado por completo.

Bueno, culparía a sus padres de eso.

De pronto, notó una luz en su ventana, como de una linterna. Curiosa, gateó hasta el borde de su cama, donde se encontraba la ventana. Se fijó en ella, restregándose los ojos con sueño, aún tratando de despertar.

Reconoció su figura ensombrecida en medio de la calle, sosteniendo una linterna para llamar su atención. Su gorro estúpido de pompón rojo. Sus ojos azules. No pudo evitar sonreír. Cuando Stan se percató de que ya lo había reconocido, dejó la linterna a un lado y levantó un enorme cartel de papel blanco.

«¿Estás bien?».

Fue un mensaje simple, pero contundente. Se había preocupado por ella aunque apenas habían pasado un día sin hablar. Había pensado en ella. Esbozó una sonrisa, con un movimiento de mano indicándole que esperara. Rebuscó entre sus cajones un papel que fuera lo suficientemente grande para que pudiera leer lo que decía. Con un plumón negro escribió su respuesta, regresando a su ventana para abrirla y enseñársela.

«Cansada de todo este drama :(».

Stan esbozó una sonrisa por la carita triste. Se inclinó en el suelo para escribir otra respuesta del otro lado del cartel con pulso trepidante, emocionado por poderse comunicar con ella. Algo había escuchado de parte de Butters que la habían castigado o algo así. No pudo evitar discurrir todo un plan para verla, para hablar aunque no fuera verbalmente.

«¿Puedo entrar a tu cuarto?».

Lo pensó un poco. Sus padres podrían darse cuenta, aunque se tranquilizó cuando recordó que nunca iban a darle las buenas noches. Retrocedió rápidamente para ponerle seguro a la puerta, solo por si las dudas.

Asintió con la cabeza al regresar, a lo que Stan empezó a caminar hacia su casa. Dejó escondidos el cartel y el plumón en un arbusto frondoso y se dedicó a escalar la estructura. En más de una ocasión estuvo a punto de caer, ya que era claro que (ya) no tenía la condición física de la chica, animándose a sí mismo a no mirar abajo ya que podría romper a llorar. ____ sonrió ante la dedicación del chico.

Cuando estuvo a punto de llegar, la castaña fue en su rescate, ayudándole para ingresar a su habitación por medio de jaloneos. Su respiración era errática, se encontraba sudando profusamente por la cara.

—Estás aquí. — sonrió, sin poder evitar envolverlo con sus brazos.

—Estoy aquí. — confirmó como si necesitara decirlo para que lo creyera. — Necesito hablar contigo.

—¿Pasa algo malo?

—Espero que no lo sea. — suspiró, separándose. Stan metió las manos en sus bolsillos, bastante cansado de la situación y de sus propios pensamientos, así que decidió ir al grano y terminar con todo eso. — ¿Sientes algo por mí?

—¿Disculpa? — lo miró perpleja ante lo directo que había sido, tanto que la descolocó.

—¿Sientes algo por mí? ¿Atracción, amor, algo?

—Stan...

—Te quiero. Me gustas. La verdad no sé el término que deba usar.

En verdad parecía impactada. No esperaba que estuviera ahí esa noche con ese propósito. Realmente habían empezado por la mitad, cuando no debía de ser así. Ya habían cruzado el límite de ser solo amigos.

—No sé que decirte...

—La verdad, sería bueno empezar por ahí. He vivido toda mi vida sintiendo dolor. Sin él, no sé qué soy. — tomó la iniciativa de acercarse y acariciar su mejilla, alzando su barbilla para que lo mirara a los ojos. Estaba muy nervioso y temía arruinarlo, pero el sentimiento de amor que le tenía lo hacía hablar de más. — Solo necesito que me digas que me quieres y me quedaré para siempre, o todo lo que me permitas estar. Mejoraré para ser un mejor novio y persona para ti, porque te lo mereces. Lo mejor sería dejarlo hasta aquí ya que no nos quieren juntos, pero hay un problema: yo no quiero.

—Stan, también me gustas. — reveló, también posando su mano sobre su mejilla. — Pero solo que desde mucho antes.

—¿A qué te refieres?

Rió suavemente ante su confusión. Era tan tierno.

Se sentaron en la cama de ____ para más comodidad. Recargó su cabeza en su hombro, Stan permitiendo tal cercanía ya que era la única persona (por el momento) con la que tenía ese tipo de confianza.

—Siempre me has gustado, Marsh. Siempre quise ser la chica a la que le vomitaras encima cuando estuviéramos a punto de besarnos, siempre quise ser ella. — tragó saliva cuando mencionó a su exnovia implícitamente. Sabía que no quería decir su nombre para no arruinar el momento, pero lo dijo de todos modos. — Cuando oí que rompiste con Wendy, no pude evitar murmurar tu nombre e ir desesperada en tu búsqueda. Como supuse, te encontré hecho un desastre. Un desastre que sabía que podía arreglar.

Stan siempre sería el capitán o jugador estrella de los equipos deportivos de su escuela, y ella la chica que lo veía desde las gradas, esperando ser notada. Esperando ser la chica a la que le dedicara la victoria del partido.

—Dijiste que era lo mejor no estar juntos, tienes razón en eso. — ____ bajó la mirada, viendo sus manos juguetear entre sí. — Pero yo te quiero de verdad, lo he hecho por años. Solo que necesito saber si tú también me quieres para arriesgar todo, todo lo que conozco, todo mi mundo.

—Pagaremos el precio. — aseguró, seguro de querer dejarlo todo al igual que ella. — Después de todo, estás conmigo.

—Y eso es justamente lo que me da miedo.

Ambos rieron un poco, parecía que con tristeza cuando en realidad era melancolía, melancolía por haberse confesado lo que sentían en verdad, mandando al diablo lo que se suponía que era una relación sin sentimientos de por medio.

«Pagaremos el precio».

El precio de amarse intensamente, para luego quedar destrozados.

✓ WE ARE NEVER GETTING BACK TOGETHER, stan marsh.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora