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Era su primer aniversario.

Bueno, era el aniversario de un mes, pero igual contaba, ¿no?

____ no sabía si Stan lo recordaba, o si siquiera lo sabía. Intuía que no, ya que era consciente de que los hombres no solían preocuparse por esas pequeñeces. Peor sería si fuera el aniversario de un año y ni siquiera supiera la razón de su enojo.

Estuvo esperando su llamada todo el día, o al menos un mensaje, pero no llegó. Se sintió indefensa y dramática ante la situación en la que ella misma se había metido por amor. Ni siquiera ver redes sociales logró distraerla.

Cuando llegó su llamada, intentó calmarse y no responder de inmediato, tratando de aparentar que no la había esperado desde hace horas. Hizo unos ejercicios de respiración mientras apretaba el botón de «contestar».

—Hola, cariño.

—Hola, ¿pasó algo? — preguntó, tratando de que su voz no sonara trémula como su corazón en ese momento.

—No, nada. Es que estoy de paso en la librería y quería preguntarte si querías que te comprara algún libro.

—Ah, no... estoy bien, gracias. ¿Vas a venir?

—Sí, ¿estás ocupada?

—Para nada.

—Bien. Llegaré en una hora.

Y colgó. Suspiró derrotada. No sabía cómo iba a actuar frente a él como si nada pasara, lo último que quería era parecer exagerada y armar un espectáculo. No quería ser una molestia.

Cuando Stan llegó, se limitó a besarlo en los labios y meter sus manos en los bolsillos de su suéter de lana. Lo vio muy agitado, como si hubiera llegado corriendo.

—¿Cómo te ha ido?

—Bien, te traigo un regalo.

—¿Un regalo? — repitió, sorprendida.

—Sí, espera aquí. — se dirigió a un lado de su casa, recogió algo escondido entre los arbustos y se irguió, regresando con ella. Abrió la boca ante el ramo de libros que le extendió, tres libros con portada rosada que reconocía ya que los había visto en redes sociales y tulipanes del mismo color en el centro. Se sostenían como cualquier ramo floral debido a la estructura que el mismo peli-negro construyó improvisadamente en la parte de atrás. — Feliz aniversario.

—¡Stan! ¡Te acordaste! — se lanzó para abrazarlo, emocionada. Envolvió sus piernas en su cintura, aferrándose a él como una niña. — ¡Es hermoso!

—Solo para ti, cariño.

Plantó un delicado beso en su cabeza. Cuando se separó, Stan le entregó el ramo y ella lo examinó con un brillo diferente en sus ojos, brillo que el chico disfrutó como si fuera la última vez.

✓ WE ARE NEVER GETTING BACK TOGETHER, stan marsh.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora